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“El 11 de octubre de 1995 fue el peor día de mi vida policial”

Ha permanecido durante doce años en silencio. Desde que se fue de Ceuta, con un dolor que no le cabía en el pecho. Ahora, ha anunciado que se retira al cumplir la edad reglamentaria como comisario provincial de Cádiz, donde ha estado los últimos seis años y medio. En esta entrevista hace un repaso de los sucesos del Ángulo que se vivieron en nuestra ciudad el once de octubre de 1995.
- ¿Qué balance puede hacer José María Deira tras cuarenta y un años en el Cuerpo Nacional de Policía?
- Que balance voy a hacer si es mío. Quizás deberían ser otros quienes enjuiciaran mi labor durante estos años. Llevo cuarenta y un años cumplidos como policía y de ellos, veintidós como comisario. He estado en Zamora, en Ceuta, en el Puerto de Santa María y en Cádiz. No son muchos destinos, porque en algunos de ellos he estado muchos años, como fue el caso de Ceuta, un total de seis y como provincial en Cádiz casi siete años. Permanecer mucho tiempo en los sitios tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que debes estar desarrollando bien tu trabajo y por ello permaneces. El inconveniente, que te puedes quemar un poco. Una cosa vaya por la otra. Pero si después de veintidós años nada más que he tenido cuatro destinos como comisario, la media son cinco años largos en cada uno de ellos, con lo cual entiendo que lo he hecho bien.
- José María Deira llega a Ceuta en el año 1992 para sustituir a Antonio Rosino Blanco. ¿Cómo es la Ceuta que se encuentra?
- Desde el punto de vista policial y por hacer una descripción gráfica: Carnaval, Ramadán y comienzo de la llegada de los primeros subsaharianos. Una etapa previa a la construcción del perímetro fronterizo. En el Tarajal teníamos un edificio antiquísimo, con cabinas de plásticos y PVC en medio de la carretera. Ya estábamos en las nuevas dependencias del Paseo de Colón, pero con escasos funcionarios y escasos vehículos. Todo cogido con alfileres. La mayor parte de los funcionarios no vivía en Ceuta, como creo que sigue ocurriendo y por tanto, la plantilla tenía sus problemas.
- ¿Fueron los subsaharianos su principal problema?
- Más o menos coincide mi llegada a Ceuta con los primeros subsaharianos. Cuando comienzo a tomar conocimiento del tema eran unos cuarenta que se encontraban refugiados en las instalaciones del Ángulo. Y los problemas que siempre existían con el conflicto de las culturas, pero perfectamente sostenibles.
- La época en que comienza a hacerse famoso la palabra patera.
- Todo coincide con el 92, el año de la Expo y de las Olimpiadas, cuando nuestro país comienza a despertar de su anquilosamiento. Empezó entonces el fenómeno migratorio y la invasión de las pateras tal y como lo conocemos hoy en día.
- Y cuando aquello explota el 11 de octubre de 1995. ¿cuántas veces había avisado José María Deira de que podía suceder?
- Yo estaba aburrido de decir una y otra vez lo que iba a ocurrir más tarde o más temprano, pero no solamente el comisario, sino también otras personas que pensaban lo mismo. No era yo solo quien veía venir el problema. Aquel once de octubre de 1995 fue el peor día de mi vida, por las circunstancias que concurrieron.
- Todo empezó con la invasión de los kurdos.
- Efectivamente, teníamos entre setenta y ochenta kurdos desperdigados por la ciudad. No sabíamos como habían llegado. Suponía un grave problema y necesitábamos realizar una operación monstruo para sacarlos de Ceuta y devolverles a su país, concretamente a Málaga, donde se había fletado un avión para devolverles a Turquía. Desde las tres o las cuatro de la mañana estábamos en danza, localizando kurdos por todas partes. Nos mandaron muy pocos refuerzos y esos refuerzos eran únicamente para esta operación de los kurdos, la cual, desde luego salió brillantísima.
- Pero los subsaharianos entendieron otra cosa.
- Ya no era ese colectivo ni de cincuenta o cien, sino cerca de mil. Entendieron que sacábamos a los kurdos y que ellos se quedaban en Ceuta. Fueron a la Delegación del Gobierno, allí no les atendió nadie, porque estaba celebrándose en Sevilla la festividad de la Patrona de la Guardia Civil y entonces se sublevaron de aquella manera. A mí no me quedó más remedio que dar la orden de que los agentes que estaban en el barco con los kurdos ya a abordo desembarcaran y que echaran una mano para contener esa rebelión. Pero la rebelión fue en el 95 y yo cesé en Ceuta en el 98. Algunos dijeron que había sido por éso, pero tres años después, nadie se lo podía creer.
- ¿Cómo fue su actuación?
- Mi actuación allí fue tan inocente, como que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando. Lo había advertido centenares de veces. Nosotros no somos plantilla para nada, como algún día suceda algo no seremos capaces de hacerle frente a nada. Y éso fue lo  que ocurrió.
- Quince años después se sabe como resultó herido el agente Arrebola.
- Yo que sé. Hicimos todo lo que pudimos con los medios que teníamos en aquella época. Realizamos un análisis de trayectoria. Hasta nos dejó un aparato la empresa Corsan para que pudiéramos medir los ángulos de inclinación de los impactos, porque uno le dio al agente, pero otros se estrellaron en la pared de la gasolinera. Parecía que venían de un edificio que se encontraba allí enfrente, pero tampoco vimos nada. Yo estaba cerca del edificio, muy cerca del policía, pero no vimos a nadie asomarse por una ventana y disparar. No me explicó como resultó aquello.
- José María Deira conoció los primeros años de Calamocarro.
- Aquel día sacamos a los que estaban en el Ángulo. En primer lugar los llevamos al patio de la Brigada de Seguridad Ciudadana que se encuentra a escasos metros en la Avenida de San Juan de Dios. Luego, a unos almacenes que estaban en el puerto y, por último, al campamento de Calamocarro que la salvación de sacarlos de la ciudad, pero no solucionar el problema.
- Usted fue comisario con dos partidos políticos distintos representados en la Delegación del Gobierno. ¿La manera de enfocar la problemática de la inmigración varía?
- El problema con el PSOE no era tan grave en sus comienzos, sino que pasó a ser grave y a tomar conciencia desde octubre de 1995. Con el PP se realizaron algunas negociaciones con Marruecos con la intención de intentar atajar la situación. Conversamos con el jefe de Policía de Tánger y Tetuán, visitamos Rabat con el director general de Política Interior. Al cabo del tiempo nos admitieron por Tánger a un colectivo de subsaharianos que no superaron los treinta. A todos ellos los documentamos con la colaboración de un oficial de la Policía francesa que se desplazó especialmente. Entrevistamos a quinientos o seiscientos. Los llevaron a la Plaza de Toros de Tánger, donde les tuvieron durante unos días, luego desaparecieron y me parece que alguno volvió por Ceuta.
- ¿Sin el 11 de octubre de 1995 no se entendería la primera novela de José María Deira?
- Se entendería perfectamente, porque lo hubiera escrito de otra manera. Lo pasé muy mal en Ceuta. Viví el aislamiento en Ceuta. Fueron seis años de una presión tremenda, completamente solo, al final tuve un segundo jefe que me echó una mano, pero la soledad era absoluta. Una plantilla con cuatrocientos funcionarios, el puerto, la frontera y un único comisario. Fue tremendo, una época para olvidarla. Pero quizás para sacarme la espina escribí aquella novela que la terminé en el 98 o 99.
- ¿Por qué entonces no se publica hasta 2007?
- Porque en un principio la escribí para mí. Lo hice para mi divertimento y para hacer una catarsis de todo lo que había pasado en Ceuta. La tenía guardada en un cajón, pero al entrar en contacto con un periodista amigo mío me dijo que era interesante. La envié a una editorial y cual no sería mi sorpresa cuando a los quince días me llamaron para firmar el contrato y publicarla. De ahí, luego se ha editado un libro de artículos y tengo un par de novelas más escritas. Desde que descubrí mi capacidad para escribir con 'Las espinas del edén' me he tirado al vicio de la escritura y cada vez que tengo un rato libre me siento en el ordenador a escribir.
- ¿Su salida de Ceuta fue traumática?
- Desde el año 1995 venía diciendo todos los días que me cesaban, que me cesaban y así hasta finales del noventa y siete que fue cuando llegó la destitución. Tenía unas ganas locas de irme, pero no de aquella manera. Además me fui a esperar destino, no me lo merecía, porque me desangré en Ceuta durante esos seis años. En ese tiempo no tuve un día libre y además me concedieron una medalla al Mérito Policial con distintivo rojo y al día siguiente van y me cesan. Una auténtica vergüenza. Para mí fue una afrenta. Al cabo del poco tiempo estaba en el Puerto de Santa María contentísimo y cuando me dijeron que debía irme a Cádiz de provincial, aquí llevo para siete años.
- ¿Se olvida pero no se perdona?
- Yo olvido y perdono. Me da igual. No daña el que quiere, sino el que puede. Soy un profesional de la Policía y acepto que quien me nombra me puede cesar y no pasa absolutamente nada. Lo que ocurre es que después de tantos años, cuando ha persona se ha dejado parte de su vida allí, te dicen que te tienes que ir de esa manera....al menos, que te ofrezcan un destino superando la categoría que tienes en esos momentos. No me lo ofrecieron y dije que me destinara forzoso. Me mandaron un tiempo a casa y luego al Puerto que era donde quería.
- Cuando hoy Deira ve que Ceuta tiene setecientos funcionarios y es Jefatura Superior, ¿qué siente?
- La situación son las mismas que entonces y por tanto fue durante seis años jefe superior sin saberlo. Por cuestionar políticas Ceuta es una Jefatura Superior, pero ni el trabajo, ni la diversidad, ni otras cuestiones que tenemos nosotros en Ceuta ni la ha tenido ni la tendrá nunca. En Cádiz contamos dos CIEs abarrotados en Tarifa y Algeciras, de los que alguna manera soy el jefe. Una costa donde cogemos droga a barullo, con interceptaciones de veleros en alta mar. Ceuta aunque sea Jefatura Superior no tiene la talla policial de Cádiz.
- ¿Cómo era la plantilla que tenía en Ceuta?
- Había funcionarios magníficos y otros como en todas partes. Recuerdo con cariño a Paco Piñero, Juan Lopera, Paco Otero, Mariano Arévalo, Cristóbal Segura y me dejaré alguno en el tintero.
- Una vez que se jubile en noviembre, ¿a escribir?
- Primero voy a dedicarme a mi mujer, porque durante estos seis años la he tenido abandonada, ya que ser comisario en Cádiz es estar todos los días en el despacho hasta las nueve de la noche. Y quiero descansar también. Pasearme por la playa y quiero fumarme un purito todos los días después de comer. De todas maneras, me ha llegado una oferta que pudiera ser interesante desde el punto de vista privado.

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