Cinco meses se van a cumplir ya desde que se diera publicidad al compromiso plenario de elaboración de una auditoría sobre el servicio prestado por Trace. Nos dijeron que en breve lo darían a conocer. Debe ser que ese término, el de breve, se entiende de la forma contraria al común de los mortales porque vamos camino de medio año de silencio consentido. Hemos sabido que durante este tiempo se ha controlado día tras día qué flota salía de los almacenes de Benzú, como también el número de operarios designados a las distintas zonas o el cometido desarrollado. También se ha sabido que los incumplimientos se iban anotando hasta formar parte de la hilera de folios que debían integrar la auditoría fantasma. Al menos lo es para los ciudadanos. Nada sabemos salvo el detalle de que la empresa, perder, no ha perdido dinero. Otra cosa también sabemos (y para esto no hace falta auditorías): que la ciudad sigue estando igual de sucia o peor.
“Tenemos un silencio consentido en torno a lo que pasó con esta auditoría y sus resultados”
Hubo un tiempo en el que para callar la queja ciudadana, los que nos mandan ser armaron de valor y comparecieron ante los medios reconociendo que no estaban contentos. Era una forma de estar cercano al sentir popular o la manera elegida para que no les lincharan por la calle si decían lo contrario. Se habló incluso de buscar una ‘salida’ airosa a Trace, facilitando el desembarco de otras empresas. “Todas las posibilidades están encima de la mesa”, ha insistido en no sé ya cuántos consejos de Gobierno su portavoz. Pero el hecho es que casi cinco meses después nadie comparece para comunicarnos qué pasa, qué se está haciendo mal y qué va a hacer la institución municipal con las partidas destinadas a que Ceuta esté limpia. La imagen de una ciudad lo es todo tanto para sus propios habitantes como para el que desembarca y empieza a patear las calles. Es entonces cuando se da cuenta del nivel que tienen, nada acorde con el que existió en su día y con el que debería tener. Esto causa un daño a la ciudad, tiene unas consecuencias nefastas, pero parece que esto a nadie importa porque nada sabemos de las críticas justas o injustas a los adjudicatarios del servicio.