El consejero no sabe qué hacer

El pasado viernes 15 de enero, 25 personas en representación de la sociedad ceutí formularon sus preguntas a los parlamentarios europeos Irene García (PSOE) y Salvador Garriga (PP) en la Asamblea del Palacio Autonómico. Cada uno de ellos preguntó cuestiones relativas a la parcela que representaba. A tenor del público que se encontraba en la sala, todos estudiantes, al ceutí de a pie le importa un pimiento Europa. El descrédito de la clase política y la corrupción han contribuido a ello. Y asimismo creo que no pocos de los 25 ‘preguntones’ pecaron de ‘aldeanismo’. Pero hubo algo más: ‘lo que no se le preguntó a Europa’.
¿Y qué fue ello? Pues ello es la inmigración ilegal. Y como corolario de esa inmigración ilegal, su empadronamiento. Parece mentira que siendo Ceuta una ciudad con graves problemas de entrada y asentamiento de ilegales ninguno de esos ‘preguntones’ hiciera referencia a ella. En Ceuta no es preciso entrar ilegalmente, vía pateras, o saltando la valla del perímetro, por ejemplo, sino que cualquier marroquí que entre a nuestra ciudad a bordo de su coche puede irse directamente al Ayuntamiento, presentar su pasaporte y solicitar ser empadronado en Ceuta. Si ese individuo puede acreditar un domicilio aquí, el funcionario que lo atenderá amablemente en las oficinas del Palacio Municipal no tendrá –ni pondrá– ninguna objeción para que ese ciudadano marroquí sea empadronado. Así de sencillo, amable lector. Como lo está leyendo. Si el Consejero del que depende el departamento de Estadística y Empadronamiento no lo comunica a nuestro querido líder, nuestro alcalde Vivas, para entendernos, y éste no lo comunica a la Oficina de Extranjería y ésta –Extranjería– no informa a la delegación del Gobierno para que evite que sea empadronado, ese marroquí puede a los tres años irse directamente a la oficina de Extranjería con su ‘papelito’ de estar empadronado en nuestra ciudad y automáticamente ese ‘Mohamed marroquí’ pasará a recibir la ‘tarjetita’ de residente en Ceuta, y en España. Creo, en fin, haber explicado todo el proceso meridianamente claro para que cualquier ceutí pueda entender el peligro que  se nos viene encima.
¿Que cuál es ese peligro? Pues no es difícil de deducir, amable lector. Teniendo en cuenta que ya han sido alrededor de cinco mil marroquíes los que han presentado sus solicitudes de empadronamiento y han sido aceptadas, dentro de tres o cuatro años, si antes no se ha comunicado el hecho a Extranjería y a la delegación del Gobierno, para que detenga el proceso, esos cinco mil marroquíes tendrán en sus bolsillos la tarjeta de residente en nuestra ciudad y así podrán intervenir en nuestra vida política, social y, por qué no, conspirar para emponzoñar el ambiente cívico y que se produzca un vuelco demográfico para que nuestro querido vecino marroquí pueda presentar sus tesis en los foros internacionales correspondientes para hacerse con nuestra ciudad mediante un referéndum o alguna otra artimaña muy del gusto del autócrata y dictadorzuelo Mohamed.
Lo cierto es que el Consejero que lleva la materia en cuestión, Francisco Márquez, no sabe qué hacer al respecto. Anda el hombre sumido en un mar de dudas, y la ansiedad, por lo menos, lo tiene atenazado. En una palabra, que el hombre no sabe cómo actuar sabiendo –porque lo sabe– lo que se nos puede venir encima de aquí a unos pocos años para el futuro de Ceuta. Los expedientes y las dudas se le amontonan. Se encuentra atenazado y paralizado por la indecisión. Pero, claro, todo esto acabará estallándole en las manos y en la cara no sólo a él, sino al alcalde Vivas, a la nueva jefa de la oficina de Extranjería, señora Ruiz, y al delegado del Gobierno, sea el que sea dentro de unos años.
A este respecto, ¿qué pueden decirnos de todo esto los representantes de Ceuta en el Congreso y en el Senado, el propio Francisco Márquez, Luz Elena Sanín y Fernández Cucurull? Presumo que deberían salir a la palestra para con pelos y señales informar al ceutí. Asimismo, deberían tratarlo en sus mítines electorales de cara a las próximas elecciones autonómicas. Que estén seguros que los asistentes a esos mítines se lo recordaremos. Están obligados a hablar sobre este asunto espinoso.  
La solución pasa por modificar las normas de empadronamiento que actualmente están vigentes en España, La Ley de Bases de Régimen Local y el Reglamento de Población y Demarcación Territorial. Prohibir que se puedan empadronar aquellas personas que no sean residentes en nuestro país. Primero, la residencia y después, el empadronamiento. Pero, claro,  tanto el PSOE como el PP no están por la labor porque los inmigrantes ilegales empadronados pueden constituir un ‘caladero’ de votos para ambos partidos en las próximas elecciones municipales. Pero ¿qué están haciendo otras fuerza políticas, sindicales, sociales y vecinales de Ceuta al respecto? Por ejemplo, el señor Jacob Hachuel, portavoz adjunto de UPyD-Ceuta. ¿Qué sabe él? ¿Qué puede decirnos al respecto el señor Mohamed Alí, de UDCE? ¿Qué puede contarnos el señor Aróstegui, líder de PSPC?
En resumen, que todos, políticos desacreditados, infames y corrompidos, ciudadanos indiferentes, estúpidos y necios, sindicalistas entregados al poder, al dinero y a la holganza y asociaciones de todo tipo paralizadas, todos –repito– están contribuyendo a pagar la bala con la que, civilmente y como pueblo, ‘seremos fusilados al amanecer’.