Con el objetivo principal de “conocer las percepciones docentes en torno al concepto de liderazgo en una cooperativa de enseñanza”, Jesús López Belmonte, Arturo Fuentes Cabrera y Antonio José Moreno Guerrero publicarán el sábado en la revista ‘Actualidades investigativas en Educación’ un estudio en el que también abundan en cómo “reconocer al líder de una comunidad educativa, identificar valores como el compañerismo o el trabajo en cooperación, y por último, conocer el sistema relacional entre docentes de un mismo centro educativo de naturaleza cooperativa”.
El estudio realiza un análisis desde un enfoque cuantitativo para toda la población de docentes que conforman las cooperativas de enseñanza de la ciudad autónoma (los colegios Beatriz de Silva, Severo Ochoa y San Daniel) y concluye que “no existe relación directa entre las variables género y liderazgo, y edad y liderazgo” y que “el líder en educación debe incidir en todos los miembros que componen la comunidad educativa con el fin de mejorar la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje y fomentar un buen clima de relaciones sociales”.
A juicio de los autores “resulta primordial que todas las personas profesionales de la educación que fluctúan en un mismo espacio y desarrollan su vocación docente estén liderados, coordinados, orientados y dinamizados por ciertas personalidades destacadas dentro de la organización”.
La tendencia actual del liderazgo se centra en “la coexistencia de diversos perfiles de personas destacadas sobre los demás por sus cualidades y destrezas significativas que los diferencian del resto de docentes que integran el claustro” y se ha pasado de la concepción de un único líder a la teoría de la eficacia “mediante la distribución del poder influencial y dinamizador que pueden ejercer varias personalidades en el reparto y desarrollo de cada una de las acciones”.
Los líderes “destacan por su constancia, trabajo, influencia, iniciativa, asertividad, empatía, comunicación, tolerancia, seguridad, reflexión y decisión, una serie de valores y cualidades que los diferencian del resto” y para conseguir sus propósitos en el centro cooperativo deben “implantar un sistema democrático, basado en el respeto, donde se tengan en cuenta los intereses, necesidades e inquietudes de cada uno de los miembros”.
Un aspecto “esencial” en el liderazgo es “el principio de reciprocidad” pues “tanto los líderes como los seguidores o compañeros de estos deben trabajar en la misma medida, poner todo su empeño, dedicación, colaboración, sacrificio, entusiasmo en la realización de los ejercicios cotidianos”.
Los resultados apuntan que “el género no influye en los elementos estudiados del liderazgo excepto en la opinión que tienen tanto hombres como mujeres de sus directivos en cuanto a si son auténticos líderes” (los hombres presentan una mejor opinión de sus líderes que las mujeres, a pesar de que estas son las que mayoritariamente están presentes en las cooperativas de enseñanza) y “lo mismo ocurre en relación con las conexiones existentes entre la edad de las personas cooperativistas y el liderazgo, en el que podemos afirmar que la edad no es un factor influyente en la opinión de este personal docente acerca del fenómeno estudiado”.
Belmonte, Fuentes y Moreno concluyen que “la figura del líder debe presentarse como un ejemplo a seguir, todo un referente, una persona cercana, amable, con iniciativa, innovadora y dispuesta a ayudar a cualquier trabajador a desarrollar su cometido”.
“La existencia de un liderazgo eficaz”, advierten, “va a depender de la correcta conjugación de los diversos elementos que inciden en este fenómeno, tales como: la predisposición de los trabajadores, los recursos disponibles, las metas propuestas y los problemas que engloban todo el entorno de la entidad”. Además, en la educación el líder debe incidir “en todos los miembros que componen la comunidad educativa: en los alumnos y en el colectivo de padres, con el fin de mejorar la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje y fomentar un buen clima de relaciones sociales”.
Los autores del estudio apuntan que para lograr la máxima eficacia del liderazgo se necesita, disponer de inteligencia emocional, la cual se encuentra sustentada por varios componentes como autoconciencia (conocimiento de uno mismo), autogestión (se centra en la meditación, reflexión y control de los impulsos, sentimientos, motivaciones a la hora de realizar diversas tareas), empatía y social, pues “hoy en día nadie se encuentra aislado de los demás, siempre hay alguien que establece un contacto o relación con otra persona” y el líder “debe fomentar las relaciones sociales” y crear nexos.
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