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El centro de Alzheimer estará en funcionamiento en 2014

Las obras de construcción del futuro centro de día para atender a enfermos de Alzheimer avanzan poco a poco. Tras los muros de la parcela que cedió Defensa a la ‘Fundación Eduardo Gallardo Salguero’ comienza a vislumbrarse el sueño que llevó al responsable de dicha entidad, Alberto, a poner en marcha esta idea. Donde antes había dos familias de okupas que llegaron a destrozar el interior de la finca militar construyendo hasta dos viviendas distintas en su interior que separaron con un muro, ahora se aprecian ya las bases de lo que serán los futuros talleres ocupacionales para los afectados, el de formación pensado para preparar a cuidadores, la zona de fisioterapia o las tareas administrativas básicas.
“Queremos que la obra esté terminada en este año porque el objetivo es abrir el centro en 2014”, sentencia Gallardo. Esta obra nace de una querencia: el ofrecer un recurso sociosanitario para los enfermos de Alzheimer, cubriendo así una necesidad que existe en Ceuta y que no está atendida por las administraciones públicas. “Se crea porque mi madre tuvo esta enfermedad, luego mi padre también y conociendo la misma sé las consecuencias que tiene tanto para los enfermos como para sus familiares, de ahí que pusimos en marcha este proyecto para promover ayudas económicas y asistenciales para mejorar la calidad de vida de los enfermos de alzheimer”, recordaba Gallardo en una entrevista con ‘El Faro’.
Lo que todavía es el esqueleto de este centro abre ya sus puertas para este periódico y muestra una visión bien distinta a la que se encontró la Fundación. Donde antes había escombros, suciedad y restos de todo tipo ya se ha adecentado un jardín con su olivo, sus naranjos y sus limoneros. Dan frutos, síntoma de que detrás de este proyecto hay mucha vida. También se ha terminado una de las obras más importantes: el cerramiento con un muro elevado de todo el perímetro de la vieja casa militar. También se ha trabajado en el porche exterior recuperándose y restaurándose toda la balaustrada que había sido tapada por las familias de okupas que se introdujeron en esta finca, aprovechando la salida de los últimos militares que la ocuparon.
Queda mucho por delante. La obra avanza según las inyecciones económicas que consigue la Fundación y las donaciones de material procedentes de empresas como Baeza, Doncel, Cemacon, Maquinarias Hidalgo, Makerel o Maese, entre otras.  A esto se suma los donativos (Gallardo reconoce la solidaridad de muchísimas personas que están apoyando así la construcción de este centro) o las ganancias de las actividades benéficas organizadas, la última de ellas el concierto de ‘Siempre Así’, que llenó el teatro del Revellín.
Gallardo espera, confiado, que en los próximos meses se vayan dando pasos de gigante que permitan cumplir su meta. Su mente no para. Tiene ya el busto que colocará a la entrada, en el jardín del futuro centro, con la figura de su padre: su auténtico referente en la vida. Y ya deja claro el nombre que tendrá el lugar y que mentará al coronel Raggio, último ocupante de esta finca.
La rehabilitación del inmueble está ahora en fase de reforzamiento de zonas, adecuación de las futuras aulas e introducción de la infraestructura eléctrica. Entre los proyectos que se llevarán a cabo después está la construcción, a las puertas de lo que serán los talleres ocupacionales, de un castillete al estilo arquitectónico que tiene el inmueble, cedido de manera solidaria por Defensa.
La Fundación es la que corre con todos los gastos de las obras de acondicionamiento, conservación y mantenimiento, tras conseguir algo que en Ceuta parece que se ha convertido en una odisea: una cesión militar y gratuita.
Un total de casi 600 metros cuadrados, en la glorieta de comandante Ayuso, que serán, a partir de 2014, utilizados -o al menos eso confía Alberto Gallardo- para asistir a entre 25 y 30 pacientes, realizar talleres de terapia ocupacional y de formación de cuidadores de personas dependientes y establecer, de forma pionera y permanente, unas bases para que las personas que padezcan esta enfermedad dispongan, por fin, de un lugar en el que se les preste la asistencia debida.

El futuro solidario del cuartel del Corralillo

“Creemos firmemente que este dominio es una ubicación ideal que puede reunir todas las condiciones necesarias y únicas para albergar nuestro futuro centro de atención diurna”. Así se expresa en sus fundamentos la ‘Fundación Eduardo Gallardo’, que se congratula de, gracias a la cesión hecha por Defensa, poder no sólo llevar a cabo este proyecto sociosanitario para atender a los afectados por Alzheimer, sino también conseguir la recuperación de un patrimonio público que estaba abandonado y avanzaba en una degradación paulatina provocada por las familias que, directamente, la ocuparon aprovechando la marcha de sus últimos moradores legítimos. “Se trata de recuperar lo que consideramos un patrimonio público de gran riqueza artística e histórica, al tratarse de una finca de estilo colonial, de gran prestigio arquitectónico para nuestra ciudad”, sustenta la Fundación. El gerente de la entidad, Jesús Perea, que se ha ‘empapado’ de la historia de dicha finca apunta que el llamado cuartel del Corralillo data del siglo XVIII, “ya que constan en archivos militares documentos del año 1859 , en los cuales se refleja que dicha finca servía de alojamiento a desterrados de la Guerra de África, así como dio acogida durante el desarrollo del conflicto al insigne escuadrón de Cazadores de Mallorca”, señala. Esa historia se aprecia en algunos rincones de la casa, en donde, como sucede siempre con inmuebles de este tipo, también se han topado con sorpresas, como el hallazgo de un bunker, semienterrado, que comunica dicha vivienda con la playa de San Amaro.
“Posteriormente”, añade Perea, “y hasta mediados de los años 50 fueron realizándose continuas reformas en esta extensa parcela, destinándose la misma a darle ubicación a los Juzgados militares permanentes (conocido como el antiguo Juzgado de Las Balsas, según la documentación revisada); así como, más adelante, a pabellones de cargo de jefes militares y oficiales”, concreta.
La peculiar historia castrense de esta finca da paso, ahora, a otra con tintes sociales y benéficos que puede servir de ayuda a las familias que, cuando se enfrentan a un caso de Alzheimer, ni saben cómo afrontarlo, ni a quién llamar, ni, tan siquiera, cómo hacer la vida más fácil a quienes, llegará el día, en que dejen de ser viejos para convertirse, mental y espiritualmente, en lo que fuimos: niños.

fotos: quino En la obra que se está llevando a cabo se ha trabajado en la recuperación de zonas con historia, atendiéndose, por ejemplo, a la entrada y la balaustrada. En la foto, Alberto Gallardo y el gerente Perea.

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