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El delito ‘más falso’

Que un ciudadano embarque con varias camisetas de la Selección Española procedentes del zoco de Castillejos y con la ‘marca’ impresa de la falsificación más burda es, hoy por hoy, un delito. Otra cosa es que la ley sea flexible y a ningún guardia civil destinado en el puerto de Algeciras se le ocurra decomisar esas camisetas. Aunque podría. Lo que se ha convertido ya en una tradición -cruzar la frontera para hacerse con los productos de firmas conocidas de forma más barata porque son copias- esconde un auténtico fraude. A pequeña escala, pero fraude. El engorde de este negocio fraudulento ha hecho que las vigilancias queden reforzadas, y cada vez son más las diligencias que se dictan contra ciudadanos que han cometido delitos contra la propiedad industrial o intelectual. “Esto es algo que el ciudadano debe saber, que si cruza con productos que son falsificados se puede exponer a que se le detenga y se le relacione con este delito, porque se estará aplicando únicamente la ley”, asevera un agente de la Benemérita.
Cuando el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, se llevaba las manos a la cabeza delante de los periodistas sin atreverse a poner cifras al fraude hablaba de todo. No sólo de los que cobran ayudas sociales sin necesitarlas, o de los que viajan de manera fraudulenta, o de los que se empadronan ficticiamente para obtener unos beneficios. Hablaba de un ‘modus vivendi’ que tiene ramificaciones en muchos ámbitos. El negocio de la compra y venta de productos falsificados puede ser algo puramente anecdótico cuando se trata de la abuelita que pasa cuatro camisetas para sus nietos, pero esconde algo de mayores dimensiones cuando se trata de individuos que convierten el cruce a Marruecos y el embarque hacia Algeciras en una actividad demasiado rutinaria.
“Hay personas que se dedican específicamente a esto. Los agentes ya conocen sus caras y se está actuando cada vez que se les detecta”, añade un portavoz de la Benemérita.
Hasta ahora lo que se estaba haciendo con las personas a las que se les sorprendía con gran cantidad de mercancía era tramitar el llamado expediente de abandono, que se traducía en la retirada de las prendas u objetos que portaba. Ahora, tras el engorde del negocio fraudulento y después de que las fuerzas de seguridad hablaran de esta problemática con jueces y Fiscalía, se ha alcanzado un consenso para aplicar, en los casos más flagrantes que se detecten, un delito contra la propiedad industrial. Estas personas son detenidas, imputadas, quedan en libertad pero deben personarse ante el juez para responder de dicho delito. Eso es lo que se está produciendo hoy en día. Así que si usted, lector, piensa dedicarse a abastecer de prendas falsas a sus amigos de la península, debe saber que podrá ser detenido e imputado por la práctica de esta acción delictiva.
Hay personas que han convertida esas ventas en un negocio. Tal es así que terminan agotando, en periodos concretos, determinadas mercancías en Castillejos. La fiebre de ‘La Roja’, por ejemplo, permitió que más de uno hiciera negocio. O quien habla de prendas deportivas habla también de las ropas que imitan marcas de casas de alto nivel. “En los casos en los que se interviene determinado número de prendas se entiende que es para la obtención de un lucro”, añade.
Estos controles, reforzados en Algeciras, también deberían aplicarse en la frontera del Tarajal. El caso es que sólo en ocasiones agentes de la Benemérita han echado para atrás mercancía falsificada. La ley y los colapsos chocan frontalmente en un paso particular en el que ni los controles ni las normas se aplican en su justa medida.
No se habla solo del paso de mercancías, sino la entrada de productos en grandes cantidades porque son mucho más baratos. A las quejas de los panaderos se sumaron, con antelación, las de los gasolineros. Sectores afectados por la entrada de mercancía que no es falsa pero sí mucho más barata. En estas situaciones la Benemérita ha llegado a intervenir furgonetas cargadas de garrafas de combustible o entrada masiva de panes. Se opta por su retirada, pero son otros ejemplos de hasta dónde llega eso que llaman fraude, picaresca, comercio atípico o contrabando... pero que tiene un solo objetivo: causar pérdidas económicas a los mercados legales y garantizar la supervivencia de los que no lo son.
Los comerciantes ceutíes, aglutinados en distintas entidades como la Cámara, la CECE o asociaciones como la del Polígono del Tarajal, han puesto en conocimiento, en muchos encuentros, el daño que sufren sus mercados por este tipo de negocios. Un daño que se produce en cadena. Afecta a los fabricantes de las grandes marcas, que son los primeros estafados, pero también al usuario, porque adquiere una prenda falsa por la que va a pagar menos pero en el fondo va a elegir una calidad poco duradera. Además carece de cualquier tipo de protección o garantía que le da una firma legal a la hora de posteriores reclamaciones.
Hay situaciones en las que peligra la seguridad del ciudadano. Así sucedió cuando fueron los propios comerciantes del Tarajal los que denunciaron a la Guardia Civil la presencia de cocinas de gas falsificadas. Aquello provocó una intervención de la unidad, ya que de haberse distribuido estas piezas podían haber ocasionado un accidente.
Los comerciantes señalan que en cuanto a la llegada de la mercancía a Ceuta cuentan con todas las garantías derivadas de los controles que lleva a cabo el área de Aduanas. “El problema es el control de la mercancía que entra de Marruecos”, apuntan. Entienden que dentro de unos años ni ese comercio llamado atípico existirá, como tampoco funcionarán las naves atendiendo a la demanda actual, protagonizada en su amplia mayoría por porteadores. Pero hoy por hoy la situación es la que es y la entrada de productos falsos no encuentra veto en una frontera, a pesar de que es más que evidente el lucro obtenido por los distintos entes que se ven implicados.
¿Y si ese lucro tuviera unos condicionamientos delictivos mayores? Es decir, ¿si detrás de la venta de esos lotes falsificados se estuviera engordando el incremento del terrorismo?
Conclusiones las hay de todos los gustos. La Interpol, en declaraciones a los medios hace escasamente dos semanas al término de una cumbre, lo asevera. “El dinero proveniente de la venta de productos falsificados es un negocio que mueve millones de dólares al año, puede financiar el terrorismo y otras formas de crimen organizado”, señala. “No se puede descontar el hecho de que algunas de ellas (actividades relacionadas a la falsificación y piratería de productos) y su dinero pueden pasarse a grupos terroristas... A estos criminales transnacionales solo les importan las “grandes ganancias (...) la seguridad del individuo no es el negocio ni la salud el interés” del crimen organizado.
Evidentemente quien se dedica al pase de esta mercancía piensa en todo menos en lo que advierte la Interpol. ¿Hablamos de prendas? No, podemos hablar de muchos más productos. Desde el tabaco, también chino o no, con el que practican el contrabando hasta ex guardias civiles, esposas de famosos y carceleros, hasta cualquier producto que pueda pasar por el filtro de los falsificadores. “La piratería y falsificación son sólo dos componentes de una actividad mucho más grande, transnacional y criminal”, añade. Según los expertos, todo tipo de productos pueden ser falsificados, desde música y películas, que es el origen de esta actividad delictiva, pasando por todo tipo de marcas de prendas de vestir, repuestos de vehículos, aceites de motor, calzados y perfumes, hasta bebidas y alimentos.
“Todo tipo de producto está siendo falsificado y, obviamente todo, lo que sea de consumo masivo va a ser lo que los delincuentes van a tratar de marcar”.
Los efectos de este tipo de comercio también se plasma en el empleo. Según datos de la Asociación Nacional para la Defensa de la Marca (Andema), el comercio de artículos falsificados hace que desaparezcan 100.000 empleos al año en Europa. Quien llega a vivir de esto sabe que se expone a una pena muy baja. Si las fuerzas de seguridad pretenden que se consiga una vinculación entre ese comercio fraudulento y los delitos de mayor calado chocarán con un imposible. Desde ese ciudadano que compra la camiseta falsa del Real Madrid hasta los peces gordos que nutren sus arcas con ese comercio hay mucho camino que recorrer. Vincular el mercadillo de turno con esas tramas que terminan en la financiación del terrorismo es tarea compleja, aunque cada enlace, cada protagonista de este negocio, permite que el mismo engorde y termine beneficiando a quien menos imaginamos.

quino Frontera con Marruecos, en el lado de control vecino.

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