Según calculo, dentro de poco hará medio siglo de la pequeña historia que voy a relatar. En aquella época, los medios informativos nacionales hablaban con excesiva frecuencia de lo que denominaban “contrabando de Ceuta” hacia Marruecos. Es más, alguna dependencia del Estado se permitía decir por escrito –la prueba ha de obrar en los archivos de nuestra Cámara Oficial de Comercio. Industria y Navegación- algo tan injusto -e incluso calumnioso- como “la sospechosa zona contrabandista de Ceuta”. La referida Corporación, de la cual me honro de haber sido su Secretario General durante aproximadamente treinta años, se planteó la necesidad de hacer algo en defensa del buen nombre de los comerciantes ceutíes, quienes al vender a compradores provenientes del vecino país no hacían –ni hacen en la actualidad- contrabando de ningún tipo. Eran tiempos en los que aún no existían los polígonos del Tarajal, por cuyo motivo los porteadores pululaban por toda la ciudad cargados con sus bultos. Y fue entonces cuando pensé que la mejor expresión para definir dicha lícita actividad mercantil podría ser la de “comercio atípico”. Según la Real Academia Española, lo atípico es algo que se aparta de los modelos o los tipos conocidos. Pero una cosa es que el comercio que se realiza en Ceuta con relación a determinados compradores marroquíes pueda ser distinto a lo común, y otra muy diferente que por esa razón se le califique impropiamente de “contrabando”, cuando no lo es.
La expresión fue bien acogida por el Pleno de la Cámara, llegando a cuajar a lo largo del tiempo tanto en Ceuta como en Melilla, y ahora resulta normal leerla en periódicos de ámbito nacional u oírla en radios o en TV como la forma con la que dicha actividad comercial se define en ambas ciudades hermanas.
De todos modos, y al hilo de lo anterior, nunca me cansaré de repetir que el futuro económico de Ceuta no puede quedar constreñido a depender de ese comercio atípico ni de cualquier otra clase de servicios relacionados con Marruecos. Con todos los respetos, difiero de quienes así piensan. Sabemos de sobra lo que desde el país vecino se pretende con respecto a esta ciudad, y creo que sería un error mayúsculo poner en sus manos la única llave del desarrollo ceutí, lo que equivaldría a darles la oportunidad de asfixiarnos económicamente en el momento que considerasen más adecuado para sus propósitos.
Por ello, y sin perjuicio de continuar manteniendo hasta donde llegue el comercio atípico y de seguir atendiendo a cuantos clientes marroquíes nos visiten, lo que debe hacer Ceuta es diversificar su oferta, reforzando los contactos mercantiles con el resto de España y del mundo en general. Tenemos que afianzar nuestro especial régimen económico y fiscal; tenemos un puerto situado en la vía marítima más transitada y bien preparado para reactivar al máximo su faceta de suministro de combustible a buques; tenemos la posibilidad de incrementar la escala de cruceros; tenemos que explotar el ya completado sistema de las operaciones triangulares; tenemos que volver de nuevo la mirada a las facilidades que conceden las Reglas de Origen de la Unión Europea, venciendo las injustas resistencias de ciertos funcionarios; tenemos que lograr el incremento de la guarnición; tenemos que potenciar nuestro campus universitario con nuevas titulaciones; tenemos que arbitrar medidas de control de la superpoblación real o artificial de Ceuta; tenemos que insistir en la sempiterna batalla del elevado coste de las tarifas marítimas para mercancías y pasajeros…
En definitiva: queda mucho por hacer. Tanto como resulte preciso, menos jugarnos todo el desarrollo de esta ciudad a una sola carta, poniéndolo así a la entera disposición de aquellos que nos codician. Sin ir más lejos, precisamente en estos días estamos comprobando cómo, cuando quieren, pueden colapsar la frontera y de ese modo disuadir a eventuales visitantes que hubieran efectuado compras en nuestra ciudad. Una prueba palpable y evidente de la necesidad que tiene Ceuta de abrirse al resto del mundo en la búsqueda de fórmulas que sirvan para afianzar su futuro económico sin someterlo exclusivamente a arriesgadas dependencias.
Solo queda desear que los Reyes Magos nos traigan lo mejor para Ceuta y para todos los ceutíes.