El padre Juan Carlos se despedirá de Ceuta el próximo día 20 de junio después de cinco años. Este sacerdote venezolano, misionero y colaborador presbítero de parroquias como la de Los Remedios o Santa Teresa y también en la Casa de Convivencia de Loma Margarita, dejará una honda huella en la feligresía ceutí.
“Aquí en Ceuta dejo ya a mi otra familia”, revela. Juan Carlos Martínez Bejarano, de 46 años y venezolano nacido en la Isla Margarita, regresa a su país de misión. Su nueva encomienda a partir de septiembre será también muy importante para él, por la labor social que desarrollará junto a cinco familias venezolanas con las que hará una misión evangelizadora - “vamos a implantar una iglesia”, dice- en un humilde barrio de pescadores de la localidad de Corupa.
Pero aquí en Ceuta deja su impronta. “Me he sentido muy querido y muy apreciado”, añade. En estos cinco años su labor ha llegado a decenas de personas, “muchas de ellas necesitadas de ayuda espiritual”, matiza. Su experiencia en la ciudad ha sido muy buena, “estupenda”, subraya, “y me voy muy contento porque aquí dejo a una familia nueva”. El pasado 6 de marzo en una audiencia en el Vaticano fue seleccionado por el Papa Francisco para dirigir esta misión evangelizadora, “para ayudar a gente muy humilde y que lo necesita mucha”. Para ello contará con la inestimable colaboración de otras cinco familias venezolanas, todas con hijos, que también se sumergirán en la realidad de Corupa en una misión Ad gentes, algo que le fue solicitado al Papa por el obispo de la zona Monseñor Jaime Villarroel. La misión no comenzará hasta el mes de septiembre pero el padre Juan Carlos estará en julio de nuevo en Venezuela natal para pasar algún tiempo con los suyos, con sus familiares, y reunirse con quienes le acompañarán en su nuevo desempeño.
Antes que en Ceuta, estuvo de misión también en Marruecos, en la iglesia de San Francisco de Asís de Casablanca, “donde pude atender a una pequeña comunidad de feligreses”, y aunque la realidad del país vecino “es bien distinta, también me marché muy contento con la experiencia”.
Juan Carlos Martínez “venezolano y español”, matiza, lleva casi la mitad de su vida vinculado a la Iglesia, veinte años de ministerio sacerdotal y diez como misionero itinerante. De Ceuta se despide ya pero promete regresar tan pronto como pueda. “No es una despedida, es solo un hasta luego”, explicaba ayer a El Faro. Ceuta también le ha calado hondo.