La demencia es un síndrome (un grupo de síntomas relacionados) asociado con una disminución continua del funcionamiento del cerebro. Puede afectar a la memoria, las habilidades del pensamiento (y otras habilidades mentales) y la conducta.
La enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia. Hasta el momento no tiene cura, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad, aunque también, en casos poco frecuentes, puede desarrollarse a partir de los 30-40 años.
La causa exacta de la enfermedad de Alzheimer aún no se conoce completamente, aunque se cree que varios factores aumentan el riesgo de desarrollar la afección. Éstos incluyen la edad, los antecedentes familiares, una depresión no tratada (aunque la depresión también puede ser uno de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer), así como factores y condiciones del estilo de vida asociados con la enfermedad cardiovascular (sedentarismo, obesidad, hipertensión arterial, diabetes, tabaco...).
La enfermedad de Alzheimer es una condición progresiva, lo que significa que los síntomas se desarrollan gradualmente durante muchos años y eventualmente se vuelven más severos. Afectando a diferentes funciones cerebrales, desde pérdida de memoria hasta síntomas psiquiátricos.
Los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer suele ser problemas menores de memoria. Por ejemplo, olvidarse de conversaciones o eventos recientes, olvidar los nombres de lugares, objetos y personas, perder cosas o preguntar muchas veces lo mismo (lenguaje reiterativo).
A medida que se desarrolla la enfermedad, los problemas de memoria se vuelven más graves y se pueden desarrollar síntomas adicionales, como confusión, desorientación (perderse en lugares familiares, o no saber la fecha en la que vive), dificultad para planificar o tomar decisiones, problemas con el habla y el lenguaje, problemas para moverse sin asistencia o realizar tareas de cuidado personal, cambios de personalidad, como volverse agresivo, exigente y sospechoso con los demás (“me están robando”, “me quieren envenenar”, “quieren robarme...”, alucinaciones (ver u oír cosas que no están), delirios (creer cosas que no son ciertas), y bajo estado de ánimo, depresión o ansiedad.
La enfermedad de Alzheimer es más común en personas mayores de 65 años.
El riesgo de esta enfermedad y otros tipos de demencia aumenta con la edad, afectando a 1 de cada 14 personas mayores de 65 años y 1 de cada 6 personas mayores de 80 años. Sin embargo, alrededor de 1 de cada 20 casos de enfermedad de Alzheimer afecta a personas de 40 a 65 años. Esto se llama enfermedad de Alzheimer de inicio temprano o precoz, o Alzheimer juvenil. Se han descrito casos de hasta 15 años de edad, obviamente muy infrecuentes, siendo más habituales en edades adultas (por encima de 35 años). Así, la enfermedad de Alzheimer no es una parte "normal" del proceso de envejecimiento.
Aunque los síntomas de la enfermedad de Alzheimer progresan lentamente, puede ser difícil reconocer que existe un problema. Muchas personas sienten que los problemas de memoria son simplemente una parte del envejecimiento. Además, el proceso de la enfermedad en sí puede (no siempre) evitar que las personas reconozcan cambios en su memoria.
Un diagnóstico preciso y precoz de la enfermedad de Alzheimer puede brindar una mejor oportunidad de prepararse y planificar el futuro, así como recibir cualquier tratamiento o apoyo que pueda ayudar a paliar los síntomas y los problemas de los familiares o cuidadores que rodean al paciente con enfermedad de Alzheimer.
Ante un problema de memoria que interfiere con su actividad habitual, se debe acudir a su médico, quien le podrá derivar a un neurólogo con el fin de evaluar sus síntomas con más detalle, solicitar más pruebas, como escáneres cerebrales, analíticas, electroencefalogramas... si es necesario. El especialista también se encargará de crear un plan de tratamiento y atención. En este sentido, es conveniente que alguien que lo conozca bien lo acompañe a las consultas, ya que puede ayudarlo a describir cualquier cambio o problema que haya notado.
No hay una prueba única que pueda usarse para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. Y es importante recordar que los problemas de memoria no necesariamente significan enfermedad de Alzheimer.
Actualmente no hay cura para la enfermedad de Alzheimer, pero hay medicamentos disponibles que pueden ayudar a aliviar algunos de los síntomas que afectan tanto al paciente como a las personas que le rodean.
También hay otros tipos de apoyo disponibles para ayudar a las personas con Alzheimer a vivir de la manera más independiente posible, como hacer cambios en el entorno de su hogar para que sea más fácil moverse y recordar las tareas diarias. Son necesarios los tratamientos psicológicos y logopédicos como la terapia de estimulación cognitiva para ayudar a apoyar su memoria, habilidades para resolver problemas y capacidad de lenguaje. Cabe aquí destacar el papel del logopeda en tratar no sólo los problemas del habla, sino la comunicación en general y la disfagia (dificultad para tragar) frecuente en estos pacientes, aunque generalmente en estados avanzados.
Las personas con enfermedad de Alzheimer pueden vivir varios años después de que comienzan a desarrollar síntomas. Pero esto puede variar considerablemente de una persona a otra.
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad que limita la esperanza de vida, aunque muchas personas diagnosticadas y con la enfermedad morirán por otra causa.
Como es una afección neurológica progresiva, puede causar los problemas de deglución mencionados (disfagia). Esto puede conducir a la broncoaspiración (la comida pasa a los pulmones), lo que puede causar infecciones respiratorias frecuentes. También es común que las personas con enfermedad de Alzheimer tengan dificultades para comer y tengan poco apetito.
Como la causa exacta de la enfermedad de Alzheimer no está clara, no se conoce una forma de prevenirla. Pero hay cosas que se pueden hacer para reducir su riesgo o retrasar la aparición de la demencia, como dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol, seguir una dieta sana y equilibrada, mantener un peso saludable y mantenerse físicamente en forma y mentalmente activo.
Estas medidas tienen otros beneficios para la salud, como reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar su salud mental en general.
Sólo con la información y la investigación en este campo, podremos luchar contra esta grave afección.
La enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia. Hasta el momento no tiene cura, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad, aunque también, en casos poco frecuentes, puede desarrollarse a partir de los 30-40 años.
La enfermedad de Alzheimer es una condición progresiva, lo que significa que los síntomas se desarrollan gradualmente durante muchos años y eventualmente se vuelven más severos. Afectando a diferentes funciones cerebrales, desde pérdida de memoria hasta síntomas psiquiátricos.
Ante un problema de memoria que interfiere con su actividad habitual, se debe acudir a su médico, quien le podrá derivar a un neurólogo con el fin de evaluar sus síntomas con más detalle, solicitar más pruebas, como escáneres cerebrales, analíticas, electroencefalogramas... si es necesario. El especialista también se encargará de crear un plan de tratamiento y atención. En este sentido, es conveniente que alguien que lo conozca bien lo acompañe a las consultas, ya que puede ayudarlo a describir cualquier cambio o problema que haya notado.
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