Aprovecho estas lineas para dar cuenta de lo acontecido en la noche de la final del COAC 2014 de Ceuta. Una noche supuestamente de fiesta que, por culpa de unos cuantos, se convierte en una noche de maltratos, de faltas de respeto y de menosprecios a determinados grupos, de este nuestro Carnaval.
Esto es lo que ocurre cuando, la comparsa La banda de los balas perdías hace su entrada en el ansiado auditorio de nuestra ciudad. Nada más llegar a la puerta del mismo, con un frío que pela y unas cuantas gotas de agua cayendo sobre nuestros tipos, nos hacen esperar hasta que algún encargado da la orden para que nos dejen pasar, eso sí, con credencial en mano, ya que, no basta con que te vean disfrazado. Te guían hasta uno de los camerinos como si de un rebaño se tratara, sin que apenas puedas pararte para saludar a algún que otro conocido. Una vez en el camerino, se coloca un vigilante de seguridad en la puerta, el cual no te permite salir del mismo en ningún momento, pareciéndose aquello al mismo centro penitenciario de Carabanchel. Para los que aún no habéis estado en algún camerino del auditorio, os cuento que allí hace un calor curioso, y más estando 15 personas metidos sin poder salir.
Mientras tanto, en el escenario se hacía entrega de la Caballa de Oro a seis carnavaleros por su gran trayectoria en el Carnaval caballa, entre ellos, dos componentes de nuestra comparsa, concretamente a un tenor y al director-guitarra de la misma. Una vez finalizado el acto de entrega, nuestros dos componentes bajan a camerinos para reunirse con el grueso del grupo, y así, afinar guitarras y calentar voces antes del comienzo. Fue ahí cuando nos dicen que el grupo ya está presentado y que tenemos que subir ya, les decimos que nos dejen cinco minutos para afinar y calentar y nos dicen que no, incluso algún organizador soltó que si no subíamos ya, nos descalificaban, por lo que, por no crear mas conflicto, subimos al escenario. Una vez allí nos dimos cuenta de que parte de nuestro atrezo no estaba en el lugar de escena, concretamente la paja que utilizamos en el suelo. Visto lo visto fuimos a entrevistarnos con el encargado del escenario, un tal Ángel, el cual nos dice que no se iba a echar la cantidad de paja del primer día porque formaba mucha polvareda y luego para recoger todo aquello era un follón. Insistimos en hablar con él para que entrara en razón y le explicamos que ése era nuestro decorado, y que por favor pusieran todo como el primer día. Le dijimos también que nosotros mismos después de la actuación les ayudábamos a retirarla, pero volvió a decirnos que no. Le seguimos pidiendo por favor que lo hiciera, a lo que, con un cambio brusco de actitud, contestó: “Por mis cojones no se va a echar la paja”. Los nervios justo antes de cantar estaban a flor de piel, y uno de los componentes de nuestra agrupación cogió la bala de paja para esparcirla, a lo que, este tal Ángel le pisó la mano. Acto seguido se produjo un forcejeo entre ambos, por lo que tuvimos que intervenir los demás componentes para evitar males mayores, y todo esto justo antes de cantar.
Decir que, cuando finalizamos el repertorio, con todo el patio de butacas puesto en pie aplaudiendo, los encargados del teatro con el tal Ángel a la cabeza, nos cierran el telón antes de tiempo, incluso dando éste en la cabeza de los componentes de la primera fila de la agrupación, cuando siempre se espera a que los grupos sean ovacionados y estos devuelvan esa ovación al público.
Y por último decirle a la organización de esta edición del COAC, que ellos, por estar en los puestos en los que están, deben ser imparciales en todos los aspectos y no decantarse por ningún grupo por mucho que les guste, y mucho menos vayan comiéndole la oreja a determinados miembros del jurado con frases como “éstos son los mejores” o “éstos tienen que ganar”, y dejar al jurado que haga su trabajo, que para eso está.
Sin más, desde aquí queremos darle la enhorabuena a todos los grupos participantes en el concurso, porque pensamos que todos hemos estado muy por encima tanto de la organización del mismo como de la gestión del auditorio.
“Todos pedíamos a gritos un lugar para cantar nuestras coplas divinas,
despreciando y desechando aquella cuna del Carnaval,
ahora que ya lo tenemos para gozar y disfrutar,
Ay, como añoro tus tablas, ay como te echo de menos, mi teatro Siete Colinas”