La inmensidad de una ola gigante del Japón y el hilo de agua del Darro granadino comparten estos días un mismo rincón ceutí. En las nuevas instalaciones del Museo de las Murallas Reales se está desarrollando hasta el martes un taller de grabado al que están asistiendo 13 alumnos de todas las edades .
Desde el pasado lunes, los asistentes al curso de grabado se encuentran aprendiendo dos técnicas plásticas de uso reciente. Así lo explica Belén Abad, la profesora. “Son procedimientos plásticos que se extienden en el periodo de las vanguardias. Los grabados de Picasso y las aguafuertes de Miró han sido dos de los grandes exponentes del siglo XX”.
Son dos técnicas las que Abad imparte: “El ‘collagraph’ consiste en elaborar una matriz a base de pegar sobre un soporte elementos que puedan ser entintados y estampados”. En el curso sólo una mujer lo está llevando a cabo. Ayer aplicaba cola sobre los abridores de latas de refrescos, con el fin de configurar el relieve necesario para el posterior estampado.
El resto de alumnos se afanaban con la técnica de punta seca. El proceso consiste en realizar incisiones con un punzón sobre una matriz de metacrilato, cuyo dibujo resultante adquiere el relieve necesario para el posterior entintado.
El proceso del entintado pertenece ya al segundo paso, el de la estampación. “La primera parte de la semana la hemos estado dedicando a la confección de la matriz. Posteriormente procederemos al entintado, el limpiado y, por último, a la estampación propiamente dicha”.
Es ahí cuando entra en juego el tórculo, la plancha, la prensa, que es un “aparejo formado por dos cilindros que actúan sobre una platina, que es el elemento más característico de un taller de estampación”.
Mientras Abad atiende a la prensa, los alumnos permanecen concentrados en sus obras. Una mezquita siria, una estampa anónima de Sevilla, Chaouen, la catedral de Tarragona, un gorrión, el maremoto de Hokusai y dos imágenes del río Darro. Agua, el omnipresente agua ceutí, sin nada que envidiar a los aguafuertes de Miró.