Opinión

El discurso

El delegado del Gobierno abrió el melón de las posibles soluciones al caos que actualmente marca la frontera. Y lo hizo proponiendo una alternativa que en otras ocasiones la habíamos escuchado a modo de reflexión improvisada. Ayer, en cambio, fue la primera vez que esta idea formó parte de un discurso oficial. Revisar el acceso a Ceuta de los residentes tetuaníes que no necesitan visado es un compromiso que se le escapa a Cucurull, que se le escapa al mismo Gobierno de la Nación, que constituye una promesa descafeinada porque se sabe que se trata de una alternativa demasiado en el aire, de una alternativa a muchos kilómetros de distancia, tantos que antes urge el estudio de qué comercio queremos tras haber colaborado en que el actual sea el desastre que tenemos y vemos a diario. Que se construyera un polígono al lado de la frontera no fue casual, que hayan pasado años sin que las autoridades revisaran la ocupación de las naves debía causar sonrojo. Ahora tenemos los resultados que también desde este lado de la frontera hemos ‘ayudado’ a generar, a pesar de que en la búsqueda de responsabilidades optemos por echar la culpa siempre al vecino.
Cucurull puede prometer, puede enfundarse el traje de manitas que arregla todos los desaguisados, pero sabe perfectamente que su mensaje carece de fuerza porque quien lo emite no tiene ni competencia ni capacidad. Como delegado, en cambio, sí puede prometer medidas que están en su mano y que vayan más allá de ocupar una playa o de negar las avalanchas producidas, como lo ha hecho.
Si ahondamos en la intervención del delegado del Gobierno con motivo de la Patrona de la Guardia Civil, nos damos cuenta de la falta de sustancia de lo que Cucurull pretende vender como promesas a unos agentes que debieron ser defendidos en otros momentos clave. Pero no fue así. Todos lo saben, el delegado y el resto.
Más allá de lo inoportuno de recordar el 6F y un sobreseimiento que fue acordado ¡hace un año!, obviando delante de los magistrados de la Sección VI de la Audiencia que el archivo está recurrido, Cucurull prometió buscar medidas para evitar la presión en el puerto. Esas promesas ya se hicieron hace unos cuantos años y no se pudieron cumplir, salvo que el delegado fuerce al presidente de la Ciudad a crear centros de internamiento para menores. No creo que esté por la labor, salvo que quiera terminar su carrera política en lugares poco gratos. Ya el anterior delegado del Gobierno abordó no solo la problemática de los menores sino la de los argelinos peticionarios de asilo que buscan una protección falsa para evitar su expulsión. Abordó estos asuntos hasta con la Fiscalía General del Estado, debiendo aceptar esa parte burlesca de una realidad fronteriza que nos toca sufrir por mera ubicación geográfica. Ayer era día de brindis, quizá quisieron adelantarse al patio de una Comandancia que se cae a pedazos. No lo sé. El hecho es que alguien asesoró por caminos equivocados o, al menos, inoportunos al delegado.

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