La vida sigue igual en el entorno del Tarajal. Nada cambia. Siguen formándose las mismas colas y retenciones, incurriéndose en similares irresponsabilidades, cometiéndose las mismas prácticas al margen de las ordenanzas municipales.
Así, a pesar de que la nueva escalera ya está operativa y se ha bordeado la acera con una barandilla para garantizar la integridad de los que la usan, los porteadores siguen ocupando el carril que, a su vez, se había construido para que los vehículos del servicio público no quedaran atrapados en las colas.
¿Esto que produce? Pues lo que pueden ver cualquier día a cualquier hora: un tercer carril que para nada sirve porque sigue ocupado por porteadores y transeúntes. ¿El resultado? Que sigue habiendo colas, retenciones y el servicio público se desespera esperando una agilidad que ni llega ni puede llegar viendo que los comportamientos no cambian.
Los marroquíes intentan sacar su mercancía esperando que cambie el turno al otro lado. Esperan en la playa o lo hacen ocupando el tercer carril. Además siguen usando el hueco de la vieja escalera para arrojar los bultos e incluso para trepar y subir de forma más rápida en vez de dar toda la vuelta a pesar de que la escalera ya está finalizada. El riesgo es evidente tanto de atropello como de nuevas caídas producidas porque se sigue echando mano de la costumbre en vez de acatar las normas.
Incluso estando la Policía Nacional presente a pie de carretera y la Guardia Civil en la puerta de la frontera, resulta inviable darle la vuelta al caos para transformarlo en la normalidad ya perdida.
Incluso en el puente se acumulan porteadores para deshacer los bultos o para intentar dirigir a otros camalos, lo que termina incidiendo también en la generación de retenciones. A esto se añade la venta ilegal de productos, en plena vía pública, incumpliéndose las ordenanzas, que sigue produciéndose frente a la parada de taxis cual zoco de Castillejos pero con la salvedad de que esto sucede en Ceuta y no al otro lado de la frontera.
Día tras día a pesar de la presencia de efectivos de la UIP o de agentes de la Guardia Civil la normalidad queda quebrada. Las recortadas horas de operatividad del Biutz o la presencia de individuos que siguen desestabilizando el orden de las colas para dar preferencia a determinados bultos a pesar de que ya hayan desaparecidos los plantos ponen la guinda final al caos.