Conocer cuáles son las partes privadas y cuáles son las públicas. Aprender a identificar cómo el cuerpo transmite que algo no marcha bien. Saber cuándo un adulto tiene intenciones nada positivas. Son, en resumidas cuentas, parte de las lecciones que se aglutinan en el programa de prevención de la Fundación Márgenes y vínculos de Ceuta.
“Un niño no miente a no ser que esté siendo manipulado”. Pilar Castro, responsable del equipo de prevención y Wuasima Bourhanbour, técnico educativo, han hecho hincapié en esta cuestión durante la presentación en un acto de ‘Mi cuerpo es un tesoro’ y ‘Capitana Salsabil’, las dos iniciativas que cimientan esta labor de concienciación.
Ambas han enfatizado que, cuando un menor expresa que sufre alguna clase de intimidación de carácter sexual, es que realmente le sucede. Es por ello por lo que han incidido en la importancia de dar valor a sus testimonios y de prestarles atención.
Las familias como víctimas
Las familias también se comportan en víctimas en muchos de estos casos ya que, desafortunadamente, el grueso de estas acciones se produce por una persona cercana al entorno del afectado, ya sea un amigo, un vecino, un tío o un hermano.
Es por ello por lo que, cuando un niño o adolescente confiesa una historia de esta clase a un adulto de confianza, puede recibir una respuesta de incredulidad. Lo recurrente de esta circunstancia también lleva al personal que trabaja dentro de estos proyectos a incluir reuniones específicas con los padres o tutores legales.
Las dos propuestas mencionadas están dirigidas a alumnos matriculados en centros de Ceuta, así como a sus profesores y allegados. ‘Mi cuerpo es un tesoro’ se desarrolla en colegios y ‘Capitana Salsabil’ en institutos. El año pasado se beneficiaron 1.750 escolares.
No es hablar de sexo
La primera impresión que se genera cuando se menciona la posibilidad de dar una charla sobre educación afectivo-sexual es de malestar. Castro y Bourhanbour matizan que, cuando se comenta el asunto, se asocia a una especie de enseñanza sobre sexo.
Sin embargo, nada tiene que ver con explicar cómo son los actos de naturaleza íntima. Más bien se trata de instruir en qué es correcto, qué no y en emplear mecanismos útiles en momentos en los que el peligro acecha.
“Hay que enseñar de base sobre este tipo de conductas. Ello significa que este tipo de enseñanza debe empezar en el hogar. Es necesario dejar de pensar que, por llevar implícita la palabra sexual, se les va a hablar sobre sexo o ETS a niños de tres o cuatro años”, ha subrayado. “No es lo que pretendemos. Lo que queremos es que conozcan su cuerpo y sepan hablar de él”, ha comentado. “Es sobre la forma en la que se los abraza, sobre sus sensaciones, emociones y vivencias. Mencionar estas cuestiones es algo que se debe empezar en casa”, ha indicado.
La razón por la que es preciso que los progenitores profundicen en este tema es que, prácticamente, es imposible tener vigilados a los hijos constantemente. Pasan tiempo en otros ámbitos externos al núcleo familiar como lo es centro educativo al que asisten, el portón cuando juegan o durante sus actividades extraescolares.
Sesiones de prevención
Los talleres de ‘Mi cuerpo es un tesoro’ precisamente versan sobre ello. Wuasima explica cómo es el procedimiento habitual y cómo paso a paso se les muestra qué es normal o qué no es anómalo. La información también es compartida con chicos y chicas con algún tipo de diversidad funcional, ya que, estos perfiles son “el doble de vulnerables”, tal y como ha afirmado.
Las sesiones se componen de seis visitas comúnmente y en cada una se tratan aspectos diferentes. Lo primero es explicarles que el cuerpo es un tesoro que debe ser protegido, cuáles son las zonas privadas y cuáles las públicas siempre bajo el uso de un lenguaje adaptado y apropiado.
Las progresivas fases se centran en cómo detectar a adultos desconocidos que pueden tener malas intenciones y, por último, cuáles dentro de su contexto más próximo. Lo hacen a través de juegos y teatros para que sea más sencillo este aprendizaje.
Es de vital importancia en este proceso la elección de tres adultos de confianza en cada lugar de paso habitual, es decir, tanto en casa como en el colegio. Así, cuando ocurra algo grave, pueden contarlo sin miedo a estos contactos. Se les ofrece también un teléfono de ayuda por si ninguna de las medidas ha surtido efecto para recibir ayuda directa de la asociación.
Detección de casos
A pesar de que ambas profesionales solo se dedican a la prevención, al ser conocedoras de estas situaciones, son capaces de detectar posibles casos. Es por ello por lo que, si lo estiman pertinente, tratan de acercarse a solas a estos niños y niñas con el fin de cerciorarse de si realmente son víctimas de abusos sexuales.
Las dos se han enfrentado a situaciones delicadas en las que han conocido de primera mano cómo un menor sufre actos de esta índole. Sin hacer una especie de interrogatorio y de un modo muy sutil, tratan de que el afectado o afectada se abra y verbalice su circunstancia.
Una vez que lo expresa sin ninguna clase de presión y de forma propia, se comunica al centro escolar para activar el protocolo. Si el colegio decide no poner en marcha el plan, ellas mismas son las que dan parte de la situación para intervenir.
Han confesado que es “la parte dura” de su trabajo. Esperan que en un futuro próximo sean muchos menos los que se ponen en manos de sus compañeras del equipo del programa de terapia destinado a abordar estos abusos.
Datos alarmantes
Castro ha manifestado que “son datos alarmantes” algunas de las conclusiones que se entrevén en las estadísticas registradas en la ciudad. La primera de ellas es que las cifras más recientes apuntan a que un 60% de delitos contra la libertad sexual estuvieron vinculados con menores.
La primera que, desde la pandemia, los números se han mantenido e incluso aumentado. La responsable del equipo de prevención de la fundación sospecha que ello se debe a dos factores, en concreto, a que los niños y adolescentes pasan más tiempo en sus hogares a raíz del confinamiento y a que han crecido las prácticas de abusos en internet.
Es este el motivo por el que la Unión Europea estudia implantar normativas que añadan una serie de modificaciones legales con la finalidad de atajar un problema que campa a sus anchas en el presente.
Medidas
La iniciativa incluye la incorporación de fábrica de controles parentales en dispositivos electrónicos, la prohibición de generación de cuentas en redes sociales por debajo de los 16 años de edad, la consideración del grooming como un agravante en los delitos de este tipo o una ley de alejamiento digital.
Esta última es similar a la orden de alejamiento, solo que se establece entre el perpetrador del acto y del niño o adolescente para evitar que el agresor vuelva a reestablecer contacto online con la víctima.
La sextorsión, es decir, el chantaje a través de la amenaza del uso de fotos de carácter sexual, también está dentro de la lista de comportamientos que atentan contra la integridad a la intimidad del afectado.
