No es necesario seguir la senda de Arne Naess y su visión profunda y existencial sobre la ecología para llegar a comprender que el electoralismo ambiental es tan pernicioso como las versiones vulgares que ponen en juego cualquier partido político a la hora de captar sus votos. Sí, para nosotros una de las mayores formas de egoísmo es el uso y abuso del clientelismo político y el cultivo interesado de los votos. Por este motivo, cuando realizamos nuestra rueda de prensa en la Delegación del Gobierno con motivo de la presentación al Delegado de nuestro informe sobre la demografía y la sostenibilidad de nuestro territorio intentamos dejar claro que se necesitaba un gran esfuerzo de reflexión para comenzar a definir el modelo de Ceuta que se quiere.
Los partidos políticos que han salido al paso de nuestro informe criticando nuestra postura ante el efecto llamada de los planes de empleo deben comprender que nuestra principal aportación, por modesta que sea, es intentar convencer y atraer voluntades hacia la causa de la conservación y al uso sostenible de nuestros recursos naturales. No hacemos, ni deseamos hacer un discurso ecologista con signo político tradicional enmarcado en la derecha o en la izquierda, pues entendemos que sería un gran error de concepto. Entre otras cuestiones, porque no somos un partido político ni deseamos estar sometidos a ninguno de ellos, a pesar de que tradicionalmente es la izquierda política la que coquetea con el ecologismo y lo utiliza constantemente como aditivo eficaz en sus campañas políticas. El éxito del concepto de la sostenibilidad será el triunfo de un pensamiento avanzado, inteligente y espiritualmente elevado, cuestión que sabemos que no se producirá en los próximos años dado el tamaño y la constitución asimétrica de nuestras sociedades. Decididamente, nosotros no lo veremos. ¡Vaya!, no lo están viendo ni los países escandinavos, por mucho que alardeen de tener sociedades mucho más ecuánimes y sostenibles. Solamente tratamos de desarrollar un planteamiento coherente con la sostenibilidad socioeconómica (supeditada a la del sistema natural, se quiera entender o no) y siempre del lado de la protección de los sistemas naturales que nos aportan recursos y servicios gratuitos. Es, ante todo, una postura organicista del mundo, que pretende no caer en simplezas ni reduccionismos, pero que reflexiona sobre el papel del ser humano en el planeta, intentando aplicar algunos de los conceptos aprendidos, y en algunos casos practicados, a nuestra bonita y marinera ciudad. Sin embargo, nuestro planteamiento, legítimamente criticable y manifiestamente mejorable, trata de ser modesto en relación a los gastos y el consumo suicida, y por el contrario muy ambicioso con la conservación de todo el patrimonio natural y cultural que nos queda. Nosotros pensamos en la felicidad de nuestros pobladores a largo plazo y procuramos desarrollar una visión circular de la historia. El ser humano, según nuestra postura ética, no puede dilapidar y maltratar los recursos que lo sostienen por pura lógica de supervivencia, ni tampoco puede sucumbir al espejismo mecanicista como la solución a todos los enormes problemas que se están provocando por haber sobrepasado la capacidad de carga de nuestro limitado territorio ceutí. Por ello, en Ceuta, hace mucho tiempo que se abandonó la senda de la modestia emulando al resto de España.
El lema “Consume hasta morir” anima a los partidos políticos que nunca están suficientemente saciados de votos, es la actitud consumista presente en nuestras sociedades llevadas hasta el ámbito del electoralismo político. Porque nuestra sociedad ha estado y está borracha de prosperidad económica y muy ensoberbecida de los ríos de dinero que han estado manando de los bancos al albur de los vientos económicos favorables. Mientras esto ha sucedido nuestra débil estructura cívica con interés político nacida de la sociedad civil que no milita en partidos políticos se ha estado extinguiendo cual especie relicta a la que el tiempo de existencia planetaria se le agotó. Todos los estamentos han vivido por encima de sus posibilidades, y la ilusión del dinero para consumir ha terminado de finalizar su atroz tarea, sumiendo al grueso de nuestra sociedad en el hedonismo más estéril. En Ceuta, provinciana y hostil al librepensamiento político por su muy marcada historia reciente, como el resto de España, da la sensación de ser una democracia huidiza del compromiso político con su sociedad. Como comenta acertadamente Enric Juliana en su obra “Modesta España”, los españoles somos una sociedad democrática y a la vez despolitizada, que para nosotros equivale a decir que no nos comprometemos con el bien común, ni tenemos un pensamiento cívico elevado que implica responsabilidad con los demás y con el entorno que provee. Con alguna excepción laica, los únicos movimientos altruistas significativos son los ligados a la fe religiosa que hacen mucho por paliar la pobreza.
En una Ceuta, improductiva y dilapidadora de recursos como nunca a lo largo de su dilatada historia, con una población creciente y un territorio amenazado, se hace muy necesario reflexionar sobre el devenir demográfico y los límites del crecimiento. De hecho, uno de los partidos políticos que criticaron nuestra aparición mediática, defendió la creación de un órgano de seguimiento o reflexión sobre la demografía que nosotros previamente habíamos sugerido. La contradicción está presente en los partidos políticos más que en otras instituciones debido a su necesidad de captar votos. Esta obligación de ser visibles en las ágoras de la plática política los impulsa a tener a veces un discurso confuso. El caso es que todos los partidos políticos practican el electoralismo y el clientelismo político, son entidades oportunistas y esto no favorece el ascenso mental, como tantos otros muchos errores y fallos de este imperfecto sistema social que tenemos. Muchos andan enredados entre el socorro social y la cosecha de votantes y mientras esto acontece no hay tiempo ni energías para las realidades ambientales, territoriales y para los recursos, todo sigue girando en torno al ser humano pero con visón estrecha. En este pacto tácito del aprovechamiento y del cortoplacismo, los cargos políticos se hacen eternos, lo cual retrae todavía más del compromiso político a la sociedad y da la razón a los agoreros nihilistas de siempre, así como ventaja a los oportunistas de los negocios que se mueven bien en aguas turbias. Nosotros no solo no tenemos fórmulas mágicas sino que también tenemos contradicciones y fallos que nos impiden crecer más, pero sí poseemos la intención de mejora paulatina desde la modestia, esquivando siempre que podemos los hoyos de la mediocridad y el estancamiento. Por todo esto, pensamos que nuestra pequeña república ceutí de la improductividad y dilapidación de recursos debería hacer un esfuerzo de reflexión y moderar los electoralismos, centrarse en disminuir sus déficits y emplearse en decaer su demografía paulatinamente. Reflexionar, planificar y no estar en la constante improvisación son aspectos que merecen ser tenidos en cuenta e intentar alcanzar. Es un camino poco transitado y será por tanto duro por las tensiones sociales que el esfuerzo de modestia económica requerirá, pero merece la pena intentarlo, se requiere impulso moral y filosófico que nos haga transitar desde la tribu y el clan a la ciudadanía y a la cuestión cívica y finalmente hasta definir los límites de nuestro crecimiento. En definitiva, requerimos afrontar los problemas con actitud ética renovadora, es decir, en visión panorámica que incluya también al resto de los seres como parte de nuestras obligaciones morales, una ética superior pero con sentido práctico que nos contextualice al territorio y sus posibilidades. Este no es un legado fácil dadas las circunstancias pero al menos por nuestra parte queremos dejar constancia de lo que pensamos y nos impulsa el bien común y el amor a este pequeño territorio.