Con estas mismas palabras censuró, el antiguo embajador ante El Vaticano y destacado socialista Francisco Vázquez, la actitud del flagrante secretario general del PSOE cuando propuso, en su reciente congreso, replantearse el concordato con la Santa Sede. Le ha tenido que recordar a la versión 2.0 de Zapatero, que el concordato no es ningún privilegio para la iglesia, pues tiene acuerdos similares con otros 140 países, y que en virtud del referido concordato, la iglesia presta atención a los sectores más castigados y necesitados, antes, durante y después de la crisis que nos azota.
Quizá, el nuevo secretario general del PSOE quiere anunciar con esto que el socialismo sigue por el mismo camino, por el camino de la discordia, de las maniobras de distracción, por no asumir culpas, por no tener ninguna solución para el futuro de España, por no importarles un bledo el catastrófico desempleo, por ningunear la galopante pobreza, por despreciar a los millones de españoles que han visto mermado sus ingresos, y por último, por despreciar la ingente labor que realiza la Iglesia con los más necesitados.
No voy a desvelar nada nuevo al escribir que donde no llega ninguna ONG, si llega la caridad de la Iglesia. Donde no alcanzan los servicios sociales de un Estado omnipresente, allí está algún alma de la Iglesia. Donde ni por asomo aparece la justicia social, allí siempre hay alguien de la Iglesia intentando paliarlo.
Pero las prioridades de este continuista PSOE, no pasan por proyectos de construcción, responsabilidad y mejoras. Pasa por la destrucción, la irresponsabilidad y el empeoramiento de la paz social. De nuevo, el que fuera ministro de interior de “faisanes” y portavoz de gobiernos de “gales”, vuelve a mostrar que no es un hombre de estado, que no es un político moderado, que no fue un buen gobernante, y que no puede serlo, que por donde pasa siembra la discordia y la desconfianza y que, sobre todo, odia más a la Iglesia que ama a España.
Con esta maniobra de distracción sobre el verdadero resultado del congreso socialista, solo ha desvelado la percepción de la auténtica lectura, que no es otra que un PSOE dividido, desmotivado, sin ideología y en claras maniobras de expulsión de los moderados y todo aquel que pueda pensar diferente.
Un PSOE que ya solo se representa a si mismo, a los que tienen carnet de militante con número reciente, que se evade de la sociedad española, de la realidad con la que nos ha dejado. Un socialismo que prefiere huir hacia delante antes que replantearse qué ha hecho mal.
España necesita en estos momentos una oposición leal, firme, que cumpla su misión de alternativa ideológica.
Lo que no necesita es un grupo de decimonónicos instaurados en el radicalismo anticlerical que no aportan nada constructivo a la sociedad española.