El ‘Vocabulista castellano arábigo compuesto y declarado en letra y lengua castellana’ es un diccionario único que su propio editor, el profesor Francisco Moscoso, definía como una “joya” para los amantes y estudiosos de la lingüística. Es la única obra de estas características del siglo XVIII de la que se tiene conocimiento y que ha llegado hasta nuestros días gracias a este docente universitario.
Pero si bien interesante es su contenido, no lo es menos la historia que le ha acompañado a lo largo de estos siglos. De ello dejó constancia ayer Moscoso durante su presentación en la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Pública. Se trata de un diccionario que contiene información del árabe que se hablaba en el norte de África a finales del siglo XVIII que fue elaborado por un jerónimo del Monasterio del Escorial, Patricio de la Torre, durante su estancia en Tánger entre 1799 y 1801. De la Torre tenía la intención de publicarlo a su regreso a España, sin embargo el estallido de la Guerra de la Independencia truncó que el libro viese la luz hasta nuestros días, cuando el docente se encontró con el manuscrito y solicitó su reedición.
“La obra es un documento que arroja muchos datos para conocer el árabe de Tánger hablado a finales del siglo XVIII y a principios del XIX. Pero no solo eso, es además una fuente de conocimiento a nivel etnográfico y social”, exponía Moscoso.
En esta edición se han incorporado los manuscritos que se conservan más cercanos a la edición final y una parte en la que se presentan por orden alfabético todas las voces árabes con las entradas en las que aparecen. “Aunque el idioma evoluciona, al igual que ocurre con el español, cualquier árabe-parlante se va a sentir reconocido con este vocabulario”, señalaba Moscoso.
El documento en sus 700 páginas se presenta como un importante elemento en el que constatar la evolución de la lengua a lo largo de la historia.
Moscoso es profesor titular de lengua árabe y dialecto árabe marroquí en la Universidad Autónoma, una disciplina que le apasiona y que le ha ocupado varios trabajos de investigación, por ello considera un “despropósito” la “poca o nula” importancia que se le otorga en la ciudad al árabe-ceutí, “una lengua cuya historia se remonta al siglo XIX y que está siendo ignorada por decisiones basadas en intereses políticos”. En opinión del docente es “un disparate la falta de reconocimiento de esta lengua que representa a un 42% de la población de la ciudad. Es triste, porque la lengua es el reflejo de la riqueza de esta tierra”.
Moscoso advierte de que si no se invierte esta tendencia el árabe-ceutí amenaza con desaparecer. “No lo digo yo, sino los lingüistas. Una lengua que carece de protección termina desapareciendo”. Y el primer paso para evitarlo, señala el profesor, es su reconocimiento en el Estatuto de Autonomía y cuyo fin último es llegar a la cooficialidad. “Aunque para alcanzarla es necesaria, previamente, su protección a través de las instituciones públicas”.
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