Ayer pude ver la triste imagen del Cine África, ese condenado a muerte que en su día fue todo un orgullo para los ceutíes, con sus alrededor de mil quinientas butacas. Fui testigo de su construcción, allá por los años 50 del pasado siglo; asistí a su inauguración, lo frecuenté con asiduidad, y lamenté que las circunstancias económicas obligaran, en su día, a convertirlo en multicines y, posteriormente, a cerrarlo, como sucedió con otras tantas grandes salas, y no solamente de Ceuta, sino de toda España.
Cuando hice la mili, allá en el Monte de Ingenieros, más o menos donde hoy se encuentra el CETI –¡que magnífica panorámica!- después del toque de silencio veía desde mi litera el brillante relucir en verde del anuncio luminoso que presidía su fachada.
En relación con aquel coliseo son muchos los recuerdos que me vienen a la memoria. Por su singularidad, destacaré uno de ellos. En el entorno del año 1960 llegó a Ceuta, para cumplir su servicio militar, un joven aragonés –José Luís Gonzalvo- que despuntaba como director cinematográfico. Estaba casado, y su esposa venía a verlo cuando sus contratos se lo permitían, pues era nada menos que “La Chunga”, aquella gran bailaora gitana que, como tal, gozó de fama mundial en su época. Alguien tuvo la feliz idea de organizar un festival benéfico aprovechando uno de los viajes a Ceuta de tan notable artista, y así, con el Cine África lleno a rebosar, “La Chunga” actuó en su amplio escenario. Prácticamente no había ensayado con los músicos, pero puso todo el empeño del mundo, desplegando su arte, bailando descalza –que era lo que le gustaba- y entusiasmando al público, hasta el punto de que éste, al final del espectáculo, la obligó con sus ovaciones a saludar varias veces e, incluso, a pronunciar unas palabras. Así, “La Chunga”, aludiendo sin duda a la falta de ensayo, nos dijo a los que tuvimos la suerte de estar allí una frase que nunca olvidaré; “Yo ha hecho lo que ha podío”. Y a fe que llevaba razón, porque bailando podía muchísimo.
Afortunadamente, “La Chunga” vive, y –ya lógicamente retirada- se dedica a pintar cuadros “naif” que tienen gran aceptación. Con una hija –Pilar-, y tras intervenir, junto con el extraordinario bailarín Antonio, en la película “Ley de raza”, que dirigió su esposo, llegó la separación matrimonial. Gonzalvo, que no llegó a cuajar en el cine, aunque hizo buenos documentales de TV, murió en 1997.
Ayer cumplí 77 años. A estas alturas creo sinceramente que, como “La Chunga”, también puedo decir eso de “yo ha hecho lo que ha podío”. En lo personal y en cuanto respecta al ejercicio de mi profesión de abogado, he obtenido muchas satisfacciones y pocos desencantos. Sin embargo, en política, aunque puse todo mi empeño, está claro que no logré culminar mi objetivo. Más desencantos que satisfacciones. Entre los gobernantes nacionales, y salvo contadas pero magníficas excepciones –que prefiero no nombrar para evitar ser tachado de partidista- despiste generalizado, ignorancia total, desconocimiento de nuestra realidad o, en último caso, insensibilidad. La víctima, Ceuta, mi pasión, que ni es ya, por desgracia, la ciudad de la que me enamoré desde mi infancia, ni tampoco responde en la actualidad al futuro que para ella había soñado.
Y bien que lo siento, porque la quiero con toda mi alma, pero mi tiempo ya ha pasado. Ojalá otros, más adelante, puedan poner en práctica soluciones reales y capaces de situarla en el lugar que le corresponde por su lealtad, nobleza y fidelidad, cualidades hoy tan escasamente apreciadas. Sin duda, es una tarea difícil. Triste es decirlo, pero lo sé por experiencia.
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