El desembarco de Alhucemas tuvo lugar en Septiembre de 1925, pero solo fue ocupado un reducido perímetro de cinco kilómetros cuadrados en la kabila de Bocoya y una pequeña extensión en Beni Urriaguel, protegida por los montes Amekrán, Rocosa y Adrar Seddun que se conquistaron in extremis el 1 y 2 de Octubre de ese año.
Cuando se había conseguido asegurar la cabeza de puente, el mando dio orden de detener las operaciones y atrincherarse hasta la llegada de la Primavera. Después del enorme esfuerzo realizado en hombres y dinero, el resultado era desalentador: Miles de soldados inactivos en una ratonera porque de las cincuenta kabilas existentes en el Protectorado, cuarenta estaban en rebeldía junto a Abd el Krim, por lo que el Jalifa, delegado del Sultán, ejercía su autoridad y solo parcialmente en diez de estas kabilas.
Abd el Krim había sufrido mil bajas de sus mejores hombres pero aún le quedaban sesenta mil harqueños y su armamento aumentaba diariamente. Contaba además, entre Axdir y Tetuan, con cinco puestos de mando, numerosas fortificaciones, ocho baterías algunas de grueso calibre, cinco depósitos de municiones y varios centros de reparación de material de guerra. Su prestigio seguía siendo enorme pues su organización de propaganda hizo correr la noticia de que los españoles eran prisioneros suyos en las playas de Alhucemas. Y había algo de cierto en esto. La vida de los hombres desembarcados en tan reducido perímetro y abastecidos por mar era muy dura. Los rifeños, pegados a la vanguardia española la hostilizaban constantemente y la moral de las tropas decaía ante tan peligrosa pasividad.
A los dos meses del desembarco, comenzaron a producirse acontecimientos. El 8 de Noviembre de 1925 tuvo lugar la proclamación oficial del nuevo Jalifa Muley Hassan Ben el Mehdí que sucedió a su padre, muerto dos años antes en Ceuta. Ese mismo mes cesó el General Primo de Rivera en el mando del ejército de Africa y fue nombrado Alto Comisario y General en jefe el General José Sanjurjo, hasta entonces Comandante general de Melilla, siendo designado para este último cargo el prestigioso General Castro Girona. De la Comandancia de Ceuta se ocupó el también General Federico Berenguer y en Febrero de 1.926 fue nombrado jefe del Estado Mayor del ejército del Protectorado Manuel Goded que había sido ascendido a General de Brigada y que tomó parte activa en el desembarco. Este mismo militar asumiría más tarde, en Abril del mismo año, la Inspección General de Intervenciones y Tropas Jalifianas.
Mientras españoles y franceses hacían nombramientos y llegaban a acuerdos para futuras operaciones, los rifeños continuaban teniendo la iniciativa. En el Otoño de 1925, mientras la cabeza de puente en Alhucemas se mantenía estática, Abd el Krim ordenó el bombardeo de Tetuan. Para ello, un destacamento escogido transportó desde el Rif hasta ocho kilómetros de la capital del Protectorado español, un cañón de campaña que fue instalado finalmente en una cueva en las cumbres casi inaccesibles del Yebel Bu Zeitung (macizo de Beni Hozmar).. La misión resultó extremadamente difícil y ocho hombres se despeñaron durante el arriesgado transporte de aquella enorme pieza por las montañas. Finalmente el cañón realizó su primer disparo en Octubre de 1925, y el proyectil impactó en las defensas exteriores de Tetuán.
La operación que estuvo al mando de M´hamed, el hermano menor de Abd el Krim, auxiliado por los kaides Ahmed Budra y el Jeriro ayudados por los discursos religiosos de Muley Ahmed el Bakar, mantuvo en constante alarma a la capital del Protectorado que sufría en sus calles los continuos impactos del cañón, al que el gracejo popular llamó desde el primer momento el Felipe, sin que se conozca la razón de ese apodo. El Felipe se convirtió enseguida en un reto para los artilleros españoles y, al no tener alcance suficiente las piezas españolas de campaña, se instaló en las afueras de Tetuan una batería de obuses del 15,5, con lo que se logró la distancia suficiente pero, al ser el tiro de estas piezas curvo, resultaba prácticamente imposible alcanzar la cueva en la que se encontraba el cañón rifeño.
La población de la capital del Protectorado se inquietaba cada vez más, el prestigio del ejército estaba comprometido y la imagen de victoria que transmitió el desembarco de Alhucemas en peligro. Se ensayó el bombardeo de la aviación, pero la caída vertical de las bombas las hacían ineficaces porque el cañón se resguardaba dentro de la cueva. La única solución viable era trasladar una pieza de artillería de costa desde Ceuta para unir al alcance el tiro rasante de este tipo de cañones. Pero esto iba a requerir trabajos de ingeniería y una planificación complicada de transporte. Además, ya llevaba Tetuan cinco meses sometida al fuego del Felipe y la población, ante la falta de resultados y las continuas bajas de inocentes, iba a comenzar incluso a hacer rogativas.
Sanjurjo decide el ataque directo
La operación directa se había descartado varias veces por el peligro que suponía trepar hasta las cumbres del Yebel Bu Zeitung, donde los rifeños, bien atrincherados, se defenderían encarnizadamente. Pero los continuos impactos del cañón en las calles de la capital del Protectorado no dejaron otra alternativa al General Sanjurjo. A pesar de que protegiendo la pieza de las montañas había pocos rifeños, se decidió emplear cuatro columnas, dos principales y dos de flanqueo para que, con una masa importante de hombres, se minimizaran las bajas.
La columna de la derecha se confió al Coronel Millán Astray que debía operar desde Cudia Tahar con cuatro banderas del Tercio y dos batallones del Regimiento de Ceuta. La de la izquierda se encargó al General Orgaz que desde Tazarines avanzaría con cuatro tabores de Regulares junto a dos batallones del Regimiento del Serrallo. Las dos expediciones contaban con un batería de 7 centímetros cada una y servicios. Los flanqueos que salieron desde Beni Salah y Ben Karrich, estuvieron a cargo de los tenientes coroneles Alvarez Coque y Saenz de Buruaga mandando unas variadas columnas en las que se encuadraban Mehallas de Caballería e Infantería, Cazadores de Africa nº 3, harkas y tropas de la Intervención de Beni Hozmar. Una masa artillera de once baterías al mando del Coronel Perteguer, aseguraba la protección de las fuerzas.
Los hombres iniciaron el ataque el 4 de Marzo de 1926, existiendo una enorme desproporción de fuerzas. Frente a un contingente reducido de rifeños, los españoles contaban con más de dieciocho batallones de tropas escogidas y mandadas por los mejores oficiales. Sin embargo, el terreno jugaba a favor de los servidores del cañón, ya que las posiciones de estos eran inmejorables. Las dos columnas principales sufrieron un gran descalabro el primer día pues mientras el Coronel Millán Astray resultó herido una vez más siendo sustituido por Prats, su compañero Orgaz que operaba por la izquierda quedó detenido en Dar Rai por fuego de ametralladoras hábilmente emplazadas. El primer día resultó un fracaso.
El mando decidió cambiar el sistema de avance. Durante la noche de ese día fatídico del 4 de Marzo se trasladaron tropas de la Mehalla de Tetuan que mandaba Alvarez Coque hasta Beni Salah y este último tomó el mando del avance para envolver al enemigo, utilizando en vanguardia a las fuerzas de la Intervención de Beni Hozmar del capitán Bañares. El nuevo ataque se llevó a cabo el día siguiente 5 de Marzo de 1926 y la táctica permitió que las tropas de Orgaz y Prats que realizaban el esfuerzo principal, progresaran bastante durante esa jornada.
Cuando amaneció el día siguiente, los españoles se quedaron sorprendidos al extenderse una espesa niebla por todas aquellas montañas. Mientras que los rifeños de las alturas se reorganizaban llegando a hostilizar entre brumas a las avanzadillas de legionarios y regulares, las tropas permanecieron inactivas toda la jornada velando sus armas. El 7 de Marzo, sin embargo, se presentó claro por lo que se reanudaron las operaciones, consiguiendo Orgaz llegar hasta el Yebel Bu Zeitung y tomar la cueva del cañón, tras vencer una desesperada resistencia de sus servidores.
La operación de librar a Tetuan del Felipe costó 3 oficiales y 63 soldados muertos junto a 14 oficiales y 326 soldados heridos, 406 bajas en total.
El cañón baja a Tetuán
Aunque la cueva y el cañón quedaron protegidos por fuerzas suficientes, la kabila de Beni Hozmar, en cuyo territorio se encontraba el Yebel Bu Zeitung, no fue ocupada hasta el invierno de aquel año de 1926. En efecto, el Felipe fue acallado en Marzo y ya en Mayo se reanudaron las operaciones desde Alhucemas, con lo que todos los frentes comenzaron su actividad. Por ello, en el citado invierno de 1926 al 27, se consiguió ocupar completamente la citada kabila de Beni Hozmar y se le impuso como castigo por la Intervención, el transporte del cañón que permanecía en la cueva del Yebel Bu Zeitung hasta la capital del Protectorado. La operación de bajar la pesada pieza desde las imponentes cumbres hasta el llano supuso un tremendo esfuerzo, pero finalmente el cañón quedó pacíficamente emplazado en la Plaza de España, donde fue muy admirado por todos los que habían sufrido sus disparos durante casi seis largos meses.
Y en los cementerios musulmán y militar de Tetuan o en los riscos que dominan la plaza, quedaron enterrados los cientos de hombres, rifeños, españoles y de tropas indígenas que murieron en aquellos días finales de la más larga campaña que tuvo lugar en Marruecos.