Lo que en un principio era una excursión para sumergirse en las aguas del Estrecho, bucear y avistar delfines, al final se convirtió en una trepidante aventura. No sólo para las personas que estabanen la embarcación del centro de buceo Diving Center, sino para los propios responsables. Una tortuga boba, de al menos 80 kilos de
peso, se divisaba en el mar con dificultades para sumergirse.
“Al ver esto tuvimos que auxiliarla y suspender la actividad. No íbamos a dejar que se muriera.
Además la gente ha cooperado para subir la tortuga al barco y creo que se lo ha pasado bien”, dice Franci Valero, curtido ya en estos trances. No es la primera vez que tienen que rescatar tortugas bobas, “aunque hacía ya cuatro o cinco meses que no nos volvía a
pasar”.
El animal fue trasladado al puerto y depositado en una cubeta para que el veterinario municipal lo atendiera.
Al parecer, la adhesión de parásitos en su ano le impedía expulsa rgases y hundirse totalmenteen el agua, medio en el que desarrollan su vida. “Probablemente ahora estará una semana en observaciónen el centro, aislada, hasta que expulse el aire, y ya después
la echaremos al agua”, resuelve Valero optimista. El rescatede la tortuga boba se traduce en gastos para el centro. Pero a él y su equipo no le importa. “Todo sea por una buena causa”.