El temporal de Levante, además de dejarnos aislados (algo sorprendente en pleno 2015 por mucho cabreo de la Naturaleza que se produzca) nos recordó el desastre medioambiental y sin control que sigue castigando nuestras playas.
El vertido causado por Cepsa es de tal magnitud que aún resulta imposible de calibrar el daño actual y el venidero. El temporal provocó que Benítez apareciera manchada de chapapote. Igual situación se produce a diario en zonas como San Amaro. Y ni sabemos hasta cuándo se repetirá esta imagen porque sigue habiendo una bolsa de fuel debajo de la Puntilla que continúa agrediendo al mar.
Y ante esto ¿qué pasa? Las autoridades de cara a la galería dicen estar preocupadas, echan mano de expedientes, incluso difunden declaraciones con las que aparentan cierto toque de atención hacia la empresa. Pero lo cierto es que la agresión medioambiental continúa y esto parece haberse convertido en una agresión continuada a la que debemos acostumbrarnos. Ya pasó en el año 2008. Nos despertamos con otro vertido, otro daño ecológico, ¿alguien podría confirmar que hubo sanción a la empresa? Nadie. ¿Saben por qué? Porque se dejó que el expediente durmiera en un cajón, dejándose que los culpables de delitos medioambientales se fueran de rositas hasta que han vuelto a hacer de las suyas.
Y aquí, entre tanto golpe en el pecho, los únicos que han dado el paso de acudir a la Fiscalía han sido los integrantes de Septem Nostra. No se lo han pensado lo más mínima y desde que se produjeron los primeros vertidos en noviembre, trabajaron en elaborar un informe para presentarlo ante el Fiscal reclamando una actuación judicial al respecto.
Han herido de muerte nuestras playas, se han cargado especies protegidas, no sabemos ni las consecuencias futuras. Y esta inacción no hace sino suponer un insulto a los ciudadanos que sí nos preocupamos por nuestro medio ambiente, que sí queremos dejar una ciudad digna a nuestros hijos porque no vamos a coger el barco y largarnos sino que nos hemos quedado aquí, hemos creído en esta tierra y apostamos por ella. No hay derecho que empresas protegidas se carguen el espacio común de todos, arrebatando un espacio natural que deberíamos respetar porque las generaciones posteriores se lo merecen.