Desde que el mundo es mundo no son pocos los que han profetizado el juicio final “el fin del mundo”. Todos anunciaban grandes catástrofes, plagas y hambre, aunque eso ya ocurría en la tierra, pero no en el lugar a los que ellos se referían, porque el hambre, las catástrofes y plagas las padecían millones de personas en otros continentes. Hasta ahora ninguno acertó, aunque todos provocaron miedo.
En 1980, Pat Robertson, de religión evangelista y fundador de la Coalición Cristiana, dijo que el mundo se acababa a finales de 1982 y que sería juzgado.
En San Diego, en 1997, Heaven’s Gate vaticinó que con la aparición del cometa Hale-Bopp, se acabaría el mundo. Los científicos preocupados por la repercusión y el fervor que causaba el movimiento advirtieron de que no era cierto, pero aún así se suicidaron 39 de sus seguidores. No pudieron evitar que estas personas perdieran la cordura y siguieran a un falso profeta.
Más recientemente en 2008, la iglesia de Dios advertía de que cientos de millones de personas morirían y que EEUU dejaría de ser una nación independiente. Los Testigos de Jehová advierten de que el fin del mundo llegará en dos etapas, primero Dios destruirá las religiones falsas y después las personas malvadas serán destruidas en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”
Como decía ninguno de ellos acertó, entre otras cosas porque sus argumentos carecían de rigor científico y sólo se apoyaban en la falta de cordura y en sus creencias. Sin embargo, a pesar de su falta de argumentos, millones de personas estaban convencidas de sus alucinaciones premonitorias. ¡Así somos las personas! En junio de 1988, James Edward Hassen, físico y climatológico estadounidense, informó al mundo que el calentamiento global causado por el hombre había afectado considerablemente el planeta. Lo hizo tras años de investigación con un equipo extraordinario de científicos, pero así, nadie le hizo caso porque los intereses económicos y los ciudadanos del mundo desarrollado valoran más la economía que la salud. En esta, como en muchas otras ocasiones, hemos mirado para otro lado, porque era más cómodo y sencillo. Lo patético es James y los otros muchos científicos que tuvieron la valentía de denunciar el calentamiento global fueron criticados, cuestionados y hasta perseguidos.
Ayer, en la reciente cumbre de París, casi 200 países han presentado sus compromisos de reducción de las emisiones que representan el 96% de las emisiones globales. Esta vez parece que la apuesta por salvar el planeta no quedará en gestos mediáticos y se pondrán en marcha mecanismos que eviten erosionar un planeta que no tiene recursos ilimitados. Un documento vinculante que se compromete a que el objetivo de aumento de la temperatura serán dos grados, pero tratando alcanzar 1,5 grados. Un compromiso político que hay que aplaudir y, por supuesto, exigir como ciudadanos para que no quede en saco roto, porque de ello depende el destino del mundo. Ese mundo que algunos predecían que se acabaría por castigo de Dios y no porque el hombre no respeta y castiga al planeta de forma despiadada.
Esta semana hemos visto como la contaminación afecta gravemente la salud. El aire en las grandes ciudades es irrespirable y en los países muy industrializado es un problema de salud pública de primer nivel. Tomar conciencia sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente y saber que como ciudadano podemos contribuir de forma determinante a cuidar nuestro entorno reciclando, cuidando los montes, nuestras aguas evitando arrojar desechos, mimando el medio ambiente para dejar a nuestros hijos y nietos un mundo más limpio, respirable y, por lo tanto, un mundo con más posibilidades para todos.
La Guardia Civil tomó conciencia de la necesidad de especializar a miembros del Cuerpo en velar por la conservación de protección del medio ambiente y en 1988 creó el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA). Desde su puesta en marcha han hecho un servicio extraordinario en la conservación de la fauna, flora, agua y todo lo relativo al medio ambiente. Los miembros del SEPRONA trabajan para vigilar que los desaprensivos y los que no respetan el medio ambiente ‘nuestro patrimonio’ sepan que hay miles de guardias civiles dispuestos a que esa falta de conciencia ciudadana no le salga gratis.
En Ceuta, esa asignatura la debemos de mejorar y sólo con darse una vuelta podemos apreciar la falta de respeto al medio ambiente, porque se arroja alegremente desechos de todo tipo; incluso muchas de las personas que pasan los fines de semana en el campo dejan los restos allí, no son capaces de echar los restos en el coche para después verterlos en los contenedores. Ese simple gesto de proteger una zona donde has pasado un fin de semana con la familia dice mucho de la poca conciencia que hay en esta ciudad sobre la obligación de proteger el medio ambiente.
Los dirigentes del mundo han tomado conciencia de la necesidad de cuidar nuestro entorno, la Guardia Civil fue pionera en concienciarse que es una necesidad de primer orden y los ciudadanos tenemos la obligación de contribuir a que el mundo sea un lugar más habitable y limpio.
Todos debemos aportar nuestro granito de arena.
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