Ya con ellos fuera de Ceuta comenzaron los rumores sobre posibles viajes a Siria. Rumores que terminaron siendo ciertos, pero que sus allegados aseguraban no creerse. El vecindario comenzaba a murmurar, primero, que uno de ellos había fallecido en el mar; después, que estaba detenido en Marruecos; y al final que se iba a Siria a combatir. En las conexiones telefónicas que tenía con su familia, el ceutí que todavía permanece en Siria lo desmentía todo. La penúltima vez que habló con su familia lo hizo desde Portugal, donde les explicó que había decidido alargar el viaje a Alicante con unos amigos con los que se había reunido en el país lusitano. La última vez que se puso en contacto con ellos, lo hizo ya a través de internet con una llamada a su mujer en la que ni siquiera quiso contestarle si era verdad que estaba en Siria. Ella supo que sí, porque buscó el prefijo de la llamada y correspondía a ese país árabe.
Se sabe también que las familias están dolidas con las fuerzas de seguridad, porque las propias mujeres se enteraron por este medio de lo que sucedía y de que desde hacía tiempo el Centro Nacional de Investigación estaba sobre la pista. Eso les daba tranquilidad en cierta medida porque pensaban que estar bajo vigilancia les eximía de cualquier peligro. No fue así. Ese sosiego el viernes se vino a bajo con la noticia de la muerte de Rachid en un atentado del que se desconocen, dicen, los detalles. Desde entonces, ni una llamada oficial ni una sola mención por parte del Ministerio de Interior, Embajadas o Delegación de Gobierno a los familiares que lamentan que quizá no se les considere españoles por llevar barba o ser musulmanes. “Lo son. Españoles, ceutíes y uno ha fallecido”, dicen.
Quienes les conocen aseguran que rezaban a diario, pero de ahí a ser considerados como radicales... nadie se atreve a poner este calificativo. No les gustaba lo que sucedía en Siria, ni escuchar cada vez que veían en las noticias que había ocurrido alguna matanza de mujeres y niños, pero “como”, dicen, “le podría doler a cualquiera que viera esas imágenes”.
Se sabe, porque es evidente, que hay investigaciones abiertas en torno a esta historia. En las casas de los que se han marchado han dejado sus teléfonos móviles.
Detalles
Robo del taxi
Rachid trabajaba como autónomo del taxi, que su amigo y compañero de viaje conducía. Dicen que se lo robaron la noche antes de partir, por lo que fueron a Alicante a comprar otro. Ahí comenzaron los rumores sobre el viaje a Siria, su detención en Marruecos o que habían muerto en el mar. Llamaban a sus familias muy de vez en cuando y nunca les dijeron que no iban a regresar. Al contrario, alguna vez hablaron de planes de futuros viajes, por eso no les cuadra lo que ha ocurrido.
Ser captados
Los que conocen al compañero de Rachid dicen que “todo lo que tiene de grande y fuerte lo tiene de bueno y podría irse con cualquiera” al ser manipulable.
Salafistas
Los ceutíes que viajaron a Siria tenían un grupo de amigos, también de Castillejos, con los que se reunían a menudo para jugar al fútbol en la pista del Sarchal o con los que hablaban por la misma barriada de Príncipe Felipe. Se dice que unos sirios de Granada vinieron hace un tiempo para hablar con ellos y les convencieron para viajar hasta Siria. También se dice que todos, incluídos los marroquíes de Castillejos que también han viajado hasta allí, de los cuáles diez han muerto, eran defensores del salafismo, la corriente más conservadora del Islam que sigue las directrices del profeta y que utilizan la violencia para imponer el uso de la ley islámica.