Categorías: Opinión

El hombre de los hielos

No me refiero a ningún de los políticos españoles, que de vez en cuando aparecen en las pantallas de las televisiones con sus caras casi petrificadas, haciéndose de nuevas, y queriendo dar la impresión de que no ha pasado nada.

Se trata de Ötzi, ese antepasado nuestro que vivió en la región de los Alpes hace unos 5.300 años y que se conservaba congelado bajo los hielos perpetuos de las altas montañas.
Cuando aparezca este artículo, cerrará sus puertas una exitosa exposición en el Parque de las Ciencias de Granada titulada ‘Momias. Testigos del pasado’.   Hacía mucho tiempo que queríamos verla. Y ha sido posible, porque su clausura se ha pospuesto en varias ocasiones, dada la enorme aceptación que ha tenido. Es lo que suele ocurrir con casi todas las exposiciones de este magnífico parque, que en 20 años de existencia ha contribuido de manera formidable a la difusión de la ciencia y a la expansión del turismo cultural en la ciudad de Granada. Algún día habrá que analizar el impacto que su actividad está teniendo en el crecimiento de la investigación científica.
En esta exposición hemos conocido la vida y costumbres de Ötzi. Las armas que portaba o las pieles que le protegían del frío. Pero también, gracias a los avances de la ciencia, se ha podido saber de qué se alimentaba, las enfermedades que padecía, las heridas que le provocaron la muerte o que tenía 46 años al morir. Incluso se podía contemplar una reproducción científica a escala de su cuerpo y rostro. Pero había más. Momias Andinas, momias guanches. momias egipcias. Momia de Galera (Granada).
Como se explica en los documentos del Museo, la exposición, lejos de ser algo tétrico o morboso, es una ventana directa al pasado y una importantísima fuente de información de la ciencia. A través del análisis de estos cuerpos, unos conservados de forma natural y otros preparados artificialmente para permanecer intactos a lo largo del tiempo, la ciencia nos revela cómo éramos, cuánto vivíamos, de qué nos alimentábamos, cómo nos vestíamos, qué costumbres teníamos o qué rituales celebrábamos.
Pero además, como siempre nos ha ocurrido en las distintas exposiciones que hemos visitado en el Parque de las Ciencias, pasear a lo largo de sus salas ha sido motivo de intensas reflexiones, agradablemente interrumpidas por niños que corrían o que en grupos atendían con enorme interés las explicaciones de sus profesores o padres. En este caso, al tratarse de cuerpos humanos muertos, algunos con una antigüedad de 7.000 años, otros con menos de 100, todo te llevaba a recapacitar sobre la fragilidad de la materia de la que estamos hechos o sobre la levedad de nuestra existencia. Y sobre todo, a lo iguales que somos todos en el final de nuestros días. ¿De verdad merece la pena batallar tanto para conseguir riquezas? ¿Acaso no sería mejor contribuir entre todos a hacer más agradable nuestro fugaz paso por este mundo?
Una segunda reflexión ha sido para el importante papel que tiene la ciencia en nuestras vidas. Ponerse junto a Ötzi y comparar lo que era la vida de entonces, con las comodidades de las que hoy disfrutamos una gran parte de la humanidad, es una experiencia interesante. Pero mucho más, poder comprobar la enorme importancia que para nuestro futuro tienen los avances científicos que han podido dilucidar hasta el más mínimo detalle de la vida de este antepasado nuestro.
Es evidente, y está comprobado con estudios solventes, que las sociedades que dedican importantes recursos a la investigación científica progresan más y hacen más felices a sus ciudadanos. Y esto es así porque la ciencia se apoya en la curiosidad permanente de las personas que la hacen avanzar y en su inconformismo. Por esta razón, la enorme labor de difusión científica que hace a diario el Parque de las Ciencias de Granada es una de las más seguras contribuciones al progreso de la ciudad de Granada y su entorno. Y por ello, tanto las personas que hemos nacido en esta tierra, como las que la visitan, tenemos una enorme deuda de gratitud con el equipo humano que hace posible día a día esta realidad.

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