El Salón de actos del Campus Universitario acogió ayer durante todo el día la primera sesión de ‘Multiculturalismo, Integración y Conflicto’, el Congreso internacional organizado por el Centro Universitario local de la UNED y el Instituto Max Planck con la intención de explorar todas las caras de la convivencia desde una perspectiva “amplia”, según explicó Günther Schlee, uno de los directores de la entidad alemana de Antropología Social promotora del evento, que hoy continuará con varios seminarios de investigadores y que terminará mañana.
Las sesiones en el Campus se combinan con visitas a distintos puntos de la ciudad como la mezquita de Sidi Embarek, el Templo Hindú, la Puerta Califal, los miradores y un viaje en el barco turístico.
La primera jornada tuvo como ponente de la conferencia inaugural, titulada ‘Diversidad Cultural. Concepto, Principios, Experiencia’, a Honorio Manuel Velasco, catedrático de Antropología Social y Cultural de la UNED.
Tras él, los representantes del ‘Max Planck’ expusieron su proyecto de convivencia y Lucía Galán hizo lo propio con el Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural que coordina en la ciudad.
Carlos Rontomé disertó sobre ‘Convivencia, radicalización y formación de identidades en Ceuta’ antes del parón de mediodía y por la tarde tomaron el relevo Ibtisam Sadegh, doctoranda de la Universidad de Amsterdam, que habló de sus investigaciones sobre ‘Matrimonios mixtos en Ceuta’, y Sol Tarrés, de la Universidad de Huelva, que profundizó en ‘Diversidad religiosa y servicios funerarios’.
La maltesa, que pasó catorce meses en la ciudad contactando con parejas con miembros de distintas confesiones, concluyó que ese tipo de uniones se “celebran” como paradigma de la convivencia y se “problematizan” al mismo tiempo.
O lo que es lo mismo, son aplaudidas pero sobre todo si están lejos, si no la protagoniza el hijo o, sobre todo, la hija de la persona a quien se interpele, con independencia de si se es de la comunidad cristiana o musulmana, pues para esto tiene más trascendencia el estereotipo que asigna un nombre de la convicción en su fe de quien se trate.
Sadegh profundizó en cómo se difunden, incluso en esos matrimonios mixtos, tres estigmas: uno, que “no duran”; otro, que el miembro musulmán va a “oprimir” al cristiano (en muchas ocasiones tomando la conversión, aunque fuese una decisión individual e incluso previa, como prueba); y un tercero, que las parejas transnacionales, las más habituales, habitualmente de hombre ‘cristiano’ español con mujer marroquí, son “de conveniencia”.
Tarrés ofreció un atractivo repaso por los ritos funerarios de las cuatro comunidades religiosas tradicionales locales que concluyó con un reflexión preocupante tomada a un funcionario con años de experiencia en la materia: “Antes había un gran mestizaje en Ceuta. Ahora estamos volviendo a la Edad Media, cuando la religión era el caballo ganador”.
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