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El arte de predicar con el ejemplo

Sus compañeros de profesión destacan lo que todos los ceutíes conocen: Él siempre estaba ahí “Va a ser más que el déficit lógico de perder a un compañero. Si mañana la dirección del hospital pusiera a tres médicos en su lugar estoy seguro de que seguirá notándose su ausencia. No hay sustituto posible”. El doctor Abselam Mohamed Buskri llevaba once años trabajando codo con codo en el departamento de Medicina Interna con Abdelkrim. Le conocía desde que apenas era un niño. “La primera imagen que tengo de él es cuando un día vino a casa a ver a mi abuela, recuerdo que me impactó porque era una persona importante... ¡un médico!”. En aquel momento no intuía que años después se convertiría en un admirado compañero y, lo más importante, en un entrañable amigo. “Un gran ejemplo, un gran maestro, un diez en ganas, en amor al paciente... Único, insuperable”.
Palabras similares nacían de la boca del consejero de Sanidad, Abdelhakim Abdeselam, quien ya antes de ser compañero era amigo personal de toda la familia del médico más querido por la ciudad en las últimas décadas. “En él siempre encontraba los brazos abiertos, era enormemente servicial, estaba disponible las 24 horas para cualquier persona, fuera quien fuera”, le describía el consejero. Sabe que su marcha, sin ruido, con la bata puesta todavía, dejará un hueco irreparable en el complejo hospitalario donde cada día atendía con abnegación a los enfermos. “Al edificio le va a faltar algo, formaba parte del escenario, es casi imposible encontrar a una persona en toda la ciudad que no haya tenido alguna experiencia con él presente”, opinaba Abdeselam quien recordó el gran esfuerzo que Abdelkrim tuvo que hacer para dedicarse a la que siempre había sido su vocación.
Cada uno de sus compañeros y amigos guardan en la retina infinidad de imágenes. “Es casi imposible escoger una sola, pero parece que le estoy viendo cuando, mientras yo tomaba clases en la academia de don Manuel Morales, él llegaba con su abrigo de paño después de haber estado toda la noche haciendo labores de vigilancia en la fábrica de hielo”, rememora el ATS Jacob Hachuel, quien mediante una iniciativa en Facebook lanzó hace un par de años la idea de que se concediese una calle a Abdelkrim. El señor Morales le tenía un enorme aprecio, así que le permitía entrar en la clase aún cuando no le tocaba, simplemente para que se calentase después de una larga noche de trabajo.
No solo Hachuel, sino todos sus compañeros le recuerdan como un líder con mucha autoridad. “Pero jamás le vi tratándose de aprovechar de esa autoridad, sino que se la ganaba a pulso. Él daba el paso al frente y a los demás no nos quedaba más ‘remedio’ que seguirle, no se le podía decir que no a alguien que ni siquiera sabías si estaba de servicio o habría terminado su turno hace tres horas pero no se había marchado aún”, comentaba Hachuel.
La presidenta del Colegio de Médicos, Manuela Gómez, recordaba todavía con la voz entrecortada tras conocer la noticia que “cuando no había nadie él siempre estaba, pues así como cuando llega el cambio de turno mucha gente se marcha a la carrera él jamás ‘cogía’ la puerta”. Profesional, humano y, por encima de todo, vocacional. “Esta profesión requiere de gente como él, de personas que se vuelquen como él hacía porque no estamos tratando con cosas, sino con personas y de su salud”, decía Gómez. Nadie entre sus compañeros tienen duda de la enorme admiración que el doctor despertaba. Su entrega le hacía digno de ejemplo entre los profesionales sanitarios. Su humanidad entre los pacientes que desde que conocieron la noticia de su mal estado de salud no han dejado de mostrar su sentir de diversas maneras, por ejemplo, a través de las redes sociales.
“Difícilmente puede encontrarse un espíritu vocacional de su calibre, unido a tantos hándicaps que en su vida tuvo, lo que hace más meritoria su carrera. Su dedicación a las personas más necesitadas siempre fue su norte y la presencia incansable en el hospital de noche y de día, ayudando a todos, fueran compañeros, pacientes o familiares de los mismos, sin esperar nada a cambio y sin anteponer su beneficio personal”. Estas frases se extraen del comunicado de prensa remitido por el médico Julián Domínguez. En calidad de reprentante de UPyD pero, sobre todo, en el papel de compañero. Para él se pierde un activo de valor incalculable.
Un activo médico pero, ante todo, un artista. El que llevó al extremoaquello de ‘predicar con el ejemplo’. El que siempre estaba ahí. El que nunca descansaba. Ese al que, prácticamente el mismo día en que comenzó a sentirse mal, sus compañeros de departamento tuvieron que ‘obligar’ a quitarse la bata y a reposar. El médico al que toda una ciudad seguirá admirando allá donde esté.

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