Mañana, 2 de septiembre. Día de Ceuta. Una año más, fecha circunscrita al ámbito institucional, sin contenido popular, rutinaria, fría y hasta casi inadvertida para algunos conciudadanos. Cómo si no, dada su condición de día laborable, al contrario que el de Melilla. Circunstancia señera y del todo inconcebible en cualquiera de las 19 Comunidades Autónomas que configuran el Estado, condición jurídico - política ésta que, sistemáticamente, nos negaron los dos partidos nacionales mayoritarios. Y en ella persisten. Ya lo dejó bien claro el diputado Francisco Márquez, el 20 de julio último sin ir más lejos. “Éste no es el momento para pedir una modificación sustancial del Estatuto de Autonomía de 1995”. Señoría, ¿pero es que acaso ha existido tal momento alguna vez?
El 2 de septiembre sigue sin ser una fecha reivindicativa, sin ser el portaestandarte de la lucha hacia la consecución de lo que la Constitución nos reconoce. Para no quedar peligrosamente descolgados del mapa autonómico nacional, bien pudo estar en un principio este híbrido de Estatuto de 1996 como punto de partida para ir avanzando hasta ser igual entre los iguales en la organización territorial del Estado. Han transcurrido ya 16 años y prácticamente seguimos igual.
Por no retroceder mucho en el tiempo, cabría pensar qué fue de la última Comisión del Estatuto creada en 2010, cara a la aceptación definitiva de cada una de las nuevas competencias y servicios que implicaría la conversión en Comunidad Autónoma con las consiguientes propuestas y el obligado estudio del exhaustivo coste económico que para la Ciudad y el Estado conllevaría.
Está claro que por más que se nos quiera mostrar la idoneidad de nuestro Estatuto, la realidad no es así. En varias ocasiones el Tribunal Constitucional ha ratificado que las dos ciudades autónomas no son equiparables a las Comunidades Autónomas. Al propio tiempo, el mismo alto tribunal se encargaba de recordar, tras la aprobación los respectivos Estatutos, como las Cortes Generales dejaban claro en su momento que su voluntad no era “la de autorizar la constitución de Ceuta y Melilla como tales Comunidades Autónomas”. Y ya, desde la óptica puramente política, el tiempo nos ha ido demostrando como las distintas comisiones creadas para avanzar en el anhelado Estatuto fueron desembocando en un total fracaso, sencillamente porque, como decimos, tanto PP como el PSOE tienen muy claro el tema. Como clarísimo lo tenemos todos que la presión de Marruecos es y seguirá siendo decisiva en este asunto para tratar de evitar la conversión de nuestras dos ciudades en tales comunidades autónomas, y en ésas estamos.
Lamentablemente nuestra reivindicación sigue dormida y dada la crisis actual que vive el país, posiblemente éste no sea el mejor momento para avanzar en la causa. Pero otra cosa es seguir dejándola sepultada en el pozo del olvido. Hay frentes que se podrían ir perfilando para materializarlos en su momento. Todo menos persistir en la parálisis actual.
En una fecha como la de mañana se me antoja interesante recordar cuanto decía en estas páginas, el dos de mayo último, el jurista ceutí afincado en Canarias, Juan Manuel Verdugo, doctor en Derecho Político por la UNED, con ocasión de la presentación de su libro sobre el tema de nuestra autonomía. “La aprobación de los estatutos fue un éxito, pero se han producido disfunciones que generan inseguridad jurídica e introduce una gran asimetría territorial respecto a Ceuta y Melilla que los hace insuficientes” (…) “Eso sí, habría que reformar los estatutos para dotar de esa irreversibilidad (…), es decir, del definitivo encaje de las dos ciudades autónomas en el orden jurídico territorial”. Una interesante entrevista, la de ese día en nuestro periódico, fácil de recuperar en Internet, en la que desvelaba aspectos especialmente puntuales de su libro. Lecturas, la una o la otra, especialmente oportunas para la reflexión en una fecha tan especial como la de mañana.
Poco o nada nos dirán de nuevo en este Día de Ceuta los dos partidos nacionales mayoritarios. La reivindicación y el recuerdo de la Transitoria Quinta parece ser ya patrimonio exclusivo de Caballas, coalición de la que, por cierto, sería interesante conocer a fondo como concibe esa autonomía en determinados aspectos especialmente complicados o sensibles.
2 de septiembre. Día en el que Pedro de Meneses fue elegido como primer gobernador de la ciudad en su nueva era histórica. Su escultura, un año más, a buen seguro permanecerá olvidada en su discreto exilio de la Marina, hasta la que fue conducida desde su privilegiada anterior ubicación en la Gran Vía. ¿Acaso por no molestar a algunos?, me vuelvo hoy a preguntar.