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“El cariño de la gente es la riqueza que me llevo, eso no se paga con nada”

Correro Tocón acepta su marcha porque “aceptar la voluntad de Dios es encontrar la paz para después poder transmitirla” Francisco Correro Tocón es una persona cercana y por ello muy querida entre los ceutíes. Son muchos los lazos de afectividad que ha creado en los dieciséis años que lleva como vicario general y numerosas las ocasiones en las que ha destacado por su labor al servicio de la Iglesia y de la sociedad ceutí. Echará de menos a Ceuta, lo dice en numerosas ocasiones, sobre todo cuando mira por la ventana de su despacho y ve el mar. En los próximos días será sustituido por Juan José Mateos, que llega de Vejer de la Frontera. En una entrevista con este medio habla de su etapa en la ciudad autónoma y de su relación con el pueblo ceutí.
–¿Cómo se enteró de la noticia?
–El día 7 fuimos a Cádiz para asistir a una de las reuniones que teníamos prevista, el señor obispo me llamó antes de la misma y me comentó que iba a nombrar un nuevo vicario de Ceuta. Le dije que me parecía muy bien, al igual que también me parecía una decisión muy acertada la persona elegida. Es un sacerdote que tiene un año menos que yo, 51, muy preparado, sensato... creo que los ceutíes han tenido suerte.
–¿Cómo se lo tomó?, ¿se lo esperaba?
–Normalmente cuando hay un cambio en la Diócesis, al poco tiempo suele haber otro en la Curia. Tenía más o menos la idea de que al final de este curso quizás el obispo me propusiera el cambio. Lo normal es que después de un tiempo el nuevo obispo al conocer el clero haga cambios. Creo que entra en lo que es nuestra vocación, cuando uno se ordena sacerdote lo hace para el servicio de toda la Diócesis y también promete obediencia al obispo que lo ordena y también a sus sucesores. Por ello, cuando el obispo decide o cree qué es lo mejor, nosotros no debemos ser obstáculo, en ningún momento, en su tarea. Somos colaboradores del obispo, nunca obstáculo, y eso lo tenemos que tener muy asumido y desde ahí vivir en la Iglesia. Lo que sí es verdad es que yo lo esperaba quizás para el mes de junio o septiembre; pero tendrá interés en comenzar a preparar pronto el curso que viene. De alguna manera sí preveía que podía darse el cambio. El obispo ha creído que esto es lo más conveniente y hay que verlo con total naturalidad y servicialidad. Estoy muy agradecido a la Iglesia por haber podido estar aquí, al obispo anterior y a este, y a muchas cosas. Esa es la vocación.
–¿Se prevé más cambios en la estructura de la Vicaría?
–No, creo que no. La Curia nada más que somos dos, se cambia al vicario y ya está, pero no puedo decir nada sobre posibles cambios en las delegaciones, porque no lo sé.
–¿Dejará de ser párroco de la Iglesia de África?, ¿se marchará de Ceuta?
–Sí, las dos cosas. Me marcho de Ceuta porque no me parecería lo normal quedarme.
–¿Por qué?
–Porque hay que facilitarle también la tarea al que viene y él tiene la suficiente capacidad de irse poco a poco abriéndose paso y con la ayuda de todos hacerse con la situación. Tampoco es bueno que uno que ha estado aquí de vicario 16 años esté al otro lado de la Plaza.
–¿Se le vería como que está intentando hacerle sombra?
–No, pero yo creo que lo más sensato y prudente es ir a otro lugar donde el obispo me pueda necesitar y donde pueda prestar un servicio.
–¿Dentro de la Diócesis de Cádiz?
–Sí, seguro.
–Dieciséis años en Ceuta es mucho, ¿de qué se siente especialmente orgulloso?
–Creo que la Iglesia no tiene que sentirse nunca orgullosa de nada. En todo caso lo que sí tengo que destacar es la gente que hay aquí, porque es muy valiosa y una Iglesia muy rica, y yo creo que esa es su riqueza. Después en las cosas materiales hay que hacer frente a situaciones y se hace con la ayuda de todos. De lo que más orgulloso me siento es del cariño que nos hemos dado y de haber caminado juntos en la tarea del Evangelio. De eso es de lo que nos sentimos orgullosos, de lo material si se puede hacer más se hace y si se puede hacer menos se hace menos, pero hay otra dimensión en la Iglesia que creo que es de lo que siempre nos tenemos que sentir orgullosos.
–¿Qué momentos recuerda con más cariño, o cuáles son los momentos más intensos que ha vivido?
–No sabría decirle, yo para recordar soy muy malo, pero ha habido momentos muy fuertes en la tarea, como el tema de la inmigración. Cuando yo vine era muy distinto a cómo es ahora, por aquel entonces estaba todavía Calamocarro y hemos vivido momentos buenos y otros difíciles. Lo mejor ha sido el día a día, y vivir con los compañeros y la gente, esos son los mejores momentos. Me acuerdo que recién llegado lo primero que tuvimos que hacer es restaurar el tejado de la Iglesia del Valle. Empecé restaurando este tejado y me voy dejando casi terminada la Iglesia de San Francisco, pero esas no son cosas del vicario, son cosas que se dan y a las que hay que hacerles frente. De lo que más orgulloso me siento es de haber prestado un servicio de la mejor manera que he salido hacerlo, con fallos evidentemente, pero ahí está. También hemos conseguido intentar que haya un buen clima con las instituciones y, sobre todo, que la Iglesia tiene que tener una actitud de estar al servicio de la sociedad y en todo aquello que todas las instituciones vayan a necesitar, y predicar el Evangelio. Eso sí lo hemos conseguido en todo momento y si hemos podido dar una respuesta la hemos dado, y si no hemos podido al no tener medios, con humildad lo hemos dicho. Estamos aquí para el servicio de la sociedad, de lo que es la Iglesia y de lo que no es, hay que estar abiertos a todos y a colaborar en todo.
–¿Recuerda algún momento malo o desagradable?
–Soy muy malo para recordar momentos malos. Los habrá pero se pasan y se olvidan.
–Ha hablado que llegó cuando aún estaba Calamocarro, ¿notó un notable cambio con la apertura del CETI?
–Cambió evidentemente en la atención al inmigrante. Supuso un cambio radical en cuanto a la manera de acoger al inmigrante.
–Durante su estancia en Ceuta, la Vicaría también ha abierto sus brazos al inmigrante...
–Sí, además esto no es propio de la Vicaría, es en colaboración con la Delegación de Migraciones, que ya venía haciendo un gran trabajo. Nosotros lo único que hemos hecho es hacer de puente entre el delegado de Migraciones y la realidad migratoria. Hemos sido el vehículo para llegar a los inmigrantes, pero no solo la Vicaría, también las religiosas Vedrunas, el padre Béjar cuando estuvo en su día... hay muchas otras personas que facilitan esa tarea.
–En cuanto a la relación con las hermandades y cofradías, ha habido entendimiento...
–En el mundo de las hermandades siempre hay dificultades pero aquí no especialmente. A veces me he podido equivocar yo o ellos, pero creo que en estos años he tenido suerte con aquellos que han estado al frente del Consejo de Hermandades. Cuando llegué estaba Pepe Montes, después Jesús Bollit y ahora Juan Carlos Aznar. Hemos tenido mucha suerte con estas tres personas porque son los que tienen el diálogo más directo con la Vicaría y cualquier problema se ha solucionado a través de ellos. En las dificultades hay veces en las que no es todo lo que dicen las cofradías y otras en las que no es todo lo que dice la Vicaría; y hay que mantener siempre el diálogo y ver qué es lo más sensato.
–¿Cuál es la labor de las cofradías que más le gusta a la Iglesia?
–Las cofradías no deben nunca perder el norte. Hay una cosa que no me gusta, que las cofradías hablen de ‘la Iglesia’, porque ellas son Iglesia. De lo contrario se pondrían al margen y no la estarían viendo como aquella que la acoge y la ayuda a vivir su fe. Su labor está enmarcada en sus estatutos y viven la fe a través de unos titulares a los cuales tienen devoción. A parte de rendir culto a sus titulares, tienen que ser agentes de evangelización y a través de los titulares llevar a otros a la fe, y después el aspecto social de la cofradías, porque es lo propio también de la Iglesia. Esta es anunciar el Evangelio, la caridad y vivir la fe. Su labor es confesar la fe a través de unos titulares para llegar a Dios, celebrar la fe a través de los cultos y vivir la fe mediante la labor social y la labor de los hermanos. También no se puede desviar uno, como dijo un sacerdote salesiano, que nos fijamos mucho en lo estético o exterior, y no en lo ético o en el interior, que hay que tenerlo presente. Además debe haber un trabajo durante todo el año, si no qué sentido tiene una estación de penitencia o una salida procesional. Las cofradías deben estar integradas en la parroquia el resto del año. No es cuestión de director espiritual o hermano mayor sino de poner todos empeño en trabajar en lo mismo, todos los caminos son válidos pero hay que intentar poner a veces un poco de sentido común en todo esto.
–¿Qué tiene que decir de la labor del clero ceutí?
–Todo lo que diga es poco. Me parece que Ceuta en estos momentos tiene mucha suerte de tener el clero que tiene. Son unos sacerdotes muy entregados y siempre crean un clima de fraternidad. La Iglesia de Ceuta y los ceutíes pueden estar orgullosos de los presbíteros que tienen.
–¿Cómo ha sido la relación con líderes de otras religiones?
–Siempre muy buena con todos. No ha habido nunca dificultad alguna.
–¿Es de los que dicen que en Ceuta hay convivencia, o de los otros que piensan que lo que hay es coexistencia?
–Hay que hablar de convivencia, lo que sí es verdad es que se hace todo hasta donde se puede, cada uno vive su cultura y su fe, y no se hasta dónde se puede llegar más en cuanto a convivencia, pero siempre se puede avanzar más. Yo creo que hay coexistencia y también convivencia, tanto ponernos en un punto o en otro... no hay que ser idealista, hay que ser realista: hay coexistencia pero también convivencia. En el tejido social de Ceuta está todo el mundo muy bien relacionado, eso se ve en la calle. A veces no hay que ser excesivamente negativo.
–¿Qué espera en su nueva etapa?
–Nada, no soy de los que esperan algo. Seguiré viviendo y trasmitiendo el Evangelio, seguiré haciendo la labor que me pida el obispo y continuaré colaborando con él. El sacerdote no debe aspirar a nada ni esperar nada, y si algo tiene que esperar es de Dios, nada más. Don Antonio siempre nos decía que aceptar en cada momento la voluntad de Dios es encontrar la paz. Las cosas se pueden ver con fe o sin fe, y tenemos que verlas con fe. La vida de uno tiene que verla desde la fe. Un día el señor obispo me pidió que viniera y desde la fe y desde el servicio dije que sí; hoy me pide otra cosa y desde la fe y el servicio digo que sí, y donde esté ahí tengo que estar sabiendo que esa es la voluntad de Dios porque en su voluntad encuentra uno la paz, y creo que el sacerdote debe encontrarla para después poder transmitirla. No concibo un sacerdote tomando vinagre cada media hora y enfadado, me parece que eso es absurdo. Hay que atender a la voluntad de Dios porque somos hombres de fe, de lo contrario, ¿qué estamos trasmitiendo y qué estamos viviendo? Lo que pasa es que después de dieciséis años uno tiene muchos lazos afectivos...
–¿Le hubiese gustado continuar?
–Esto no es cuestión de gustos, hay que verlo en otra clave, la del servicio.  Lo que pasa es que tanto a mí como al que viene, que lleva catorce años en Vejer pues le va a costar al hombre dejar a la comunidad parroquial porque en ese tiempo se crean muchos lazos afectivos y la gente se encariña. A mí también me costó trabajo cuando me vine de Algeciras, pero te aclimatas y te pones a trabajar y ya está. Uno se lleva una gran riqueza, el cariño de la gente, eso no se paga con nada. De todos estos años me quedo con el cariño que me llevo de la gente y sabiendo que en mi vida estos dieciséis años han sido muy ricos porque además de crear buenas amistades me voy lleno del cariño de la gente. Eso no lo quita nadie.
–¿Será difícil para usted olvidar Ceuta?
–Claro, yo creo que en mi vida la olvidaré. Ahora comprendo cuando a la Iglesia de África venía alguna gente de fuera y me decía que cada vez que podía venía. Es verdad que tira mucho, también la gran riqueza que tiene la Iglesia en Ceuta es la devoción a la Virgen de África y la imagen, que siempre acompañará tanto a los que son naturales de Ceuta como a los que han pasado por la ciudad. Esa devoción creo que nunca se olvida.
–¿Hay sacerdotes que son más devotos de una determinada imagen?
–Claro, los hay trianeros, o de La Macarena, el que es de Tarifa será devoto de la Virgen de la Luz... sabiendo siempre que son advocaciones que nos ayudan pero que en el fondo sabemos qué representan.
–¿Seguirá siendo devoto de la Virgen de África?
–Sí, hombre, eso siempre, hasta la muerte (sonríe).

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