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“El hallazgo de este horno trae más interrogantes que respuestas”

El hallazgo arqueológico realizado por José Manuel Pérez Rivera permite concluir que el procesamiento de metales en Ceuta ya era posible a finales del siglo XI o principios del XII.

Así se puede deducir tras el descubrimiento de los restos de un horno que se han localizado en un solar de la calle Eduardo Pérez, junto al edificio de los juzgados. En ese lugar se puede apreciar los restos de una estructura semicircular de más de dos metros de diámetro y que cuando era utilizada, estaba cubierta por una bóveda realizada con arcilla. En su interior se alcanzaban los mil grados, la temperatura necesaria para fundir metales como el hierro y liberarlo de sus impurezas con las que se extraía de algunas vetas que existían en Ceuta. Junto a los restos del horno, se distinguen estructuras que indican la existencia de calles, está lo que queda de un pozo datado en época contemporánea y las baldosas y el encofrado de una dependencia que debió de formar parte de una vivienda.
–¿En qué consiste este hallazgo arqueológico?
–Se ha hecho una excavación arqueológica preventiva que nos ha permitido documentar una amplia secuencia estratigráfica que ocupa desde la época contemporánea hasta el siglo XI. Lo más relevante de lo documentado es un horno de procesamiento de metales de época altomedieval. Se ha encontrado la planta del propio horno de algo más de dos metros de diámetro y su cámara de combustión donde se realizaba todo el proceso de transformación del mineral en el metal. Se han recuperado del interior del horno una cantidad significativa de escoria que está siento analizada en el laboratorio para poder esclarecer qué tipo de mineral se procesaba. Todo apunta a que principalmente se utilizó el hierro, pero hay algunos indicios que nos permiten proponer que también se utilizaron otros metales como el cobre e incluso también objetos de vidrio.
Es un hallazgo interesante porque permite establecer cuáles serían esos momentos de ocupación temprana de la zona de la Almina. Es una zona, hasta ahora, poco documentada, con niveles de época altomedieval. Y además, dedicada a una actividad como la metalurgia, de la cual para esta época no hay ningún tipo de fuente escrita ni si quiera indicio arqueológico. Está ubicado en una zona especialmente interesante para este tipo de actividades ya que era una zona alta, bien aireada. Con lo cual, todo el problema del humo sulfuroso que está relacionado con este tipo de instalaciones estaría salvado. Parece ser que toda la zona que estaría más densamente poblada sería la más baja. Y esta zona, por estar llena de colinas y ser menos apta para el urbanismo, se dejó para otros usos.
–¿Qué motivo ha llevado a excavar en este lugar?
–Existe desde hace algunos años una normativa local que determina que antes de conceder una licencia urbanística en determinadas zonas de la ciudad, en las de mayor interés arqueológico, como el centro, hay que presentar un informe arqueológico donde se evalúe la existencia o no de restos. Y en el caso de que aparezcan, hay que realizar un informe sobre todos los hallazgos y el material que se haya podido documentar en ese yacimiento.
–Este hallazgo no tiene suficiente valor material como para aconsejar su conservación, pero ¿qué valor tiene desde el punto de vista científico?
–En el plano local es interesante para estudiar cómo fue la ocupación de la Almina en sus momentos iniciales del siglo XI y XII. Todas las ciudades medievales tendían a concentrar los barrios artesanales en determinadas zonas. Aquí hemos encontrado algunas de estas calles que rodean este horno. Con lo cual, no es una instalación aislada, sino que está dentro de un primer entramado urbano, que es el que se encuentra en este yacimiento.
–¿El descubrimiento de este horno es tan relevante como para cambiar la idea de que en aquella época la economía de nuestra ciudad se basaba fundamentalmente en la actividad pesquera y el comercio?
–Si la metalurgia hubiera sido una actividad fundamental en la economía medieval de Ceuta, habrían quedado fuentes escritas. Igual que se habla mucho de la pesca, de la joyería, del coral, de este asunto no se habla, por lo menos para estos momentos. En época tardía sí que hay referencias a las extracciones de mineral, sobre todo del hierro. Lo interesante de este caso es que el hallazgo corresponde a un momento histórico de finales de finales de los taifas, principios de los almorávides, en el que Ceuta adquiere una gran notoriedad como lugar estratégico, sobre todo por esos movimientos políticos que hay, movimientos de la Reconquista, momentos de la llegada de estas dinastías bereberes, como son el mundo almorávide y almohade, el apoyo a estos reinos de taifas... Ceuta se convierte en un lugar importantísimo. Al ser un lugar estratégico, tenía que dotarse de una serie de materiales. El metal es fundamental en la economía, sobre todo para abastecer a los barcos, para la construcción de viviendas, posiblemente también para la elaboración de armamento... No hemos encontrado ninguna pieza que sea claramente armamento, pero en Algeciras sí que las fuentes hablan de la importancia de las construcción de barcos en este momento y anteriores. Ceuta fue una importante base de barcos de guerra. Puede ser que el horno esté en esa línea.
Incluso, el hecho de que el horno se situara aquí, dentro de la ciudad, en la zona más protegida, y no más cerca de los lugares donde estaría el mineral, es posible que tuviera un carácter estratégico de ubicar este tipo de instalaciones que son necesarias para la dotación de esas tropas dentro de la ciudad y no en un lugar donde podían ser atacadas.
–Por lo tanto, el horno no sería una infraestructura de una actividad económica en sí misma, sino de tendría una función de apoyo, de facilitar material para reparaciones o artículos básicos.
–Esa es una línea interpretativa que tiene bastante peso, que este horno tuviese esa consideración instalación clave para, en un momento determinado de la historia de la ciudad, estuviese bien abastecida de un material tan necesario como el hierro, imprescindible en la construcción de barcos o para fabricar armamento.
–¿Han podido determinar de dónde provenían las materias primas, tanto el mineral como el combustible para el horno?
–Hemos hablado con un compañero, Francisco Parela, que es geólogo y nos ha hecho un plano situándonos dónde están los yacimientos conocidos de hierro. Hay una zona en San Amaro, un lugar al que precisamente se le denomina barranco de hierro, en la zona donde estan los depósitos de la Ducar, en ese farallón hay presencia significativa de mineral de hierro. También en la zona del Sarchal se han localizado filones interesantes de hierro y sobre todo en la zona del campo exterior, en la zona de Benzú. Allí, hasta hace unos años había unos hornos dedicados a trabajar el hierro. De hecho, aquí hemos encontrado algunas piedras de sílex que sólo se localizan en el entorno de Benzú. Es posible que el material pudiera traerse desde ese lugar hasta aquí. Esto son hipótesis hasta que no tengamos los resultados de los estudios de las muestras que hemos mandado a analizar y veamos todo en detalle. Las muestras nos permitirán comparar las escorias localizadas aquí con las muestras de minerales de lugares próximos y dar así con el punto de donde procedía el mineral.
–¿Qué temperatura necesitaba alcanzar este horno?
–Para fundir el hierro, aproximadamente, más mil grados.
–¿Y de dónde podría venir todo combustible necesario para conseguir llegar a esas temperaturas?
–En un taller de forja podría utilizarse sólo madera, pero para este horno tenía que usarse exclusivamente carbón vegetal. O sea, que tendría que haber instalaciones paralelas, las carboneras, que podrían estar cerca de aquí. Lo normal es que trajeran el carbón de zonas boscosas. De esa época hay pocos datos sobre el estado de la paleobotánica, pero sí se sabe que en la zona del campo exterior había un bosque importante, ese bosque mediterráneo primitivo que quedaba en Ceuta, de alcornocales, de encinas... Se han encontrado algunas carboneras en la zona de Benítez, pero no se sabe muy bien su cronología aunque sí que esa actividad de elaborar carbón vegetal se ha estado realizando en el campo exterior. Es posible que también en el Hacho quedaran algunas zonas de bosque que en ese momento pudieran ser explotadas para carbón vegetal que se necesitaba para este horno.
–El hallazgo de este horno plantea más preguntas que respuestas.
–Eso es así. Ahora hay que analizar de dónde obtenían los recursos, identificar de dónde sacaban el mineral, dónde obtenían el carbón... Vamos a saber de que especie de árboles los conseguían a partir de las muestras de carbones que hemos recogido. También hay que responder a preguntas sobre la funcionalidad del horno, el tipo de objetos que se podían elaborar, si sólo eran de un material o eran de más, ver qué tipo de uso se daba a los materiales que se producían aquí... El hallazgo de este horno nos trae muchos más interrogantes que respuestas.
–Nos hemos centrado en el horno, pero a su alrededor hay otra serie de estructuras.
–El horno está perfectamente delimitado por una serie de muros. Además, tanto a la parte oriental como occidental, hay unas calles. Y después hay unas estructuras de época posterior. Todo esto se abandona. Hay una ocupación de época bajomedieval. Esa calle se abandona, se rellena y se construye una habitación, en la que se ha recuperado materiales que pertenecen a los momentos finales de la ocupación islámica de Ceuta, de principios del siglo XV. Incluso hay material que puede ser de la época portuguesa. Es muy parecido a lo que se ha encontrado en el yacimiento cercano de Huerta Rufino.
En esta zona, cuando llegan los portugueses, la expolian y se abandona. Los portugueses limitaron la ciudad a la zona entre los dos fosos.
Este yacimiento del horno es un tipo de contexto arqueológico muy frecuente en este entorno.
–Los restos de la calle que se han descubierto aquí van en dirección al yacimiento de Huerta Rufino.
–Sí, pero hay una diferencia cronológica importante entre ambos. Aquí estamos hablando del siglo XI o XII. Y, por lo que sabemos, la urbanización de Huerta Rufino es posterior, de mediados del siglo XIV o finales del XIII.
Aquí, en este yacimiento, ya hay un protourbanismo. La presencia de calles significa que existe una planificación urbana. Hay una intencionalidad al situar este tipo de instalaciones (el horno) en este lugar y no en otro.
–¿Y el pozo que está al lado?
–Es de época moderna contemporánea. Hay una diferencia cronológica con el horno muy importante. De hecho, este tipo de estructura, el pozo, lo que ha hecho es romper los niveles inferiores. Esto es algo habitual en contextos arqueológicos urbanos, donde se produce una superposición de estructuras. Las estructuras más recientes rompen las más antiguas; con lo cual, la lectura arqueológica no siempre es fácil. En este caso, aun teniendo una estratigrafía compleja, sí se ha podido hacer una lectura más o menos clara.
–¿No hay nada que buscar en capas inferiores?
–En la parte más occidental estamos por debajo del nivel arqueológico. Estamos por debajo del nivel de roca. Por lo tanto, no hay posibilidad de que aparezca nada. Hemos excavado al máximo el área de mayor potencial arqueológico
–Queda un espacio junto a los muros del solar que aún no se ha excavado. ¿Existe la posibilidad de encontrar ahí algo?
–Hay se ve un muro y al otro lado del muro sí se ve una serie de estructuras, un muro con un suelo y debajo está hueco. Si hay una relación, que parece bastante factible, que podrían ser restos del horno y las instalaciones que habría más allá, sería interesante saber si hay está, por ejemplo, la parte del taller de herrería, del taller de forja. Eso, cuando se haga el movimiento de tierra, se hará un seguimiento para, una vez que se saquen todos los niveles superiores, podamos acceder a ese punto e intentar, en la medida de las posibilidades, averiguar algo más sobre esta estructura.
–A medida que excavamos, vamos retrocediendo en el tiempo.
–Esto es como un libro. Ahora estamos en la época reciente y según vamos bajando, vamos descendiendo en la historia hasta que llegamos a los niveles más antiguos, que en este caso son los correspondientes al horno finales del siglo XI o principios del XII.

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