La presentación del libro de cuentos infantiles escrito por Javier Ángel Díez Nieto se convirtió en la otra crónica cultural de la jornada. Bueno, más que cultural, mejor podría calificarla de política. La guerrilla de candidaturas quedó plasmada a la perfección en el acto, con la presencia de los allegados al autor y la puesta en común de unos cuentos que deben tener ‘gato encerrado’. La moraleja debe estar en algún lado y, analizando la figura de Díez Nieto, seguro que hay más de una. El ex viceconsejero de Recursos Humanos a quien luego se le encomendó analizar unos medios de comunicación en plan ‘censurador’ sin poder, habrá dedicado alguna que otra historieta a los malvados del reino, a los cocineros de recetas imposibles, a los fantasmas y los que quisieran serlos y a los niños (por Dios, que nos duren y mucho porque son lo único puro que tenemos hasta que nos los joden). Dice que siendo político aprendió a contar cuentos. Sano ejercicio de sinceridad de quien ha comido de la olla de los despropósitos, de quien se ha dejado contaminar por un sistema que perdió la dignidad y el respeto impulsado por los griegos para dejarse envolver en la deplorable situación actual. Ahora, el ex político se deja atrapar por los cuentos, quizá intentando volver a etapas más puras, en las que los lobos son lobos, los luchadores y héroes no confunden sus papeles y en los que las funciones son demasiado sencillas: hay que salvar a las princesas, vencer a los malos y dejar que el mundo funcione de manera correcta.
En el pensamiento del popular metido a escritor de cuentos podría haber mil y una ideas, fantasías, mensajes subliminales... entre quienes acudieron a escucharlos había hombres y mujeres que saben mucho del cuento, de cómo contarlo y hasta de cómo vivirlo. También saben mucho de mensajes, de reinados, de desterrados, de siniestros y malvados, de niñas inocentes que no saben dónde está el norte y de otras que lo conocen demasiado. Seguro que no acudieron a escuchar a Javier Ángel para aprender de sus cuentos, quizá, más bien, acudieron a intentar escribir con su presencia la otra parte del cuento que quieren vivir porque incluso hayan podido llegar a creer que tienen derecho a vivirlo. ¿Cuánto cuento y cuánto de realidad teñida de despecho político se mezcló en la presentación del libro de Javier Ángel?