Su director explica que, en algunas zonas de los espigones, se puede dar una concentración debido al levante.
Sin medusas en la costa, o casi. Una internauta colgó el pasado fin de semana una fotografía en su perfil de Facebook que en unas horas se convirtió en viral. En la imagen, cuya veracidad confirmó su autora que la tomó este sábado, pueden verse decenas de Pelagia noctiluca agolpadas contra las boyas de las redes en la playa del Chorrillo. Una especie temida por los bañistas debido al escozor que provocan sus picaduras.
Ante tal concentración, ¿puede hablarse de plaga? Según Óscar Ocaña, director del Museo del Mar de Ceuta, no, así que los usuarios de ésta y otras playas locales pueden darse un chapuzón sin temor a toparse con una ‘nebulosa’ de estos bichos que les agüe la fiesta. No obstante, nunca es descartable tener un encontronazo con una aguaviva porque, como ocurre con otros animales, habitan el mar.
Como naturalista, científico y conocedor del mar de la región, Ocaña se remontó seis o siete años para datar la última plaga, la cual entiende como una “densidad enorme de medusas” que se contarían “por miles y suelen ser muy pequeñas”, aunque recordó que desde entonces hubo “algún episodio” en consonancia con otros casos “sonados” en el litoral español. “Todo eso no ocurre ahora, no hay plaga de medusas porque no hay densidades”, aseguró el director del Museo del Mar, quien apuntó a que el nivel es “como el de todas las primaveras”.
Cuando sopla el poniente, al tratarse de una especie de preferencia atlántica, explicó Ocaña, llegan al Mediterráneo ya que quedan “a merced de las corrientes” dejándolas con escasa capacidad de movimiento. El dominio del levante en los últimos días, indicó el ecologista, las lleva hasta la bahía sur aunque sin llegar, en principio, a las zonas más profundas.
¿Qué ocurre con las redes antimedusa? Ocaña, quien suele nadar por la zona, señaló que, además de estar “agujereadas porque los peces tienen que intercambiarse”, la mayoría de las medusas se frenan en condiciones normales del mar. Pero, cuando el oleaje es mayor, las aguavivas las “cabalgan” y se cuelan en la zona de baño. Ayer mismo, relató el científico, cuando hacía un largo en La Ribera, tuvo que “sortear a una o dos medusas”, ni de cerca el escenario de una plaga. Sin embargo, a medida que se acercó al espigón junto al Foso, la “acumulación” fue mayor porque el levante tiende a meter todo hacia allí, pero tan solo contabilizó de seis a diez ejemplares “destrozados porque chocan contra las rocas”.
La mayoría de las medusas tienen un ciclo pólipo, es decir, echan el huevo y la larva busca el fondo, donde crea un pólipo que se divida en muchas medusas, explicó Ocaña. Sin embargo, esta especie que tiene presencia en aguas ceutíes no es así, sino que tiene un desarrollo directo muy rápido.
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