El colectivo de subsaharianos de Camerún que ha protagonizado desde el pasado agosto diversas algaradas, intentos de motín e incurrido en delitos y faltas de desobediencia ha dado un giro a su forma de presionar teniendo como víctimas, esta vez, a los indios del bosque.
De ellos les interesa sus trabajos como aparcacoches o ayudantes para trasladar la compra que desarrollan en las inmediaciones del Eroski y los intentan obtener por la fuerza. En las últimas semanas se han registrado casos de amenazas y coacciones contra estos inmigrantes con la única intención de lograr esa financiación económica que necesitan para continuar con su modus operandi basado en la presión.
Los indios son bien aceptados por el resto de ciudadanos ya que nunca han adoptado posturas violentas. Heredaron los puestos de aparcacoches de los bangladesíes y su única labor secentra en ofrecer ayuda a quienes acuden hasta el centro comercial a realizar sus compras. Tienen, de esta manera, un ‘trabajo’ que les permite subsistir después de varios años malviviendo en el bosque, luchando por poder marchar a la península.
Sobre ellos y sobre otros subsaharianos que ejercen sus trabajos a las puertas de otros centros como el Día, han puesto sus miras los integrantes del colectivo camerunés a las órdenes del ‘general’. Las presiones se basan en amedrentar a los demás inmigrantes amenazándoles y coaccionándoles para obtener así una inyección económica de la que carecen. Son unas prácticas de las que ya han hecho gala en el CETI con el resto de compatriotas, en un intento por hacer que éstos se unan a su causa y participen en los motines con los que intentaron incluso enfrentarse ala Policía, pocas horas después de que el delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, diera orden de que los agentes permanecieran en el interior del Jaral. Algunas de esas víctimas han salido ya a la península, beneficiándose de las salidas organizadas por la dirección del CETI.
Varias denuncias contra el colectivo
Contra los inmigrantes que han protagonizado enfrentamientos en el CETI existen ya varias denuncias presentadas formalmente en la Jefatura Superior. Las hubo de los subsaharianos que se sintieron amenazados y coaccionados y las ha habido también de la dirección del campamento y de los trabajadores, después de que tuvieran que escapar del centro al sentirse amenazados por el grupo. También los ha habido de ciudadanos particulares. La administración, al margen, mantiene expedientes económicos abiertos.
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