El Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, que releva en el cargo a José Chamizo, ha señalado, en una entrevista concedida a la agencia Europa Press, cuáles serán las líneas de actuación en las que va a centrar sus tareas. Así se ha referido, por ejemplo, a la “cohesión social”, a la problemática de la inmigración para, además, hacer mención expresa al problema de la trata de menores y lo que puede salpicar directamente a Ceuta y Melilla. Maeztu ha afirmado que, entre esos asuntos que le preocupan, figura este último punto en el que debe posicionarse además en su calidad de Defensor del Menor. De hecho, en dicha entrevista, se refiere al emprendimiento de investigaciones en curso de “algún asunto de trata de menores, con mucha preocupación por la situación de Ceuta y Melilla respecto a Andalucía”, insistiendo en que “se está profundizando sobre la prostitución de menores que se da a través de los corredores fronterizos”. Hablar de la trata de menores se está convirtiendo en asunto clave para las instituciones. La semana pasada se celebraban en Madrid unas jornadas en las que, precisamente, se aludía a la necesidad de reforzar los controles sobre el uso que las mafias dan a los menores extranjeros que llegan acompañados de adultos que fingen ser sus padres. Esos niños -en la mayoría de los casos de corta edad- son explotados por las organizaciones para facilitar la llegada a Europa de mujeres que son utilizadas para la prostitución. Así también la propia Defensora del Pueblo a nivel nacional, Soledad Becerril, ha convocado un taller de sensibilización y formación que se celebrará el próximo 12 de julio y que versará sobre sensibilización, infancia, trata y protección internacional. Se contará con la participación de distintas oenegés.
Volviendo a la labor de la institución andaluza cuyas riendas lleva Maeztu, éste ha señalado que “queremos tener la visión de la Administración para poder entender cómo conectas con ella y cuál es la problemática y el lenguaje de la calle. Somos intermediarios entre ambos y tenemos que conocer bien los dos extremos del puente”.
Por otra parte, y cuestionado sobre la posibilidad de que ante todo lo que está ocurriendo se produzca un estallido social, el Defensor admite que “si aumentan los índices de corrupción, crispación y fraude, la temperatura subirá a tal grado que no me extrañaría que rebosara el vaso”. Ante este cóctel, lo que a su juicio hace falta “es meter dosis de limpieza ética, que cualquier situación de corrupción se elimine, que haya controles que funcionen o que la vida política se depure”, por que “si metemos todo en un saco el sistema se hunde” y advierte “de que no se está trabajando en un cambio de sistema para que funcione mejor”.