El jefe superior Torres le presenta al delegado verbalmente su dimisión

El delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, ha cumplido los 100 días al mando de la plaza de los Reyes encontrándose con una oferta de dimisión encima de la mesa.

La del jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía, José Luis Torres, quien, de manera verbal, ha mostrado al delegado su deseo de abandonar el mando de esta fuerza de seguridad por presiones. La oferta de abandono de Torres no se ha materializado por escrito todavía, así que institucionalmente no se ha adoptado una decisión ya que se está a la espera de que se sigan los cauces oficiales.
El paso dado por Torres no hace sino asomar la convulsa situación que se vive hoy por hoy en el Cuerpo Nacional de Policía, con presiones entre los propios componentes de la cúpula policial y con malestar en las bases. En el argumentario de Torres para dejar el mando estaría precisamente esta situación, ya que habría expuesto al delegado las presiones que tiene por las exigencias políticas dadas (en ese particular ‘cambio de directrices’ impuesto por González Pérez) y por las no tan llevaderas relaciones que tiene con el número 2 de la institución, Jaime de Castellví, quien tiene una categoría policial superior a la de Torres (es comisario principal) pero en cambio no tiene la batuta, aunque en la cúpula de mandos lo catalogan de “más profesional” que Torres y “menos político”. De trasfondo la  rebelión de las bases, las contrariedades entre algunas brigadas por la elección de sus jefes, ya que Torres ha optado por no apostar por los de Ceuta para dirigirlas trayendo jefes de la península, lo que no ha hecho sino provocar un mayor rebote entre las filas. Esta decisión se ha adoptado en al menos dos brigadas, la de Seguridad Ciudadana y la de Policía Judicial, por el ascenso y marcha de quienes antes las llevaban. Existía confianza entre agentes de la ciudad de llevar las riendas de ambos grupos pero se toparon con la sorpresa de que la confianza del jefe no se depositaba en ellos sino en foráneos.
Esta es la bomba de relojería que hoy por hoy domina la Policía Nacional, escondiendo una guerra de poderes, de presiones y de desconfianza entre mandos que deberían caminar por el mismo sendero pero lo hacen por distintos. Una guerrilla a la que la escala básica del Cuerpo no presta atención. “Mientras que a ellos nos les fastidien... esta guerra ni les va ni les viene”, apuntan fuentes policiales. Cosa distinta sucede en la cúpula, en donde desde hace tiempo los dimes y diretes, los enfrentamientos, la disparidad de criterios son cada vez más evidentes y terminan influyendo en el día a día policial.
En la salida dada por Torres a González Pérez le ha argumentado esas presiones como clave para ofrecer su dimisión, que se encuentra ahora encima de la mesa de un delegado del Gobierno que tiene claro que debe poner por delante éxitos policiales después de toparse, como reconocía en una entrevista concedida a ‘El Faro’ con motivo de sus 100 días, con una ciudad que reclama “más seguridad y tranquilidad”.
Esos enfrentamientos tienen también su lectura fuera de la Jefatura. Los sindicatos con representación sindical han ido incluso relajándose en el apego y defensa unánime que mantuvieron en su día, y del que incluso hicieron gala, hacia la Jefatura, sus mandos y sus directrices.

Sindicatos y fuerzas políticas ya han pedido antes el cese de Torres

La figura del jefe superior José Luis Torres ha estado muy ligada al ámbito político. Precisamente por eso, por ese marcaje que ha trascendido a la prensa, es por lo que en muchas ocasiones se le ha criticado. Fuerzas políticas como Caballas han pedido en más de una ocasión su cese (la última vez tras el incendio producido en Parques de Ceuta) y sindicatos como la UFP lo han hecho público en más de una ocasión cuando la Unión Federal de Policía la mandaba la anterior directiva. Hace un par de años apareció su nombre como posible candidato a ser el futuro director de Seguridad Ciudadana del Partido Popular, siendo la persona que designaría Juan Vivas para llevar las riendas de la Policía Local por encima del jefe Ángel Gómez. La publicación en prensa de aquella pretensión y la caída de quien podía ser su valedor, el ex consejero de Gobernación, José Antonio Rodríguez Gómez, en pleno revuelo de las facturas por las obras llevadas a cabo en la Policía Local aguaron ‘la fiesta’ e incluso Vivas se vio obligado a buscar una salida airosa ante los periodistas. El futuro político de Torres quedó ennegrecido y sin padrino.

Tres eran tres... en la cúpula

C.E./ ceuta
Las revueltas en la Policía Nacional también se extienden a otras fuerzas policiales como la Local. Lo hace con una diferencia. Mientras que en el Cuerpo Nacional de Policía las guerrillas se baten entre mandos, en la Local éstas las hacen los sindicatos, capaces de plantarse ante el mismísimo presidente Vivas para forzar un cambio de mando. Lo lograron con el consejero de Gobernación y lo están haciendo ahora, presionando a la figura que en su día idolatraron, el jefe accidental José Antonio Sorroche.
Así las cosas mientras se aclara el futuro del Paseo de Colón, en la Ciudad esperan el fin de la Semana Santa para disfrazar el recorte económico que supondrá la anulación del cargo de director general de Protección Civil para matar dos pájaros de un tiro. Devolver a Gómez del lugar del que salió a sabiendas de que la plaza es suya y en cualquier momento podría amenazar con ponerse el uniforme, y terminar con la apuesta personal de Juan Vivas por colocar a un jefe de su cuerda al frente de la Policía Local creyéndose capaz de controlar a los sindicatos del Cuerpo. La última carta conjunta de UGT, CCOO y CSI.F remitida a la consejera del ramo, Yolanda Bel, fue demoledora y sirvió para retirar la única pata de la silla sobre la que se sostenía Sorroche.
¿Y en la Guardia Civil? Calma mantenida. El teniente coronel del Cuerpo, Andrés López García, tomó las riendas de un Instituto Armado en el que la luna de miel entre AUGC y el ascendido a coronel, Ramón Cortes, hizo que nada malo se escuchara de la Benemérita en foro alguno. El desembarco de López no era querido por la asociación, que incluso llegó a mostrar su rechazo en una de sus tradicionales colaboraciones que bajo el título ‘Casa Cuartel’ vienen a plasmar el sentir de las bases de un Cuerpo encorsetado por su carácter militar.
López García se salva del trío de mandos, pero a su lado los movimientos siguen, aumentan las bajas entre los agentes y prevalece la advertencia del delegado del Gobierno de querer resultados, y pronto, de los sucesos que se vayan produciendo.
Las cúpulas de las distintas fuerzas de seguridad andan revueltas mientras que en la plaza de los Reyes y en África sus mandatarios políticos mantienen en común una máxima: al ciudadano hay que presentarle resultados para acabar con las sensaciones de inseguridad existentes.