El auto del 'Caso Emvicesa' era sin duda el más esperado. Todos queríamos saber qué se iba a concluir, qué impresiones judiciales se iban a plasmar, qué consideraciones se iba a tener en el ámbito judicial de una política en materia de vivienda que siempre formó parte de la rumorología. Y no para bien. Otra cosa era poder demostrar que ese rumor pudiera tener fundamento como para dirigir todo un procedimiento judicial y policial como el desarrollado en Ceuta. Veremos en qué termina todo esto. Sea lo sea, lo que nadie puede negar ya son las consecuencias directas que todo esto ha tenido en una política que nunca debió caer en el error de ser tan poco prudente, tan desprevenida y desastrosa con el patrimonio de todos. Si tú eres incapaz de permitir que el vecino del quinto se crea el rey del mambo y haga en tu hogar lo que le dé la gana, de la misma manera no se debió permitir que hubiera un rey del mambo en Vivienda que quitaba todos los problemas manejando a su antojo el cortijo. Sobre el papel hay declaraciones de varias personas que confiesan haber pagado por una casa, pero más allá de esta gravedad existe un reconocimiento claro de que nada funcionaba como debía, sin procedimientos claros, con casas que terminaban siendo adjudicadas a quien tenía menos necesidad que otros que llevaban esperando años su momento. Esto, en una ciudad con la carestía de suelo como es Ceuta, se erige en un atentado moral grandísimo al jugarse con las expectativas y derechos fundados de muchos. ¿Qué cómo se podía llegar a esta situación? Eso es lo grave, que se llegara a, supuestamente, no saberse qué sucedía y qué dejaba de suceder en Emvicesa, como así, fuera de este procedimiento, lo ha puesto de manifiesto en la clase política. La respuesta de pedir perdón sirve en momentos puntuales, pero no como práctica común. Es despreciativo, hipócrita, inmoral y vergonzoso que se salten méritos, capacidades y se pisoteen derechos hasta el punto de convertir esta sociedad en un modelo de ciudadano pasivo, desencantando, que vota por miedo o por dejadez...o quién sabe, buscando saltar al otro ámbito para dejar de ser un castigado para convertirse en un beneficiado. La política de vivienda en el ojo del huracán, ¿y acaso otras? Eso es lo triste, que el famoso runrún invada demasiadas áreas, dejando que pequeñas estrellas de barrio de pueblo se crean algo más y gocen de tanta mano que terminan convirtiendo lo de todos en su agenda particular de negocios mientras los demás miran, pasan, dejan que el provincianismo de billetera y besos en la calle tenga poder.