Se trata de un hombre corriente, de esos que nos cruzamos a menudo por la calle. Adalberto Pérez no es político ni funcionario, cosa rara en Ceuta. Trabaja como profesional y, al ser persona versátil, puede ser empresario u otras cosas en un momento determinado. Participa en negocios y aparece como miembro de algunas asociaciones, aunque sin cargos de relevancia porque es modesto y le gusta pasar desapercibido. Sin embargo, nuestro hombre es muy observador y, como cambia impresiones con tanta gente, toma buena nota de todo y después lo transcribe, por lo que tiene guardadas las opiniones de muchos de los que, por cierto, nunca cita sus nombres verdaderos.
Adalberto atiende especialmente las confidencias de las mujeres porque, a menudo, son el contrapunto a lo que afirman los hombres. Opina que, por lo general, existe en ellas un sentido común y un poder de simplificación que le fascina. Además, ha notado que mientras el marido o la pareja se modera al tener algún extraño cerca, ellas suelen mantener sus posturas con independencia de quién esté presente, lo que pone nervioso a más de uno.
Nuestro hombre corriente va de sorpresa en sorpresa, no solo en Ceuta donde reside, sino en las múltiples salidas que realiza, bien por negocios o por turismo. Sin embargo, se considera un viajero interesado además de intransigente y, cuando abandona España, procura integrarse en la ciudad que visita. Para ello busca un contacto en el destino y esto le permite abandonar el rol de turista para profundizar así en la vida real del lugar que elige. Se trata de un hombre observador y muy crítico, por lo que sus notas están llenas de fallos detectados en multitud de ocasiones aquí o allá.
Adalberto está preocupado, como casi todo el mundo, por la crisis que esta vez es también financiera; por la seguridad de sus ahorros, por la hipoteca, por el desmadre existente en los tres poderes del Estado, por la monarquía, por la imagen de España, por el corralito, por el despilfarro, por la corrupción, porque le crean un tonto que se traga lo que se filtra o se anuncia en los medios nacionales, por el inseguro trabajo futuro de sus hijos y por otras muchas cosas que iremos leyendo en sus anotaciones.
Existe la posibilidad de acceder a los datos e impresiones de Adalberto que son toda una visión del mundo, por lo que conviene transcribirlos al ser la percepción de un hombre de la calle sobre lo que sucede en Ceuta y el resto de España o el mundo. Unas veces coincidiremos con el gris personaje y otras discreparemos abiertamente, pero siempre puede ser interesante saber lo que esa gris persona va captando por ahí. Nunca serán tesis doctorales ni profundos estudios, sino opiniones sencillas sobre cosas sencillas, a las que el resto de los mortales nos enfrentamos cada día. Sólo que muchos de nosotros no tomamos nota ni las pasamos al ordenador y en cambio Adalberto, en la semioscuridad de su despacho, las transcribe fielmente cada noche.