Si ha habido juicios complicados en la historia de la Sección VI de la Audiencia Provincial, el de ayer figuraba entre ellos. En el banquillo de los acusados se sentaban únicamente dos de las cuatro personas (la otra pareja está en busca y captura) que tenían que responder de las acusaciones cursadas por Ismael A.M., un joven afectado por una esquizofrenia, que en septiembre de 2010 denunció haber sido víctima de una detención ilegal, un robo con violencia e intimidación, además de vejaciones varias contra su persona. El tribunal hizo gala de una gran sensibilidad para hacer que el denunciante intentara sentirse cómodo en un entorno plagado de formalismos, togas y un lenguaje que, a menudo, resulta complicado para el ciudadano de a pie.
En su declaración, el joven dijo que aquel 12 de septiembre de 2010 salió de madrugada de su casa para acudir a la playa de Benítez. Se puso sus mejores joyas y se dirigió al citado lugar para ver el amanecer porque, sencillamente, le gustaba. No pudo llegar, ya que unos individuos le abordaron en un coche y le obligaron a subir, sacándole “un pincho” con el que le amenazaron. Declaró que dentro de ese vehículo le estuvieron pegando en la cabeza. Él, sentado en la parte de atrás, recibía golpes de otras dos personas.
Según su declaración, le llevaron al domicilio familiar de uno de los acusados, ubicado en el Príncipe, en donde le robaron algunas de las joyas que llevaba y le obligaron a tomar “polvo blanco”, en alusión a la cocaína. Después le llevarían a otra casa, en el Puente Quemadero, en donde le darían toda clase de drogas y pastillas que mezclaban con agua o refrescos. Según su declaración, le arrebataron las joyas que tenía y le dieron más pastillas para que tuviera visiones, vejándole al escribirle en sus calzoncillos un término despectivo con ayuda de un spray. Tras permanecer más de un día retenido contra su voluntad, el joven conseguiría escaparse justo cuando, dijo, le habían preparado una cuerda para amarrársela al cuello, mofándose de él. Desorientado, llegaría hasta la carretera en donde un vecino de su barriada le reconoció y le trasladó hasta su vivienda. Un día después presentó denuncia en la Jefatura Superior, acto que provocó que sufriera amenazas de los supuestos implicados para que la retirara.
“A pesar de mi enfermedad, he dicho toda la verdad”, insistió el joven en varias ocasiones ante el tribunal, haciéndoles ver la incongruencia de que dos de los acusados estuvieran en rebeldía. “Si no han hecho nada, ¿por qué se escapan?”, se preguntó. Respondió a las cuestiones que le efectuaron el letrado de la Acusación Particular y la representante del Ministerio Fiscal, pero fue más reticente para hacerlo a las de los abogados de las Defensas. A ellos les negó que lo narrado se tratara de una historia inventada con la que pretendía ocultar, por miedo, a su madre otra realidad: que las joyas las había vendido para cambiarlas por droga. “Eso no es verdad”, sentenció, rompiendo en varias ocasiones a llorar por lo que había sucedido. Los dos únicos acusados que se sentaron en el banquillo negaron tajantamente los hechos. El llamado Himad M.C., al único al que la Acusación Particular pide 6 años de cárcel por los delitos de detención ilegal, robo y trato degradante, dijo desconocer por qué le habían detenido. Negó haber estado en un casa del Príncipe, haber retenido en contra de su voluntad al joven y haber estado con él en la casa del Puente Quemadero en donde supuestamente se le vejó y obligó a tomar drogas.
En la misma línea de negar los hechos declaró el llamado Nidal M.S., al que se le acusaba sólo de amenazas. Pues bien, este joven quedó absuelto en la misma sesión judicial de ayer que se extendió durante toda la mañana y parte de la tarde.
Se contó además con la testifical de la médico forense que había examinado al joven, quien recalcó, a través de videoconferencia, que no existían lesiones (tampoco de carácter sexual) en la víctima y que tan sólo apreció unas quemaduras de cigarrillos entre los dedos que podían ser compatibles con la práctica de fumar. Sí confirmó que de la analítica que se le practicó pudo determinarse la ingesta de gran cantidad de drogas. Respecto a la ropa interior que se le entregó, dijo que no pudo apreciar resto alguno de pintura y destacó que dicha prenda había sido lavada antes de que se le entregara.
La madre del joven, Sora A.A. ofreció una emotiva declaración al recordar que durante varios días estuvo buscando a su hijo por toda Ceuta, llegando a interponer denuncia por su desaparición ya que nunca había faltado de la casa. Recordó que le gustaba ponerse joyas y que esa noche se fue a la playa y ya no regresó en tres días. Nunca antes había marchado solo. Dijo que uno de los acusados (que está en rebeldía) acudió a su casa para decirle que sabía donde estaba su hijo, sin que finalmente le indicara el lugar. Ella, tras recibir información de un vecino acerca del paradero de su hijo y sin llamar a la Policía, acudió al Príncipe a buscarlo y así averiguó que lo tenían en una casa del Quemadero. Allí no encontró a nadie. Cuando regresó a casa, su hijo ya había sido trasladado por un vecino. “Estaba sucio, sin comer, sin tomar su tratamiento...”, recordó. Dijo que le tuvieron amenazado, vejándole y grabándole con ayuda de un móvil. “Quiero que se haga justicia, que no le peguen a mi hijo porque se han tirado tres días de fiesta a costa de él”.
Las dos versiones
La Acusación Particular se queda sola en su versión de la historia que se produjo
El letrado de la Acusación Particular se quedó solo en su narración de hechos, insistiendo en que había quedado claro la agresión sufrida por su cliente, quien “pese a su esquizofrenia”, dijo, había sido “coherente” con grados elevados de lucidez. Insistió en que había quedado claro que alguien le arrebató sus joyas y le pegó. La Fiscal, en cambio, no presentó acusación al entender que sí había quedado clara la desaparición del joven y la toma de drogas, pero no si se produjo de forma voluntaria o forzada. Aludió a la existencia de contradicciones, como el hecho de que nunca antes hubiera hablado de la existencia de un “pincho” con el que lo amenazaron en su retención hasta ayer. Dijo que su enfermedad podía haberle hecho confundir papeles y personas, creándose incluso personajes.
Por su parte la defensa del único imputado que hasta el final de la vista de ayer quedó bajo petición de cargos, hizo hincapié en esas contradicciones manteniendo la tesis de que el joven podía haber denunciado los hechos de esa forma por temor a su madre, ante la posibilidad de que en realidad hubiera vendido las joyas. Puso de manifiesto la falta de rigor, el hecho de que se lavara la ropa interior en donde ni siquiera se encontraron restos, así como la posible invención de episodios como la vejación de índole sexual. Dijo que, ante la falta de medicación, pudo tener ideas delirantes, alucinaciones y una grave alteración de la realidad. “Ha sido un juicio desagradable”, dijo, “para una madre y su hijo que han vivido una mala experiencia. Ella por boca de su hijo y él por lo vivido de forma real (que no creo) o imaginaria”, puntualizó. El tribunal es el que ahora debe deliberar en torno a esta apreciación, la clave de todo.
Dos imputados, en busca y captura
El juicio se celebró ayer sin la presencia de dos personas que se encuentran en busca y captura y sobre las que recaen importantes peticiones de cárcel. Es el caso del llamado M.M.M., a quien se le solicita hasta 15 años de prisión por detención ilegal, trato degradante, amenazas o robo, entre otros delitos. Tanto él como el llamado M.A.M., a quien se le piden tres años de prisión, no comparecieron a la vista de ayer a pesar de haberse intentado su localización. Sobre ambos se han dictado órdenes de busca y captura. Ahora se encuentran en situación de rebeldía habiéndose comunicado al tribunal la petición en solitario de la Acusación Particular.