“El fútbol es muy ingrato porque hay más disgustos que alegrías”

Procede de una familia humilde. Las necesidades del hogar le hicieron ponerse a trabajar a los catorce años -era el segundo de una familia de seis hermanos- con la intención de ayudar a la economía familiar, es decir, algo muy habitual hace unos años. Desde joven supo buscarse la vida hasta que encontró un trabajo más o menos estable en el sector de la construcción, donde ha ejercido durante más de veinte años. Sin embargo, los rigores de la crisis han provocado que desde hace unos meses se encuentre desempleado, a pesar de lo cual no pierde la esperanza de volver a encontrar un trabajo.
Su vida también tiene tintes “negros” por su relación con el colectivo arbitral. Una apuesta le hizo ser colegiado y ha permanecido veinte años -desde 1.981 hasta el 2.001- en el Comité de Árbitros, del que desde hace cinco años es el secretario.
Aunque reconoce que era tarjetero, Manuel Román (Ceuta, 1962) -casado y con dos hijas (Raquel y Monse)- colgó el silbato orgulloso de haber desempeñado con honestidad una labor ingrata debido a que el mundo arbitral siempre suele dar más disgustos que satisfacciones. Al menos así lo piensa este luchador y amigo de sus amigos.

–¿Qué recuerdas de tu niñez?
–Me crié en una familia humilde en el Patio Centenero donde dormíamos en una barraca como podíamos aunque mi padre se esforzaba todo lo posible para que no nos faltara de nada. Hubo momentos muy difíciles, sobre todo porque mi padre no tenía un trabajo fijo, a pesar de lo cual nos supo alimentar a todos.
–¿Te obliga la necesidad a trabajar?
–Sí, sobre todo para ayudar en la casa, de ahí que me puse a trabajar con catorce años. Mi primer empleo fue de mozo de bazar, donde repartía paraguas y radiocassette porque mi jefe vendía al por mayor y yo me encargaba de distribuir la mercancía por los comercios en una época espléndida para este sector ya que Ceuta y no es ni la sombra de lo que era en este terreno.
–¿Para qué te sirvió este primer empleo?
–Estuve dos años y me permitió ayudar en mi casa. Recuerdo todavía que mi primer sueldo fue de 6.500 pesetas al mes, motivo por el cual tuve que dejar los estudios al acabar la EGB, de lo cual no me arrepiento porque eran las circunstancias de la vida.
–¿Por dónde encaminas luego tus pasos?
–Hice el servicio militar en Intendencia y perdí el trabajo porque en aquellos instantes era habitual que te despidieran cuando hacías la mili. Estuve un año y cuatro meses en las filas militares y me sirvió para tener más responsabilidad porque ejercía de enlace del comandante y estaba muy bien mirado en una época bonita.
–¿Consigues encontrar nuevamente trabajo al licenciarte?
–Después de licenciarme conocí a mi mujer, tuvimos una hija y decidimos casarnos para asentar la relación. Luego encontré trabajo en el sector de la construcción, donde he estado durante veintitrés años.
–¿Llegaste a ser jugador de fútbol o fuiste directamente a por el silbato?
–Jugué dos años como lateral derecho en la categoría de juveniles en el Serrallo CF y en el Unión África Ceutí pero veía que no me llenaba. El paso de juveniles a Regional me hizo replantearme el seguir jugando y opté por dejarlo porque no me veía capacitado para continuar.
–¿Y cómo entras en contacto con el mundo arbitral?
–Cuando trabajaba en un bazar del Paseo de las Palmeras conocí a Antonio Moreno, que era representante de Comercial Africana, y me dijo que no era capaz de apuntarme al Colegio de Árbitros. Hice una apuesta con él y me inscribí.
–¿Qué época te toca vivir en el Colegio de Árbitros?
–Una donde el nivel era muy alto, sobre todo en la edad entre dieciocho y veintidós años, y resultaba complicado ascender a Tercera División porque había un grupo muy bueno de colegiados como Jacinto, Vicente Matoso, Sánchez Carrillo, Kuidder o Pedro Camúñez, entre otros.
–¿Qué papel desempeñas con este panorama?
–Me dedico a arbitrar partidos de todas las categorías, después de estrenarme en un encuentro de benjamines en Intendencia. Luego ejercí como juez de línea en Tercera División con árbitros como Chicón Chaves, Soto Mariscal, Vicente Matoso o Lara Rodríguez.
–¿Cómo eras en el campo?
–Creo que lo hice bastante bien, había equipos a los que les gustaba pero siempre he sido uno más, con ánimos de mejorar y sí era un poco tarjetero. Ahora entiendo que uno debe ser más dialogante aunque no un charlatán en el terreno de juego.
–¿Has sufrido alguna agresión?
–Desgraciadamente sí, en un partido de infantiles en el ‘54’ tuve un altercado con el padre de un jugador. La verdad es que las agresiones no tienen perdón se trate del que se trate.
–¿Por qué dejas el arbitraje?
–Porque mis hijas se hicieron mayores y era un momento donde quería estar más pendiente de mi familia. Lo dejé con la conciencia muy tranquila de no haber hecho daño a conciencia nunca, aunque me podía equivocar mucho en un partido.
–¿Qué cualidades deben adornar a un buen árbitro?
–Ser honrado, conocer el reglamento y estar en una buena forma física.
–¿Por qué entras como secretario del Comité de Árbitros?
–Cuando Antonio Soto se hizo cargo me dijo que quería recuperar a colegiados antiguos, al principio lo rechacé pero luego accedí a ser informador de partidos hasta que me impliqué poco a poco.
–¿Qué balance harías de estos seis años?
–Muy positivo aunque quedan muchas cosas por hacer pero tenemos un buen grupo donde Pedro Camúñez hace una labor fenomenal y también contamos con informadores así como con profesores como Eduardo Ayala o Lara Rodríguez. No obstante, el fútbol es un deporte muy ingrato que da más disgustos que satisfacciones.
–¿Qué te gustaría ver en tu puesto en el Comité?
–Superar la barrera de tener un árbitro en Segunda A. Estamos poniendo mucho empeño y trabajo para incorporar nuevos colegiados, se está haciendo una buena labor y esperamos sacar algo bueno porque Ceuta se merece estar a un nivel más alto en materia de arbitraje.

“La crisis ha afectado a la construcción y yo he sufrido las consecuencias después de veinte años”

trabajo. El sector de la construcción le hizo encontrar su estabilidad laboral hasta que hace tres meses fue despedido de su empresa debido a que la crisis también ha cruzado con crudeza el Estrecho.
“Encontré un trabajo en la construcción hace veintitrés años con el contratista Fernando Lara. Estuve de conductor casi una década, repartiendo material a las obras, en una época boyante para este sector”, nos cuenta.
Sin embargo, la triste noticia se produjo a finales del pasado año. “Hay poco trabajo y el contratista tuvo que despedir a varios trabajadores, uno de ellos yo, por lo cual me sentí un poco frustrado”.
Manuel Román lamenta la situación actual. “Me da pena porque han bajado más del ochenta por ciento las obras como consecuencia de la crisis y ahora es bastante difícil trabajar, porque conozco a muchos compañeros que también han sido despedidos, aunque en la península es todavía peor”.
En este sentido, opina que “aquí se puede salvar un poco la situación pero también es verdad que vienen muchos obreros de fuera para trabajar aquí”.
Espera que su situación de desempleado no se prolongue durante mucho tiempo. “Espero salir pronto de las listas del INEM pero en época de crisis es más complicado, a pesar de lo cual soy optimista por naturaleza y espero tener una oportunidad”.
En cuanto al fútbol actual, Manuel Román dice: “se ha ganado en muchas cosas, sobre todo en los campos, porque tenemos unas instalaciones que son la envidia de muchos lugares pero ha bajado el nivel. Ha cambiado bastante porque antes se veía más fútbol, sobre todo en la Regional, que era muy sana y hoy en día prima la ley del más fuerte y la intimidación”.
Lamenta “que se hayan perdido muchos clubes históricos que eran habituales”.