No podía ser de otra manera. Septiembre aterriza revuelto. La brutal crisis, las reiteradas subidas de impuestos, los recortes sufridos y los que nos puedan sobrevenir el descontento social, el paro, la recesión y la desmoralización del país provocan en el ambiente un clima tenso cuya proyección puede ir más allá de la temporalidad de un otoño caliente y con muy lejanos precedentes.
En esta crisis, que no tiene piedad para con nada ni nadie, la educación no es la excepción. Para muchas familias ahogadas en sus economías, el curso que mañana se inicia en Infantil y Primaria es un calvario más de padecimientos y sacrificios. Que un tercio de ellas carezcan de recursos para afrontar los gastos ordinarios de libros y material, según la FAMPA, es muy serio. Estiman un gasto aproximado de 659 euros de media por alumno en los centros públicos y de 1.051 en los concertados, y eso que hablamos de un sistema educativo en teoría gratuito, pero menos, muchísimo menos.
Una situación de emergencia que ha movilizado a determinados centros a apostar por la creación de un banco de libros. Mientras, en bastantes ciudades, como pueden ver en la imagen, surgen establecimientos de venta de textos de ocasión, libros que también pueden encontrarse en determinados mercadillos. Muy loable es en este sentido las iniciativas de la Asociación de Vecinos del Centro y la propia FAMPA con la recogida de textos para los más necesitados.
Justo es destacar también la labor de esos excelentes profesionales de la educación que, no de ahora sino desde hace muchos años y a costa de un gran altruismo y sacrificio personal, vienen trabajando con el sistema de fichas personalizadas elaboradas por ellos mismos, que con el complemento de los recursos de los libros del aula reducen al mínimo el gasto de las familias, al tiempo que estimulan al alumnado a aprender por sí solo y a iniciarse en la investigación y la interrelación. Actuaciones que este año, vista la situación, se pueden ver incrementadas, y en las que nuestra ciudad no ha sido ni será la excepción, donde existen auténticos especialistas en la materia.
Los textos escolares no sólo son cuantiosos y caros, sino que las editoriales suelen variar su contenido total o parcialmente, lo que hace prácticamente imposible que dicho material didáctico pueda ser reutilizado uno y otro curso. Las 94.000 firmas que se han entregado en el Ministerio, avalando una petición exigiendo el fin de tal proceder y la imposición de un sistema efectivo para prolongar su uso en el tiempo junto con la fijación de un precio máximo, no debería caer en saco roto en estos críticos momentos. Es comprensible en este sentido la indignación de un amigo cuando al comprar los libros de primer curso de Infantil para un centro concertado de la ciudad se encontró con la sorpresa de su precio: 127 euros, y eso con el descuento por haberlos adquirido en julio. Súmensele los costes del uniforme, la equipación deportiva y el importe del material escolar que a lo largo del curso le irá proporcionando el centro. “Y si eso es para una niña de tres años, qué será después”, enfatizaba.
Se acabó por otra parte el generoso maná de las becas de la Ciudad al alcance de casi todo el mundo. Con el cierre del grifo de la abundancia, la sorpresa de muchas familias ha sido mayúscula. Una dadivosidad que venía de muy lejos y que ahora, con toda justicia, se verá reducida para los más necesitados. Quedará también el recurso a las ayudas al estudio del ME, pero que, como siempre, no estarán puntualmente a disposición de los beneficiarios al inicio de las clases sino que este año llegarán con más retraso.
Un curso que conllevará un aumento de horas lectivas para el profesorado y más alumnos por clase. En nuestra ciudad supondrá un posible nuevo incremento de la ratio en ciertos centros, ya de por sí una de las más elevadas del país. Si bien Educación estima un incremento de un 2,5% en Infantil y Primaria, no es descartable que pudiera ser mayor por cuanto que, paradójicamente, el proceso de escolarización extraordinario aquí se caracteriza por el goteo constante de nuevas solicitudes a lo largo de casi todo el mes.
Así, mientras la media nacional en estos niveles se situaba el pasado curso en 21,5 de alumnos por clase, en nuestra ciudad volveremos a superar el límite de los 25 que marca la LOE, y ya veremos hasta que punto se podría ver afectado por los recortes en materia de personal. Son las consecuencias del secular olvido de los gobiernos del PP y del PSOE, de bastantes legislaturas a esta parte, a la hora de construir nuevos centros, necesidad que con la que está cayendo, es de temer que siga dilatándose en el tiempo.