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El CETI toma la palabra el Día de África para acercar al ceutí y a los inmigrantes

Si Mandela sueña un África en paz consigo misma, ayer quizá se hizo realidad ese sueño. Decenas de inmigrantes que huyen de la guerra y de las miserias de sus países de origen, la mayor parte de ellos subsaharianos se dieron cita en La Sala para participar en las actividades que desde el CETI se organizaron, por primera vez desde que abrió sus puertas, mano a mano entre la ciudadanía lejos del recinto de las afueras de Benítez. Un día intenso de objetivos cumplidos y un día, que demostró que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, es, cada vez, menos guetto, menos enclave alejado de la realidad social que convive en una ciudad fronteriza como Ceuta.
Mes y medio de preparativos, implicación y profesionalidad del personal que cada día convive con los protagonistas que ayer quisieron subirse al escenario del local ceutí y entregar a los asistentes lo mejor de ellos, ha sido garantía de que finalmente, si se quiere algo, se consigue. Y a la cabeza de los profesionales, el responsable del centro, Carlos Bengoechea, que junto a su equipo, no pierde detalle de cada una de las actividades que no dejaron apenas espacio para el descanso durante todo el día de ayer. No había que perder el tiempo. “Tenemos la suerte, porque finalmente así lo es, de poder acoger con carácter humanitario a todas estas personas y desde hace dos años luchamos para conseguir entremezclar en el tejido social de la ciudad esta realidad trabajando para que cada vez deje de ser menos guetto”, explica Bengoechea tras atender a diversas autoridades que ponen la presencia institucional de la Ciudad en el Día Mundial de África. La consejera de Cultura, Mabel Deu, y la de Asuntos Sociales, Rabea Mohamed, compartieron junto a los residentes y trabajadores del centro diversos momentos explicando la importancia de desarrollar jornadas como las de ayer “para mostrar su cultura, sus colores y su alegría a pesar de haberlo pasado tan mal”. Y esa muestra, en la que hubo cuadros, fotografías, trabajos manuales, teatro, visionado de películas, música, comida compartida, baile y muchas rosas, era el regalo y la entrega que ellos han querido ofrecer a todos los ceutíes “para devolverles esa hospitalidad que les han demostrado cada día y para demostrar que no son sólo las personas que vigilan sus coches o pasean de un lado a otro mientras esperan que se determine su destino, sino que tienen mucho más que ofrecer y están felices y agradecidos por todo lo que han recibido en esta parada de sus caminos”. Un regalo que muchos agradecieron porque “sigue habiendo prejuicios y tópicos y esto es una manera de derribarlos, conocer al que tenemos en frente y saber algo más acerca de él”. Bengoechea recuerda que “al fin y al cabo, el CETI es un recurso del Estado del que podemos obtener beneficios mutuos y tanto unos como otros pueden aportarse mucho mutuamente”. Entre los trabajadores, satisfacción “porque hemos estado mucho tiempo preparándolo y verles felices es la mayor de las satisfacciones”. Entre los inmigrantes, felicidad porque “es una fiesta y queremos enseñar a la gente lo que hemos hecho y preparado para que conozcan más cosas sobre nosotros y nuestros países de origen”. Y entre los asistentes, un ambiente cordial y pacífico y satisfacción

Ellos no buscan problemas, solo mejorar sus vidas

Cada año, centenares de inmigrantes llegan al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes desde un continente, África, que pese a que la ciudad se encuentre geográficamente ubicada en él, muchas veces se mira hacia Europa y se sigue alimentando el prejuicio contra los que vienen huyendo de la pobreza y de la guerra en busca de una vida mejor. Permanecen en Ceuta un tiempo determinado, pero no tiene por ello, que ser un tiempo perdido. Son muchos los que aprovechan su tiempo para aprender español. Ayer mismo, varios se examinaban del DELE y no faltaban a la cita en el Poblado Marinero. Su sonrisa, era lo más destacado para los trabajadores que comparten a diario su estancia en una ciudad, que se quiera o no, es transfronteriza y debe asimilar el fenómeno de la inmigración y defender la inclusión, como ayer demostró el CETI que lo hace después de muchas horas de trabajo. Ellos no quieren problemas. Sólo paz, tener posibilidades de estudiar, de trabajar y de mejorar sus vidas.

Los residentes muestran algunos de los trabajos manuales que realizaron y que pusieron a la venta.
Verles felices es la mayor de las satisfacciones por parte del equipo de trabajadores del centro. Ayer disfrutaron.

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