Pecamos muchas veces de decir “no”, o “no me gusta” por anticipado. Sí, en ocasiones decir “no”, es necesario en algunas situaciones de nuestra vida pero anticiparse con la negativa sin ni siquiera haberse acercado a conocerlo, quizá nos prive de conocer y disfrutar de muchas cosas. Entonemos el mea culpa.
Esto pasa mucho con algunos estilos musicales no del todo conocidos o poco estudiados por el gran público, como pasa en concreto con la música de jazz: ese estilo de música que no se estudia generalmente en muchos conservatorios y al que sólo se le dedican unas pocas líneas en los libros de texto escolares. Por lo que para emitir un juicio de valor tendremos que acercarnos y conocer, aunque sea un poco, sobre él.
Sería muy ambicioso querer abarcar en un artículo toda la historia y evolución del jazz, pero sí podemos trazar unas líneas generales sobre su historia y características que nos permitan aproximarnos a este estilo.
No podemos hablar de jazz sin mencionar, al precursor de este estilo musical: el blues. Un estilo de música con orígenes afroamericanos basados en canciones de trabajo cargadas de tristeza y melancolía, llevadas por esclavos al sur de los Estados Unidos. Influyó en la música estadounidense y occidental en general, llegado a formar parte de géneros musicales posteriores como el jazz, ragtime, rock and roll, música country, entre otros.
El jazz hunde sus raíces en los años veinte del siglo pasado, conociéndose esos años como la era del jazz. Los afroamericanos fueron los iniciadores de este género, por lo que las melodías contienen recursos típicos de la música africana, como por ejemplo, el uso de la pregunta-respuesta de la melodía; un recurso muy utilizado en las melodías efusivas de la tradición del góspel afroamericano.
La melodía del jazz se caracteriza por tener un estilo de improvisación (De improviso, hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación). Se elaboraban a menudo en los ensayos o se tocaban de memoria. El jazz era sobre todo un arte del intérprete.
El estilo más destacado del jazz después de la Primera Guerra Mundial se conoce como jazz de Nueva Orleans; este estilo se centraba en la variación en grupo de una melodía dada, dando como resultado una conjunción de melodías con alternancia de solos en los que el resto del conjunto proporciona un fondo rítmico-armónico.
El desarrollo de este estilo se vio estimulado por la rivalidad entre creoles o criollos (musicalmente cultivados) y los afroamericanos sin formación musical pero con grandes habilidades para la improvisación. Algunos se unieron y se crearon bandas; conjuntos pequeños formados por instrumentos melódicos (como la trompeta, saxofón…) e instrumentos que aportaban el fondo rítmico-armónico como la batería, el piano y el bajo). Principalmente la melodía era expuesta al principio por uno de los instrumentos mientras los solistas o combinaciones de instrumentos tocan sobre ella. Estas repeticiones se denominan chorus donde el instrumentista o el grupo de instrumentos realizan ideas musicales nuevas sobre esa base melódica dada. Ahí está la improvisación. El momento donde el instrumentista saca a relucir sus dotes en la improvisación y de manejo del instrumento. Acordémonos de los célebres solos de trompeta de Louis Armstrong.
Pero, ¿Qué función tenía el jazz? ¿Solamente el ser escuchado por un público que acudía a las salas y permanecía sentado? Su función-en los primeros años- era la de acompañar al baile. Esta música era interpretada por bandas que fueron poco a poco haciéndose más grandes, tomando auge en los años veinte hasta crearse las big bands en los años treinta, que estaban formadas por tres secciones: metales (trompetas, trombones…), lengüetas (clarinetes, saxofones…) y sección rítmica (piano, batería, bajo…). También estas bandas acompañaban a la voz de algún cantante.
Pese a que los solos antes mencionados podían improvisarse, la pieza que interpretaban las big bands estaban escritas por un arreglista que en ocasiones podía ser el mismo director, como pasaba con Duke Ellington. Estas bandas captaban el espíritu espontáneo de la interpretación improvisada, pero se escribían buena parte de ellas. La combinación de arreglos más los nuevos ritmos de jazz dieron lugar al swing: un estilo de jazz que se originó en Estados Unidos a finales de los veinte y que utilizaba tiempos medios y rápidos con la misma instrumentación habitual del jazz. Fue con el swing donde el conjunto big band adquirió mayor importancia destacando aún más el papel del solista. Este estilo continuó en los años treinta y cuarenta. Durante estos años, Ellington fuera la figura más destacada del jazz, y también en los años posteriores, ya que tuvo un papel determinante en el reconocimiento del jazz como un tipo de música de concierto y no como un mero entretenimiento.
Poco a poco el jazz fue creciendo y adquiriendo mayor popularidad mediante el nacimiento de la industria discográfica, la radio,-que por aquel entonces estaba despegando-. Esta popularidad in crescendo, hizo que las bandas no solo estuvieran formadas por afroamericanos sino que las bandas blancas irrumpieran en el mundo del jazz, como por ejemplo, la de Glenn Miller. Esta difusión hizo que el jazz saliera de su América natal y llegara a Europa donde los amantes de la música lo conocieron gracias a las grabaciones importadas, música impresa y a conjuntos itinerantes de jazz. También los soldados afroamericanos que lucharon en la Primera Guerra Mundial, habían contribuido a introducir este nuevo estilo.
Cada año –y ya llevan veinte– se celebra en Ceuta durante dos fines de semana de noviembre el Festival de Jazz al que acuden grupos de fama nacional e internacional-y al que suele acudir un público fiel pero no muy numeroso-, siendo pues una oportunidad que tiene el público ceutí para acercarse a este tipo de música que seguro no dejará a nadie indiferente. Sólo hay que dejarse envolver por la música.
*Patricia Pérez Rodríguez Licenciada en Historia y Ciencias de la Música