Ya lo informábamos en distintas ediciones. La presión migratorio llegada a las ciudades hermanas no sólo queda definida por la mayor habitabilidad de los CETI.
También los centros de menores lo padecen. El dato lo avanzaba ayer este medio: de los más de 30 inmigrantes que están en el Mediterráneo, sólo tres no son subsaharianos. La habitabilidad de este centro ha cambiado sobremanera, de acoger de forma esporádica a algún inmigrantes procedente del África subsahariana, ha pasado a servir casi íntegramente para esta acogida. ¿Y esto como repercute en los recursos de que dispone Ceuta? De múltiples maneras, pero sobre todo en el hecho de que un centro municipal termina funcionando como un pequeño CETI.
Maquinaria
Que un subsaharianos diga que es menor obliga a poner en marcha toda un maquinaria burocrática. Al final la gran mayoría termina comprobándose que es adulta, pero antes ha habido que hacer unas pruebas osométricas, ocupar temporalmente un centro de menores y efectuar un gasto de recursos humanos.
La misma secretaria de Estado de Inmigración, Ana Terrón, habló durante su visita a Ceuta de que la UE había uniformado una serie de trámites científicos para determinar las edades de estos inmigrantes.
La Policía Nacional habla ya de falta de medios, quizá porque nadie ha tenido en cuenta que para tratar este repunte hace falta mayor dotaciones.
¿Qué beneficios encuentra un subsahariano si se demuestra que es menor? Teniendo en cuenta que cabe un margen de error en la prueba osométrica de unos dos años, de entrada se dictaría un desamparo sobre el inmigrante quedando bajo tutela de la Ciudad, y pudiendo obtener una residencia que, de entrada, les es vetada en el CETI.
Ya la Fiscalía de Cataluña ha advertido de la masificación que están sufriendo los centros de menores por esta causa. Ceuta, tal y como se ve, lo sufre en parte: el Mediterráneo funciona ya como un pequeño CETI.