Este miércoles, 5 de octubre de 2022, se cumplen justo 95 años de la visita del rey Alfonso XII a Ceuta acompañado de la reina Victoria Eugenia.
Casi un siglo de un acontecimiento que puso patas arribas la ciudad en 1927 y que se pudo documentar gracias a la labor fotográfica de Bartolomé Ros y Ros, un cartagenero y ceutí de adopción que fue un pionero de la fotografía que realizó un gran reportaje que sirve para hacerse una imagen de la expectación que generó aquella expedición de la Casa Real que solo se repitió en noviembre de 2007 con los monarcas Juan Carlos I y Sofía de Grecia.
El Faro de Ceuta ha recogido en alguna ocasión reportajes especiales para conmemorar aniversarios de dicha noticia. Así, antes de que se produjera la visita, la ciudad ya era un hervidero con la corporación municipal de entonces realizando diferentes comisiones para que nada fallara durante la recepción. Se levantaron arcos de flores con mensajes como “Vivan los reyes”, “Vivan sus majestades” o “Viva España”.
Ceuta se engalanó ya desde día y se elaboró un bando para que la ciudadanía participara activamente hasta el punto de que todos los edificios importantes se iluminaron, incluida la Fortaleza del monte Hacho, y el arrendatario de Tabacos Ceuta puso a disposición de las autoridades 100.000 cajetillas de puros y 5.000 de cigarros habanos.
El mismo día 4 de octubre, los reyes partieron de Madrid a Ceuta en tren especial. También salió el entonces jefe de Gobierno, Miguel Primero de Rivera, en un rápido hacia Algeciras y se contrató al pintor madrileño Moreno Caboerno para plasmar dicha visita.
La localidad gaditana de Algeciras también recibió con toda la pompa a Alfonso XIII y a Victoria Eugenia. Tras el recibimiento con alardes, las autoridades acompañaron a sus majestades a embarcaren medio de una importante expectación mediática.
Las crónicas de entonces de los periódicos locales de la época como ‘La opinión’ y ‘La voz de África’ aseguran que había mucho nerviosismo desde las primeras horas de la mañana del 5 de octubre de 1927 porque todo saliera según lo previsto. Una ciudad abarrotada para recibir a los reyes.
A las once en punto el buque Vicente Puchol entraba al puerto ceutí seguido del ‘Miguel Primo de Rivera’ y el ‘Jaime I’, este último en el que venían los monarcas. A la vez que los barcos llegaban a la ciudad, tres escuadras de aviones e hidroaviones pasaron por el cielo.
El muelle de la Puntilla se dispuso como nunca hasta la fecha con alfombras rojas y toda una infraestructura de postín para hacer los honores. Las autoridades esperaron allí a la numerosa expedición con el momento álgido de la entrada del acorazado Alfonso XII que lanzó unas salvas a la ciudad contestando a las baterías del Monte Hacho.
Sirenas de los barcos sonando, la escuadrilla de aviones atronando y el jaleo de todos los ceutíes que se volcaron con la llegada de los reyes. Cuando el acorazado Jaime I hizo presencia la multitud estalló en “vivas”.
El presidente de la Junta Municipal, José García Benítez, fue el primero en recibir a los reyes junto al general Sanjurjo y los generales Berenguer y Souza así como otras personalidades.
Acto seguido, Alfonso XIII pasó revista a las tropas y montó en un automóvil descapotable para el desfile por la ciudad antes de partir hacia el acuartelamiento de Dar Riffien, la cuna de La Legión.
En el trayecto de Ceuta a Dar Riffien también hubo muchos vítores hacia los monarcas con arcos florales y pancartas repartidas por el territorio. A la llegada al cuartel sonó la ‘Marcha Real’ interpretada por la Banda de Guerra de La Legión.
Después, Victoria Eugenia entregó al Tercio de Extranjeros la Enseña Nacional de los Caballeros Legionarios que fue recepcionada por el coronel Sanz de Larín. Tras la entrega se bendijo la bandera, se ofició una misa y se presentó a los reyes al Jalifa de la Zona previo paso a un desfile de diferentes kábilas de Yebala con preciosos regalos como diez caballos árabes, diez toros o tapices.
El rey impuso condecoraciones militares, destacando en particular la del coronel Millán Astray, el fundador de La Legión.
Por la tarde, en torno a las cinco y media, retornaron los soberanos hacia Ceuta, donde Alfonso XIII se dirigió hacia la empresa petrolífera Ybarrola para inaugurarla y Victoria Eugenia hacia el Hospital de la Cruz Roja.
La ciudad seguía abarrotada y repartiendo vítores a los monarcas, que apenas podían abrirse paso entre la multitud.
A continuación, los dos reyes se encontraron en el Ayuntamiento y después entraron a la Iglesia de Nuestra Señora de África bajo palio con las varas transportada por los concejales.
Todo este recorrido está documentado por las imágenes de Bartolomé Ros, que fue fotografiando todos los pasos de los soberanos, quienes a lo largo de su visita procedieron a la inauguración oficial del Palacio Municipal antes de marcharse al acorazado Jaime I, donde hicieron noche y se dio la comida oficial.
Al siguiente día, el 6 de octubre de 1927, hicieron un viaje a Tetuán (entonces parte del Protectorado Español) y por la noche se les dio una cena de gala en el Ayuntamiento. Tras la comida partieron a la Hípica y una hora después emprendieron el viaje hasta la la ciudad de Melilla.
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