Quien por pasión se merece, tendrá a bien estas palabras de reflexión, que no son únicas, que son de todos. Y es que me llaman de la Confederación para apadrinar una ponencia, en Ávila, sobre activismo y participación en el ámbito de la salud mental. Así que aprovecho este paréntesis para aclararme yo mismo, para sumergirme.
Antes de ahondar en los beneficios que ha supuesto a mi persona mi crecimiento en el activismo, creo que hay que partir de una constatación: la lucha precede a la justicia; están en constante equilibrio y pulso. El poder es cejudo a la hora de actuar de oficio, por lo que sólo si actuamos de forma coordinada en la defensa de nuestros derechos e intereses podremos palpar nuestros sueños de aceptación; sólo si actuamos como individuos societarios en plenitud.
¿En qué punto estamos? Hago ver este juego de cifras: la Confederación está sujetada por 45.000 socios, entre familiares y afectados, cuando por otro lado es sabido que los problemas de salud mental afectan gravemente a más de un millón de ciudadanos.
Muchísima energía vertida en el vacío. Sólo se me ocurre que muchos afectados no se aceptan, que viven bajos de moral en silencio, y conciben su destino como algo inexorable, contra lo que poco o nada se puede hacer. Entonces, ¿os imagináis el potencial de nuestro colectivo si confluyeran nuestras voluntades y ansias de bienestar?
A raíz de aquí concluiré con un llamamiento a romper las cadenas del tedio, a salir a la calle a tomarle el pulso a la sociedad, tanto más a conocer la asociación que a buen seguro habrá a la vuelta de la esquina.
Según mi experiencia distingo cinco conjuros, cinco pétalos de magia que nos acercan a la esencia vital. Primero, orientarse: con el disgusto del diagnóstico y los efectos de la medicación recientes, el ser experimenta una diáspora de la que es necesario regresar. Segundo, autoestima: darle valor a la experiencia existencial, que en la profundidad de tu habitación se percibe como un castigo, vestigios de tus errores y frustración. Tercero, habilidad: recuerdo que perdí la capacidad de lectura; mis sentidos retumbaban, y mis voces serían las de la desesperación. Te recomiendo la asociación para disfrutar de la comunicación con iguales a ti y participar en programas que te ayudarán a vencer los límites, que muchas veces vienen impuestos. Cinco, responsabilidad: si queremos que nos acepten tenemos que transmitir seguridad, positividad. Caso distinto es el paternalismo y la condescendencia, cuando no el conformismo. Un buen principio sería ofrecerte como voluntario en la asociación, y abrirles caminos a los que empiezan a conocer los efectos de los problemas de salud mental.
Por fin, y aunque no esté escrito en ningún manual, sentir la llamada del activismo y merecer el orgullo de liderar una causa. Sentir la mirada de los afectados que buscan en tus ojos una razón para seguir en pie, aunque ellos no alcancen a expresarlo. Luchar por una causa es una causa para vivir.
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