Con el campus universitario a punto, se cumple otro de los grandes sueños del Ayuntamiento de la ciudad. Grandes sueños que han formado una cadena de eslabones afectados por incongruentes delirios de grandeza, respondiendo fantásticamente a la estrategia política: aturdir los sentidos. Muy del gusto clásico, del estilo más pérfido que honesto, la realización de obras de considerable magnitud para una ciudad como Ceuta se ha ajustado como anillo al dedo al deseo de contentar, superficialmente, a una población desgastada, que desde hace algún tiempo ha comenzado a percatarse de este juego politiquero. Es una lástima que el miedo infundido por la derecha garantice el mal conocido; ese temor implacable que nace de la cantinela derechista de que si ellos abandonan el poder, Ceuta caerá en las garras de una potencia externa.
Sea como fuere, el campus universitario me parece una ciclópea idiotez para una ciudad como ésta. No ya por sus dimensiones y población, sino por la angosta pero al mismo tiempo ancha separación con el resto de la Península Ibérica; quien crea que se recibirá un flujo importante de estudiantes se está equivocando. Las circunstancias de la ciudad y los tiempos que vivimos hacen que sea muy complicado que el proyecto pueda lucir como un verdadero campus. Además de esto, no estaría mal recordar que Ceuta ya poseía las suficientes infraestructuras como para atender sus necesidades universitarias, con una oferta coherente que reforzaba el centro asociado de la UNED. El hecho de desembolsar un dineral para concentrar las facultades de la ciudad y al citado centro asociado en un mismo recinto es, por ello, absurdo. Especialmente si tenemos en cuenta el espacio que se ha desaprovechado, el cual podría haber sido dedicado a cualquier actividad productiva que relajara, aunque fuera mínimamente, el terrible e insuperable (proporcionalmente dentro de España) desempleo que está arruinando la vida de muchas familias ceutíes.
Por otro lado, no se pueden obviar las contradicciones académicas y administrativas que supone concentrar diferentes universidades en un mismo campus, más aún cuando sus mecanismos tienen poco que ver entre sí, por más que haya un esfuerzo titánico en hacer pensar lo contrario. Asimismo, el personal docente titular de las facultades de la Universidad de Granada no es comparable con los tutores del centro asociado de la UNED en cuanto a rango. Tampoco puede contrastarse la dirección y gestión de una facultad con la de un centro asociado. Como son muchos años y conozco el ego y la afectación de quienes de un puesto menor hacen una cátedra, puntualizo que no se trata de infravalorar a ninguna de las partes, sino de plasmar unas matizaciones que no se han llevado a cabo hasta ahora.
En definitiva, el campus es otro de los muchos golpes de un Ayuntamiento dispuesto a erigir dispendios resonantes cuando es evidente que no se requieren, de hacer creer que la capacidad de Ceuta es superior a la que realmente es. Los verdaderos problemas ceutíes continuarán abriéndose mientras los mandatarios no tendrán ni la más mínima voluntad de abandonar una estrategia que ha rendido con una extraordinaria efectividad. Que sigan rezando para que funcione, nunca se sabe lo que un cambio de Gobierno puede conllevar después de tanto tiempo.