“El CETI ha sido para mí una experiencia muy positiva”

Confiesa que estos dos años y medio al frente de la dirección del CETI han sido “cortos pero muy intensos”.

Su experiencia al frente del centro de inmigrantes le ha reportado un enriquecimiento interior que, sin lugar a dudas, nunca olvidará. A partir de mañana, Carlos Bengoechea deja de ser director del CETI. Su mandato ha terminado, después de cumplir el tiempo estipulado, y ahora su futuro inmediato se va a encuadrar en el ámbito diplomático.
Esta semana han sido muchas las despedidas. La oficial, el pasado viernes, y la más sentimental, a principios de semana junto a los trabajadores del centro. Poco queda ya más que recoger los restos de un trabajo que ha reportado gracias y sinsabores.
“Parece que ha sido un periodo corto pero ha sido muy intenso en cuanto al trabajo y la dedicación al centro. En este periodo ha habido una renovación de las personas y una reordenación, se han mejorado las instalaciones, la gestión... Hemos hecho una tarea conjunta”, recuerda Bengoechea, que no olvida que en esta reorganización del CETI ha pesado, y mucho, la colaboración de todas las partes, tanto institucional como de los propios trabajadores y oenegés sin ánimo de lucro. “Esas diferentes culturas laborales que tenemos en el centro nos ha permitido llevar a cabo una serie de actuaciones”, añade.
La labor diplomática de Bengoechea, quien antes de su llegada a la ciudad estaba destinado en el gabinete del por entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, dio un cambio con su desembarco en el CETI, ya que supuso su trabajo más directo con la inmigración. “Nunca había tenido un contacto directo con la realidad migratoria, me apetecía tener esta experiencia directa que me ha permitido darme cuenta de una serie de aspectos, descubrir una serie de cosas que es imposible conocer en un despacho. Ha sido para mí una experiencia tremendamente positiva”, apunta en el transcurso de esta entrevista concedida a ‘El Faro’. “El centro nuestro tiene una serie de características especiales al estar situado en primera línea, los inmigrantes que recibimos requieren de una intervención humanitaria urgente. Después de un viaje y un trayecto migratorio duro y difícil, marcado por muchas penalidades, de sufrimiento que han ido pagando con trabajos de todo tipo, nos han llegado personas rescatadas del mar in extremis. Esto los inmigrantes lo acusan. Nos llegan en situaciones que te hacen reflexionar sobre qué se hace en el mundo para que haya todas estas desigualdades, te hace dar mayor valor a las condiciones de vida”, confiesa.
Bajo la dirección de Bengoechea el CETI ha dado un cambio brutal. No sólo por la apertura que el mismo ha tenido a los medios de comunicación, por la transparencia que siempre ha pretendido dar, sino también por la cantidad de proyectos y programas que se han conseguido implantar, algunos de ellos pioneros que se han terminado por convertir en referentes para otros centros de acogida de inmigrantes. En el centro del Jaral se ha conseguido la implantación de talleres para luchar contra la prostitución o frenar prácticas como la ablación. En esto, el CETI, bajo la batuta de quien ahora deja su puesto, ha dado un paso clave y fundamental, implicando a todos sus trabajadores. La ayuda a la mujer ha constituido uno de sus objetivos.
“Ser mujer, inmigrante, indocumentada da pie a la situación de mayor vulnerabilidad que se pueda dar. Nosotros hemos tratado de poner una serie de programas en nuestro centro, apostando por la formación, la creación de cursos y de talleres. De entrada lo primero que tenemos que conseguir es que el inmigrante tiene que asumir que es una víctima, porque mientras no lo asuma es complicado ayudarle. En el CETI le ofrecemos esa protección, es ahí donde el inmigrante puede sincerarse. Básicamente lo que hemos hecho ha sido trabajar en varios frentes distintos. Hemos contado con el apoyo de las instituciones para poner en marcha los programas y nos hemos dado cuenta de que la mujer inmigrante  cuando está en Ceuta se encuentra en una situación distinta porque está bajo la tutela y protección del Estado”, dice.
Pero no siempre es así, esa mujer protegida en el CETI marchará a la península y es ahí donde las redes dedicadas a la trata las explotarán, quitándoles incluso sus documentos, para forzarlas a mantener contactos sexuales hasta que las mafias consideren que han pagado su deuda por llegar hasta España. Desde el CETI se ha conseguido que mujeres atrapadas en el mundo de la prostitución marchen a otros países de Europa, o que dos féminas se atrevan a denunciar acoso consiguiendo que el juzgado de instrucción número 4 dicte órdenes de alejamiento contra sus acosadores, expulsados ya del centro. “Hemos comprobado que cuando llegan a la península esas mujeres no se imaginan en la situación en que van a estar, bajo un régimen, más controladas, sometidas a una explotación sexual. Aquí viven en una especie de burbuja amparada por el Estado, pueden gozar de una cierta autonomía y piensan que cuando vayan a la península va a seguir siendo igual. Lo que hemos hecho es ofrecerles la posibilidad de que, si quieren salir de esas tramas, de esa situación de explotación, puedan recurrir a los servicios públicos. Ceuta es un lugar de paso migratorio y  nuestra labor aquí consiste un poco en orientarlas, explicarles que hay vías para poder salir”, indica.
En el CETI, gracias a este trabajo, se ha conseguido, a través de una unidad de trabajo interdisciplinar, detectar un caso de ablación. Ahora desde el centro se va a preparar un protocolo, de forma pionera, que se implantará en los demás centros públicos y privados de acogida. Es decir, desde Ceuta se ha dado el paso que servirá de referencia para otros centros. Gracias a la coordinación entre la dirección y oenegés que colaboran con diversos talleres se ha avanzado en este caso. Bengoechea recuerda cómo pudieron conocer este caso aunque, desgraciadamente, tras el tránsito de muchas mujeres. “Han podido pasar muchas más que ya no están. A raíz de esto, hemos instaurado como norma general un protocolo para detectar la ablación en personas que procedan de zonas en las que se da esta práctica. Ellas no son conscientes de ser víctimas de un trato degradante. Pretendemos que sean conscientes de ello y que a sus hijas no les ocurra lo mismo. Ahora nos han encargado que hagamos ese protocolo para todos los centros para que se actúe si se sospecha que hay un caso de ablación”, apunta.

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, en el que trabajan casi cien personas y por el que han pasado ya 23.000 inmigrantes irregulares desde su puesta en marcha, se convierte en todo un referente para la ciudad. Quien deja ya de ser su máximo responsable ha trabajado para que busque su hueco en la ciudad, evitar que sea un gueto, un lugar apartado, al margen de una Ceuta que, por su condición geográfica, no puede vivir a espaldas de la inmigración. Él lo reconoce y lo dice abiertamente, esta ciudad es solidaria, lo demuestra.
“Ceuta está posicionada en primera línea lo que le hace recibir a unos inmigrantes que llegan en unas condiciones muy malas”, recuerda Bengoechea. En el CETI se les presta la atención debida, y es en ese centro donde el hasta ahora director ha conocido auténticas historias de superación, aunque también reconoce los problemas que ocasiona la existencia de grupos que se sienten bloqueados porque sus salidas se ralentizan en demasía. Se refiere al grupo de subsaharianos -unos 30- oriundos de Costa de Marfil, que llevan más de año y medio esperando una salida al ser peticionarios de asilo. Las tensiones existen cuando ven cómo otros grupos que tan solo llevan meses parten a la península mucho antes. Desde su dirección se ha luchado para bajar lo máximo posible las estancias de inmigrantes que han llegado a permanecer casi tres años en el Jaral.
“Una vez recuperado ese inmigrante, en torno al año de estancia  empiezan a sentirse bloqueados. Gastamos recursos integrándolos y luego los desintegramos, porque a partir del año de estancia el inmigrante empieza ya a sufrir un deterioro, experimenta fenómenos adversos e incluso puede llegar a refugiarse en la bebida, las drogas... Gastamos una serie de recursos y no parece normal que a ese inmigrante lo perdamos después”, responde. En el caso de los afectados por los bloqueos del asilo, algo que ha terminado por convertirse en uno de los problemas que salpica al CETI por la desvirtuación que puede terminar dándose de estas peticiones,  Bengoechea espera prontas soluciones. Él se marcha, pero confía en que la salida del colectivo, el más antiguo del centro, se desbloquee en breve. Una situación que ha afectado al CETI de Ceuta pero también a todos los inmigrantes costamarfileños del resto del país.
“Estos inmigrantes entraron en julio de 2011, se ha tardado en estudiar sus casos por la situación compleja que hay en este país, pero eso ha pasado con todos los solicitantes de asilo costamarfileños. El problema en Ceuta, a diferencia de otros peticionarios de asilo de la península, es que no pueden salir. Ahora se han desbloqueado esos expedientes que están en estudio”, indica, reconociendo que tardanzas así pueden generar episodios de tensión pero, sobre todo, que los inmigrantes no pidan asilo a pesar de que lo necesitan. “Es es el temor, que haya gente que no lo pida cuando el asilo es una institución muy valorada”, indica. Una consecuencia de la tardanza en las salidas ha sido el incremento de las escapadas llamadas ‘oficiosas’, es decir, las de inmigrantes escondidos en camiones que, en 2011, llegaron a superar a las oficiales, controladas por el CETI. En este pasado año se ha conseguido controlar y aminorar, algo en lo que también ha influido el trabajo en equipo llevado a cabo desde el centro además de la presión ejercida por las fuerzas de seguridad.
Bengoechea abandona ahora un centro que, el pasado verano, llegó a soportar una presión de más de 800 acogidos. Ahora, muy al contrario, ‘disfruta’ de un récord histórico, con solo 387 acogidos, muchos menos de las plazas de que dispone.
Se marcha con el agradecimiento en la boca, por todo el apoyo recibido de instituciones políticas, policiales, educativas, sociales... amén de las personas que han trabajado codo con codo a su lado para tratar, como se merece, a los que denomina los proletarios de la inmigración: esos hombres y mujeres que escapan del África subsahariana y son recibidos en la frontera sur de Europa. Confiesa que algunos de los 23.000 que han pasado por el centro le ha dejado marca, porque ha sido testigo de historias de superación, ha conocido a gente que realmente quiere integrarse, luchar y tener una vida mejor.
“Nos ha llegado gente dispuesta a formarse y prepararse. Dentro de la inmigración, le diría que hay un 50% de personas que lo han querido, luego hay un grupo que no. Nunca hemos podido saber el porqué, siempre nos hemos preguntado cuál podría ser el elemento que determinara esto... No lo sabemos, es algo innato al hombre como sucede en una sociedad cualquiera, también ocurre en el CETI. Lo que aquí nos llega es el proletariado de la inmigración, personas que no tienen dinero para pagarse otras vías. Hemos procurado que el tiempo que estén aquí hayan podido aprender, saber lo básico. En algunos, tengo que decir, ha destacado el afán de superación, han sido personas ejemplares”.