La polémica estalló el viernes, cuando se levantó la rudimentaria vivienda. En ella vive un matrimonio mientras que su hija de 2 años reside con un familiar.
El pasado viernes se registró una trifulca vecinal en la barriada Juan Carlos I a causa de la vivienda ilegal que se estaba levantando en una parte del patio y la vía pública en el bloque 26 del complejo residencial. La Policía Local intervino e interpuso dos denuncias que ya están en conocimiento de la Consejería de Fomento que tramita la paralización de la obra. Pero ésta finalizó el mismo viernes y en ella reside un matrimonio que se ha quedado en la calle. El marido ha acudido a El Faro para relatar la trágica situación que está atravesando su familia y que le ha llevado a vivir en estas condiciones.
Prefiere mantenerse en el anonimato, pero trae consigo toda la documentación que tiene. Hasta hace unos meses estaba viviendo de alquiler en una vivienda, pero tras dos años sin trabajo y agotar todas las prestaciones, dejó de abonar la renta mensual.
Ello ha llevado a su esposa y a su hija de dos años a abandonar esta vivienda, a cuyo propietario debe algo más de 1.400 euros. La menor vive con su abuela, mientras que el matrimonio pasa las noches en la rudimentaria vivienda que han levantado en Juan Carlos I. El hombre asegura que pese a las quejas de algunos vecinos, “en cuanto les he explicado nuestra situación, lo han entendido”. Asegura que no pretende quedarse allí de manera permanente, porque quiere proporcionar a su esposa y a su hija un techo donde vivir.
Pero son muchas las puertas que se le cierran a esta familia. El hombre explica que han acudido a Servicios Sociales, donde sólo le ofrecen una ayuda para alimentos, pero no para poder sufragar un alquiler. Reconoce que tiene varias multas con la Administración local que le impiden poder acceder a esas ayudas, pero no entiende que Servicios Sociales desampare a una niña de casi dos años por las deudas que tengan sus progenitores.
El matrimonio no tiene trabajo actualmente y el único ingreso es el subsidio de la mujer, que no llega a los 300 euros mensuales. “Imposible pagar así un alquiler de 400 euros, más los gastos de la comida, la ropa de la niña... Es mi madre la que me compra ropa”, reconoce.
La situación es desesperante para este matrimonio a pesar de que la mujer cuenta con formación como comercial y él tiene experiencia profesional como fontanero y electricista. Con 31 años, explica, no encuentra trabajo y se ha visto obligado a levantar con sus manos una rudimentaria vivienda en Juan Carlos I, donde su esposa y él pernoctan, mientras la hija que tienen en común está viviendo con su abuela.
“La única solución que le ofrecen a mi esposa es que se divorcie de mí para tener ayudas o que me denuncie por maltrato. ¿De verdad hay que destrozar una familia para que nos ayuden?”, se pregunta. Hace cinco meses, añade, su esposa habló con el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, quien se comprometió a estudiar su caso, pero hasta el día de hoy no ha recibido ninguna llamada desde Presidencia, cuenta el joven.
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