Categorías: Opinión

El futuro uso de la Sirena de Punta Almina

La obligación de rehabilitar el edificio que albergaba la antigua sirena para avisar a los barcos de las nieblas persistentes (taró en el argot más del gremio de pescadores y marinero) ha recaído sobre la administración general del estado. No podía ser de otra manera teniendo en cuenta que son las administraciones públicas las que deben velar por el mantenimiento de sus propios edificios que se han sufragado con los impuestos públicos. En muchas ocasiones hemos denunciado la desidia de lo público por sus edificios ceutíes, y han pasado muchos años para que se hayan acometido algunas necesarias actuaciones de rehabilitación. La mayor parte de nuestro patrimonio arquitectónico está en manifiesto abandono y solo en algunos pocos edificios, se ha intervenido. Pues bien, este es el caso de la conocida Sirena de Punta Almina, la cual, después de décadas de olvido, ha vuelto a renacer como edificio rehabilitado con fondos públicos.
Ya la Agenda 21 recoge en su apartado tercero lo siguiente: Se propone la creación de un observatorio de aves y cetáceos en la sirena de Punta Almina y de nuevos espacios verdes y de ocio. La inclusión de la rehabilitación de la antigua sirena de Punta Almina en la Agenda 21 se entiende dentro del marco del desarrollo ambiental y cultural, convirtiendo una antigua infraestructura de protección al tráfico marítimo en la sede de un centro de interpretación de las migraciones que protagonizan muchas especies animales por mar y aire. Convertir un lugar emblemático, como la antigua sirena, en una atalaya para la observación y lugar de encuentro de turistas y todo tipo de personas que disfrutan del Monte Hacho a diario y en especial los fines de semana. Este proyecto impulsado por el mencionado documento y consensuado con el gobierno de la ciudad fue presentado al anterior Delegado del Gobierno, señor Chacón, quién acogió la propuesta con entusiasmo y nos manifestó le parecía muy apropiado ya que el litoral  de Ceuta era muy singular y merecía preservarse y potenciarse en beneficio público.
Nos encontramos en una época de grandes cambios en la fisionomía urbana de la ciudad y la obra del sellado del antiguo vertedero de Santa Catalina proporcionará un nuevo espacio para el ocio activo, la cultura y la concienciación ciudadana. Nunca hemos ocultado los aspectos negativos de esta obra (en especial la ocupación del barranco dónde está enterrada la infame bolsa de desechos) pero también deseamos resaltar lo positivo que será la conversión de esta área en una gran zona de esparcimiento y disfrute, la dignificación del entorno de los cementerios y la posibilidad de desarrollar en esta zona diversos proyectos que converjan en una apropiada interpretación del Parque Cultural y Natural del Monte Hacho. Un concepto interpretativo del Monte Hacho que llevamos mucho tiempo intentando impulsar desde nuestra tribuna de opinión. Esta zona podría convertirse en un espacio para la celebración del paisaje dónde tendrán cabidas muchas opciones para disfrutar y aprender, dónde incluso se pueda volver la mirada atrás en el tiempo y recuperar algo la tradición rural que tuvo el Monte Hacho, a través de sus huertas, incorporando actividades de horticultura y silvicultura. En este contexto, se tendrán que compatibilizar estas actividades con algunas infraestructuras de gestión ambiental, que por otra parte deberán abrirse al público y explicar su funcionamiento en beneficio de la salubridad ambiental de nuestro territorio.
La conectividad entre los elementos que conforman este espacio y sus ofertas se nos antoja fundamental si se desea poner en relación todo el entorno del antiguo vertedero y ofrecer una oferta cultural y ambiental coherente. Por consiguiente, el espacio de la antigua sirena de Punta Almina debe tener el uso previsto por el consenso ciudadano.
Otras posibilidades de uso de este emblemático lugar se pueden pensar, entre ellas deseamos destacar la conversión en un restaurante privado, que es algo que desde hace años siempre ha estado de alguna manera presente en la mente de algunos. Restaurantes atalayas hay muchos y variados por el mundo, sin ir más lejos, en Canarias el genial César Manrique diseñó algunos restaurantes de cocina tradicional canaria emplazados en lugares arrebatadores para la vista. Sin embargo, una prudente y realista consideración quizá haga entender que Ceuta no es quizá Canarias y que el lugar no reúne muchos días al año las condiciones metereológicas más idóneas, amén de su falta de espacio para los vehículos de la clientela. No deberíamos además dejar pasar un detalle significativo, como es el hecho de que son los impuestos de todos los que han pagado la rehabilitación. No parece muy acertado que ahora que se ha rehabilitado vengan a montar el negocio privado y nos quedemos todos con la cara de póquer, si es que existe una expresión de estas características que refleje la cara que se nos quedaría a todos si se produce tamaña tropelía. Suponemos que las declaraciones efectuadas a los medios por el actual Delegado del Gobierno a este respecto estarían orientadas a una eventual falta de interés reciente de los colectivos implicados (SEO  y Septem Nostra-Ecologistas en Acción y resto de asociaciones ciudadanas que han participado en la Agenda 21 de Ceuta) o de imposibilidad económica de las administraciones dado el estado de carestía en el que está inmerso nuestro país. No dudamos en absoluto del sincero interés del mandatario político por hacer lo posible por devolver a la sociedad lo que esta ha invertido a través de sus impuestos. En cualquier caso, el lunes esperamos poder expresarle nuestras inquietudes al respecto. Sin embargo, debemos indicar que las asociaciones estamos entusiasmadas ahora aun más que cuando comenzaron las obras y también impacientes por llenar de contenido el espacio. Poco se requiere de inversión pública en estos momentos y con un modesto acuerdo de gastos y de vigilancia, nos podemos hacer cargo de la instalación en beneficio de todo el cuerpo social ceutí. Unos modestos paneles, unas salas acogedoras con medios para observar a distancia, algún montaje de osamentas y poco más son necesarios para comenzar nuestra tarea en la sirena de Punta Almina. Todo esto está recogido en el plan de acción de la Agenda 21 que se presentó en 2010 dentro de la línea estratégica I: patrimonio natural y cultural.
En agosto del año pasado el decano de la prensa local publicaba unas declaraciones de la directora general de infraestructuras del ministerio de defensa, Mónica Melle dónde confirmaba el uso medioambiental que se le daría al espacio rehabilitado. Tanta contradicción no puede existir o al menos no debería existir en las decisiones políticas que benefician a todos, y desde luego la crisis económica no puede servir de cuartada para castigar todavía más a la cuestión ambiental y cultural.

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