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El colectivo sirio retoma su protesta en los Reyes

“Hemos tardado diez días en llegar de Siria a Ceuta para quedarnos aquí, encarcelados”. Quien así se expresa es uno de los cerca de 150 sirios acogidos en el CETI y que ayer, junto con decenas de compatriotas, acudió a la Plaza de los Reyes para protagonizar la que ya es su tercera sentada desde que, en noviembre del año pasado, adoptaran este tipo de comportamientos.

Dicen que van a quedarse frente a la Delegación del Gobierno hasta que sean atendidas sus reclamaciones que, en el fondo, se resumen en una: salir de Ceuta. “Tenemos dinero, no queremos estar aquí, solo pedimos que nos dejen salir, ir a Madrid”, añaden.
Sentados en un banco de la Plaza de los Reyes, vigilados de cerca por los agentes de Información de la Policía Nacional, los poco más de 60 sirios que protagonizan esta protesta pública comenzaron la redacción de una carta dirigida al delegado del Gobierno y firmada por todos los compatriotas.
En la misma reclaman la aplicación de los derechos humanos y piden libertad. La protesta, que seguía de noche, al cierre de esta edición, comenzó pasadas las 16.00 horas, cuando buena parte del colectivo sirio salió del CETI con sus hijos, cargados con bolsas y ropas. Pasadas las cinco y media llegaban a la Plaza de los Reyes, algunos después de haber emprendido camino andando y otros en autobús. “Hemos salido de una guerra para quedarnos atrapados en otra”, lamentaban.
Los hombres con sus mujeres embarazadas o cargadas con niños en brazos quisieron mostrar públicamente las razones que les han llevado a secundar una protesta muy similar a la que también se está produciendo en Melilla y la que, curiosamente, también se está viendo a las afueras de  París en donde se han formado campamentos de sirios llegados de las dos ciudades que reclaman derechos.
“Nuestros hijos están sufriendo más que nosotros, han huido de una guerra y queremos darles una dignidad”, explican. Los más antiguos llevan unos 9 meses en el Centro de Estancia Temporal, los que menos entraron el pasado domingo, siendo el fiel reflejo de un goteo permanente que se ha convertido en una pesadilla para las fuerzas de seguridad, incapaces de vetar la entrada con documentos alquilados a sus pasadores. De esta forma han entrado prácticamente todos los sirios que ahora están en Ceuta y, en muchos de los casos, los menores que han llegado en solitario.
Ayer tarde se repetían las mismas quejas y movimientos ya conocidos por la ciudadanía. Tras estar unas horas en la plaza las madres se fueron con sus pequeños, sabedoras de que no van a incurrir en los mismos errores que llevaron a una dramática actuación policial y política el año pasado. Los varones se quedaron mostrando una pancarta en público y haciendo uso de un altavoz para que la ciudadanía conociera sus quejas contándolas en árabe, inglés y español. Asilo, papeles y península, esas son las palabras que, entrelazadas, dan con la clave de todo este conflicto.
“Yo llevo tres meses aquí y no he firmado aún ningún papel”, lamentaba otro de los sirios. “Mis hijos no tienen que estar así, viendo lo que hay en el CETI”, añadía otro... todos, arremolinados al ver a los periodistas, querían contar una pieza de su historia.
Ahmed Kurdó, portavoz de todos ellos, indicó que seguirán con esta protesta simbólica hasta el final. No se van a mover de allí pase lo que pase, advierten.
La Delegación del Gobierno no varía un ápice su mensaje: “Las medidas de presión no conseguirán el efecto pretendido... cada caso y cada expediente debe seguir los mismos protocolos y procedimientos, ya se trate de solicitantes de asilo o no, para que no se produzca ningún agravio comparativo”, explican. Palabras, estas, que no entiende el colectivo sirio, incapaz de comprender cómo, tras escapar de una guerra, pueden toparse con un muro sin posibilidad de escapada. Hambra, de 60 años, con su esposo y dos hijos en el CETI, dice tener problemas de corazón. Su familia tiene dinero, quiere marchar fuera para ser operada en la península, “tenían que haberme intervenido hace una semana”, explica. Su situación sigue bloqueada como la del resto.
En menos de un año Ceuta registra la tercera protesta de sirios, colectivo este que ha provocado la visita de miembros de Cear y Acnur, quienes han terminado denunciando su situación y reclamando, en el caso de la última, la constitución de una oficina de atención a estos inmigrantes tanto en Ceuta como en Melilla para agilizar los trámites que les afectan de manera directa.

La Policía Local les informó de lo que no podían hacer

Información, de momento nada más. La Policía Local recibió ayer órdenes de trasladar al colectivo sirio las ordenanzas que debían cumplir, advirtiéndoles de que no podrían colocar tiendas de campaña ni colgar pancartas ni tener a los menores en la plaza durmiendo. De todo ello fueron informados, a lo que los sirios replicaron que, a pesar de esto, ellos, los adultos, se quedarían durmiendo allí. “Nadie nos va a mover, ni aunque nos lleven a la fuerza”, espetaron. La Policía Nacional no actuó, tan solo mandó a agentes de paisano a enterarse de lo que estaba sucediendo para informar. A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, se rebotó el asunto a la autoridad competente, en este caso municipal.

La abuela también protesta

C. E.  ceuta
Adultos, jóvenes, niños, bebés y embarazadas se sumaron ayer a la nueva protesta siria escenificada en pleno corazón de la ciudad. Y entre todos ellos también estaba Diba, quien, a sus 84 años, con el rostro marcado por las arrugas de una vejez cuya última etapa se está desarrollando lejos de Siria, es la abuela del CETI. Ella también protesta, también quiere salir. Ocho hijos ha parido pero solo cuatro están a su lado, el resto sigue en Siria. Viajó primero a Argelia, después a Marruecos y el cruce a Ceuta fue relativamente fácil con ayuda de sus hijos. Una de ellas la dejó en el lado marroquí del Tarajal, animándole a cruzar un trecho que terminaría en Ceuta, en donde le esperaba uno de los hijos que tiene en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
Diba está torpe, de hecho no se mueve prácticamente del CETI, ni de la habitación que ocupa. Pero ayer sí que estuvo en la plaza, bajó a duras penas, anduvo hasta la parada de autobús y llegó hasta los Reyes para atender la protesta, más enérgica, de los demás compañeros. Tan solo se levantó para colocarse unos minutos junto a la pancarta de protesta, nada más. Le resulta complicado andar e incluso hablar. Los años pesan y más aún si los últimos se han visto salpicados por una guerra que lejos de estar controlada va a más. Le quedan preocupaciones por los hijos que dejó allí pero también por los que, estando aquí, como ella, no pueden salir con la celeridad reclamada. Sus nietos e hijos la rodean esperando salir.

quino La siria más anciana tiene ocho hijos y todavía cuatro de ellos están en Siria, atrapados por la guerra.

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