La rueda de prensa del presidente podría haberse esperado más aperturista y clarificadora ante ciertos ejemplos surgidos en determinados comportamientos familiares el pasado domingo, y, sobre todo, ante nuevas realidades hechas públicas, para el sector de la Restauración, en el cual cunde el descontento por las medidas anunciadas.
Bajo un amplio y posiblemente equívoco conceptual de “nueva normalidad”, junto al peligro que supone la ductilidad, nos parece observar, dentro de las distintas fases y contenidos anunciados, una especie de “cajón de sastre” acogedor de inesperados cambios por circunstancias imprevistas y sobrevenidas, que puedan trastocar aún más la delicada situación en la que nos encontramos.
Es decir, se ofrece la sensación de aquello coloquial: “vamos de nuevo a curarnos en salud, por si acaso”........
Consecuencia lógica de desconocer a qué nos enfrentamos con el agravante de unos antecedentes poco afortunados suficientemente conocidos por los lectores.
Nos hemos decidido por comenzar con el sector Turismo y unas de sus hijas predilectas, la Restauración, ya que no debemos olvidar que el primero supuso una generosa aportación de un 15% en 2019 al PIB, asumiendo que a partir de estos momentos contamos con menos “mimbres” para un nuevo desafío.
Y la primera sorpresa la constituye esa especie de lapsus-retraso en cuanto a los restaurantes y sus aperturas al público, siendo sustituidas transitoriamente por los “tuppers” y el “albal” en la barra, sin poder aún sentarnos en sus mesas y liberarnos del lavavajillas y las cuatro paredes habituales.
Nos obligan los expertos, y .ellos sabrán las razones, para no poder reiniciar el disfrute a la luz del Mediterráneo, por ejemplo, con sus afamados arroces; igualmente, en la histórica Ceuta de la influencia gastronómica de sus cuatro culturas ancestrales; de unas magníficas rabas en la elegante Santander; sin olvidar a la sin par Galicia; y por supuesto, la tradición ovina de Zamora y sus caldos de Toro; junto a la caza de Puertollano, rematando con las inolvidables “papas arrugás” con mojo picón de nuestras queridas Islas.
Pero no se trata de redactar una crónica gastronómica, por supuesto merecida de estos puntos estratégicos españoles, sino de significar que debe ser la restauración-hostelería en su amplia gama, la primera en levantarse de la maltrecha situación en la que ha dejado a este País ese mal nacido Caballo de Troya, portador de pandemias.
Y debe levantarse, con el “placet” gubernamental compartiendo con el Turismo, una parte de esos escasos fondos baratos europeos anunciados, convertidos quizás en algo de generosidad para una España económica y social exageradamente mal tratada, que se debate en situación presupuestaria agónica con persistencia de más tormentas financieras anunciadas por Moody’s, afirmando que sus necesidades económicas rayan en los 150.000 millones de euros y un incremento de deuda has el 112%, cuando antes de la Pandemia, nos encontrábamos en el noventa y tantos por ciento.
Este Medio, tomando como fuente a The Guardian, cifró a finales de marzo dicha cifra en unos 200.000 millones
Seguiremos esperando que esta ocasión el gobierno y sus socios, tengan “buena mano” (habilidad y destreza), aptitudes, algo escasas hasta ahora, pero les hará falta el apoyo de las Comunidades Autónomas, no tenidas lo suficientemente en cuenta para suplir carencias y sustituir ideas si son precisas.